MENSAJE
DOMINGO 27/09/2015
Por
el Hno. Gabriel.-
Continuando
con la serie de predicaciones (predicación
continuada) titulada “Evidencias de una genuina
conversión” me propongo
avanzar con la quinta parte de esta la
cual se titula “Batallando con el pecado”. No quiero dejar de recordar las meditaciones anteriores las
cuales trataron acerca del inicio de la
vida cristiana a partir de que el cristiano recibe la predicación del evangelio
y empieza a sufrir todos los cambios y transiciones durante su desarrollo y
crecimiento espiritual. Habíamos empezado hablado de “Qué tipo de suelo soy”
donde hacíamos énfasis que el cristiano debe hacer fructificar la palabra de
Dios en él, debe sufrir cambios de conducta y carácter haciéndose cada día más
a la medía de Cristo, habíamos continuado con la meditación “Permanecer
en Él es un llamado a la santidad”
donde se señalaba que todo
cristiano es llamado a residir en Cristo, o sea, a permanecer y vivir en Él y
degustar de la hermosura de su santidad, luego siguió la meditación titulada “Las
características de andar en luz”
que marcaba de forma contundente que todo cristiano debe reprender el pecado e
impartir a Cristo porque esta la única manera de alumbrar hacia afuera, y la
ultima fue meditación fue “La unidad con el evangelio de
Cristo” la cual
trataba de que el cristiano jamás debe avergonzarse del evangelio porque el
evangelio es poder de Dios, y a su vez debe estar preparado para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia a todo aquel que demande razón de la
esperanza que hay en él. Hasta aquí estas fueron las meditaciones expuestas las
cuales tienen como objetivo describir las
diferentes transiciones que evidencian una verdadera conversión.
Considero
muy importante hacer este trabajo porque el cristianismo, ya desde hace varias
décadas, está en crisis, se ha desmoronado casi por completo de sus bases y solo quedan las ruinas, al punto tal
que hoy por hoy lo que se considera cristianismo está totalmente influenciado por el mundo. Estamos viviendo una era relativista, o sea, una era donde se
piensa que existen muchas formas de ser cristianos, una era donde se piensa
que existen muchos caminos para llegar a Dios, sin embargo debemos saber
que el evangelio es absoluto, de
manera que hay solo un camino, una sola verdad y una sola vida que lleva a Dios
y todo esto está encerrado en el Señor Jesucristo (Jn 14:6) y fuera de él todo es
mentira. Por lo tanto la vida cristiana aquí en la tierra debe ser tal como
lo fue la vida de Cristo, y en este sentido él no gozó de ningún beneficio
terrenal porque su patria era celestial, del mismo modo también nosotros, no
debemos desviar nuestra atención hacia lo terrenal porque él nos ha preparado
una morada celestial. Somos simplemente peregrinos en el mundo que transitan
por una senda angosta y difícil de caminar, ya que posee diferentes obstáculos
que el cristiano debe superar, los
cuales se traducen también como las diferentes batallas que tenemos que pelear.
Por esta razón una de las características del verdadero cristiano es que frente
al mundo él es un soldado de Cristo, por lo tanto debe lucir como un soldado,
vivir como un soldado porque Cristo lo hizo un soldado, y si somos soldados significa que hay batallas que debemos pelear, y
si hay batallas que debemos pelear es porque
existe un enemigo que debemos derrotar,
y si existe un enemigo que debemos derrotar es porque estamos en una constante guerra espiritual.
Por tanto debemos ser muy cautelosos en toda
nuestra manera de andar.
Si
tenemos que considerar como le ha ido a los cristianos de hoy en lo que a “victoria
sobre el pecado”
se refiere, tenemos que
decir que estamos viviendo uno de los
tiempos más lamentables del cristianismo, si buscamos hacer un cuadro de la situación del
cristianismo actual sería como imaginar un campo de batalla donde se ve
a muchos, pero muchos soldados tendidos sobre el suelo a punto de rendirse
por causa de lo malherido que están. Así considero que esta el cristiano de
hoy, abatido por causa del pecado, a
punto de rendirse y perder esta guerra espiritual. Y esta es la razón por
la cual me propongo abordar en esta meditación el asunto de las batallas que el
cristiano debe afrontar.
EL
PECADO QUE MORA EN MÍ
A pesar de que hablar de las
batallas del cristiano puede englobar muchos aspectos de su vida, tanto espiritual, como emocional y también físico,
me propongo en esta meditación solo hablar de un enemigo en particular, y es un
enemigo que convive dentro de nosotros y se llama “el pecado que mora en mí”,
un enemigo que por cierto el cristiano no ha podido vencer en su totalidad.
Romanos 7
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo
a la ley del pecado que está en mis miembros.
1°Pedro 2
11 Amados, yo os ruego
como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
Hebreos 12
4
Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo
contra el pecado;
Romanos 12
21 No
seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Uno de los enemigos
más incesantes del cristiano es el pecado que habita en su propia naturaleza
carnal, aquel impulso vehemente que busca satisfacer deseos carnales tales como
vicios, placeres, vanagloria, etc. (1°Jn
2:16) que una vez que logra su cometido derriba al cristiano abriéndole
al mismo tiempo una puerta a Satanás, quien es el acusador (Ap 12:10), el cual se encarga de aplastar la conciencia
del cristiano generándole una amarga frustración, desanimado y auto
descalificación. Porque lo martiriza tratando de convencerlo que es un
pésimo cristiano y que Dios ya no tiene más interés en él y que ya no va a
hacer mas nada con él. ¿Cuántos de nosotros hemos vivido esta experiencia? ¿Cuántos
hay que han sido doblegados por su propio pecado? ¿Cuántos hay que al día de la
fecha no han podido renunciar (Tit 2:12)
a su naturaleza carnal sino que siguen siendo vencidos por ella?
LA ACTITUD
Romanos 12:21 No seas
vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. Quizás la pregunta para esta cita sea
- ¿Y
cómo se logra eso? Lo he intentado durante todos estos años pero no puedo
lograrlo ¿Hay acaso alguna receta o fórmula para vencer? – La respuesta es ¡SÍ!
¡Si hay una fórmula y una receta para
vencer el pecado que mora en mí!, y está en Jesucristo, solo debes leer
detenidamente este manual de principio a fin la mayor cantidad de veces que
puedas al año y orar sin cesar todos los días de tu vida y te aseguro que lo
vas a lograr. Ahora si esperabas algo fácil así como “los
cinco pasos o cinco versículos para vencer el pecado” o cosas por el estilo lamento
desilusionarte. Y además tengo que decir que tales recetas nunca han
funcionado. Nos hemos encargado de alimentar y complacer durante tantos años
nuestra naturaleza carnal que hemos
creado en nosotros mismo un gigante inmoral, ¿Y ahora lo
queremos vencer con un par de versículos y breves momentos de oración?, tal cosa no va a suceder, esto es una dura batalla que se extiende a
lo largo de nuestra vida. El pecado que mora en mí es algo que debo que
vencer cada día de mi vida - ¿Lo quieres vencer? ¿Lo
aborreces?
Lo
primero que el cristiano debe hacer comienza
con una cuestión de actitud, o sea, tomar
conciencia de que mientras estemos en este mundo vamos a estar en una constate
guerra espiritual con el pecado, por consiguiente debemos comportarnos
como verdaderos soldados, de otro modo seremos derribados. En otras
palabras, nuestra postura mental debe
ser como la de un soldado en batalla que vive en un campamento militar, cada
día despertamos tomando conciencia que estamos en ese campamento militar porque
estamos en una guerra,
por lo tanto todo nuestro despliegue y
movimiento durante el día tiene que ser
con precaución porque de otro modo cualquier descuido nos va a representar un disparo
certero del enemigo, y esto tristemente suele suceder muy a menudo, pero sucede
como consecuencia de nuestra distracción. Como soldados de Cristo jamás
debemos relajarnos en el campo espiritual, porque el enemigo que anda como león
rugiente buscando a quien devorar (1°Pe 5:8) está esperando nuestro desliz para
disparar sus ponzoñosas saetas de maldad, y esto lo debemos ver prácticamente en el sentido literal. Por tanto debemos tomar conciencia que estamos en
guerra y existe un enemigo que nos acecha porque nos quiere devorar.
LA ARMADURA
Si nos
armamos de tal pensamiento es un gran
avance para el cristiano, pero debo decir que no es suficiente, porque adentrarse en una batalla requiere de armas
de combate, por lo tanto cualquier cristiano que carezca de ellas va a
estar en serios problemas.
En la
carta que el apóstol Pablo le escribe a los efesios describe la armadura de un soldado greco-romano como
analogía de la armadura del soldado de Cristo (Ef 6:10-18). Allí se nos
habla de una armadura que Dios provee a
sus hijos para que puedan combatir contra el adversario.
Efesios 6
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies
con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el
escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de
la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo
con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos;
Aunque
me agradaría mucho detenerme y explicar de forma extensa lo que representa cada
una de estas partes de la armadura cristiana no lo haré en este momento porque
no es el objetivo de esta meditación, pero si voy a hacer una breve
descripción del los mismos y también enfatizar el verso “13” el cual declara que debemos
tomar toda la armadura para poder estar firmes. ¿Tienes la armadura completa? Como
soldados debemos mirarnos detenidamente y ver de qué partes de esta armadura
estamos careciendo - espero
que no de todas – El cinto de la verdad, y esto tiene que
ver primeramente con nuestra conciencia, a fin de librarnos de la mentira y
la hipocresía, la coraza de justicia,
y esto se refiere a nuestro proceder diario practicando la verdad y la
justicia de Dios, el apresto del
evangelio, y esto se relaciona primeramente con nosotros mismos, porque
debemos estar convencidos que ahora estamos en paz con Dios por medio de la
sangre de Cristo y no por medio de nosotros mismos, el escudo de la fe, no basta solo con tener el cinto, la coraza y
las sandalias, sino que sobre todas estas partes se debe portar un gran escudo
que es la fe en Dios, porque es Él quien va a pelear por nosotros si
verdaderamente confiamos en él (Ro 8:31), el yelmo de la salvación se relaciona de forma directa con la seguridad
de nuestra salvación, es algo que opera en nuestra mente y nadie debe movernos
de ello, satanás siempre busca hacernos tambalear en esta área. Por último
se menciona la única arma de ataque que tenemos como soldados, y esta es la espada del Espíritu que es la palabra de
Dios, y se tiene que ver de forma directa con el buen uso que hacemos de
las escrituras (la palabra en griego es “rima”
que se refiere a vocablo, declaración),
las cuales son el testimonio de la palabra de Dios. Como cristianos
tenemos que saber usar muy bien la palabra de la verdad (2°Ti 2:15), del mismo modo que Jesús
mismo la uso en el desierto en la tentación de satanás. Además, fuera de la
armadura se suma a todo esto la oración
incesante (orando en todo tiempo con toda
oración y suplica en el Espíritu).
O sea que no basta solo con la completa armadura sino también con una vida
entregada a la constante oración a Dios.
En
función de toda esta descripción vuelvo a preguntar ¿estás
listo para la batalla soldado de Cristo? La única forma de poder salir al combate es si contamos
con esta armadura, la falta de cualquiera de sus partes nos hará soldados
incompetentes propensos a la derrota constante frente al pecado.
2°
Corintios 10
3 Pues aunque andamos en la carne, no
militamos según la carne;
4 porque las armas de
nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas,
BATALLANDO CON EL PECADO
Ahora,
puede que esta parte que sigue a continuación suene algo confusa o en
contraposición con lo mencionado recientemente, no obstante es el sentido práctico de lo que representa
batallar con el pecado. Siempre que se nos habla de guerra y batallas nos
imaginamos que debemos pelear cuerpo a cuerpo contra el pecado y contra satanás,
y no es un mal pensamiento, pero en lo que a la práctica se refiere debemos
tener en cuenta que el objetivo de
batallar tiene que ver con salvaguardar nuestras integridad espiritual, y
esto en muchas ocasiones representa huir
del pecado, y hablo en el sentido práctico de lo que es huir.
Una vez
escuche a un predicador hablar de que hay que vencer a los pecados del mismo
modo que David venció a Goliat (cortarle la cabeza), y aunque no es una mala comparación sin
embargo puede llegar a ser algo confuso en el sentido práctico, por ejemplo
¿Cómo se aplicaría esto frente al pecado sexual, o el vicio del alcohol, el cigarro
o la droga? Porque frente a tales pecados el
cristiano no tiene más opción que huir de allí, el apóstol Pablo nos habla
de que hay que huir del pecado de la fornicación (1°Co 6:18), como también le
escribe a su compañero Timoteo que debe huir de las paciones juveniles (2°Ti 2:22),
y si recordamos a José frente a la esposa de Potifar (Gn 39:12)
vemos a un hombre de Dios huyendo frente al pecado de la inmoralidad sexual,
o sea que huir, en lo que a estos pecados
se refiere, no es una acción de cobardía, tampoco es una derrota frente a estos
pecados, sino es una estrategia de combate que nos permite salvaguardar nuestra
integridad espiritual para estar en paz y perfecta comunión con Dios. No debemos
cometer el error de querer aguantar o resistir frente a estos pecados como si
le estaríamos presentando batalla, tal postura no es bíblica y de seguro nos
va a doblegar, es un hecho que no lo vamos a vencer de ese modo, debemos huir
de él, simplemente abandonar el lugar, alejarnos
de allí a toda prisa, porque es una forma bíblica de combate.
También
el apóstol Pedro en su carta a la iglesia describe que una de las características que hacen al obrero cristiano es que los
mismos han “huido” y con esto se refiere a que se han “alejado” de la
corrupción del mundo por causa de la concupiscencia.
2°Pedro 1
4 por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido
de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
EL CARÁCTER TRAS LA DERROTA
Sin
embargo hablar de batallas también implica hablar de “derrotas”, bueno sería
para nosotros jamás haber experimentado la derrota, pero tristemente hemos degustado de este trago amargo y quizás más de
una vez. No obstante debemos decir que es necesario que el cristiano
sepa cómo manejar estas situaciones, porque de lo contario el adversario
tomará ocasión por este lado para aniquilar al cristiano hasta acabarlo por
completo (matarlo). Por esta razón
debemos aclarar que perder una batalla no es haber perdido la guerra, y un
claro ejemplo de esto en este caso es “el
boxeador”, si analizamos a este luchador
vemos que enfrenta básicamente doce peleas (que son los doce
round) contra el
mismo contrincante, puede haber comenzado ganando los primeros round, pero
también puede haber caído en los siguientes, no obstante su disciplina y entrenamiento le enseño que en cada caída él
debe levantarse y continuar la pelea hasta el final, además en cada entre
tiempo el vuelve a su esquina y allí
recibe agua para fatigar el cansancio, medicina y tratamiento para sus heridas
y también instrucciones de combate para poder continuar peleando los siguientes
rounds hasta el final de la pelea. Hay boxeadores que empezaron
perdiendo los primeros 6 rounds, pero luego por la fortaleza interior y por la instrucción
de sus managers y asistencia de su equipo lograron revertir la situación y
vencer a su contrincante por nocaut. Vencieron
aun cuando parecía que estaban derrotados, y el secreto de ellos fue NO darse
por vencido por más de haber caído en algún round. Del mismo modo el
cristiano, puede que caiga en algunas batallas, pero esto no significa que la guerra
está perdida, por consiguiente debe sacar fuerzas de debilidad (He 11:34)
y levantarse y seguir combatiendo hasta terminar la pelea, por supuesto debe
acercarse a su entrenador, quien en este caso es el Señor Jesús, y recibir
las instrucciones para aniquilar a su contrincante, y también debe acercarse a
su equipo de asistencia el cual es la iglesia y familia de fe.
Pablo
escribe en su carta a los Corintios (2°Co 4:8) que aunque en circunstancias se encontraban derribados, aun así no estaban
destruidos. Y me parece que esa debe ser la postura y carácter del
cristiano - Puede que haya sido vencido por algún pecado, y de
verdad estoy arrepentido, me siendo abatido y triste, no sé qué hacer – Debes levantarte, debes ir a Dios,
debes recurrir inmediatamente a Él.
Lucas 15
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de
ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Dios tiene solo una respuesta frente a
esta postura, y es la
sangre de su hijo Cristo derramada en la cruz la cual expía todos nuestros
pecados (1°Jn
1:7), y del mismo modo que el padre del hijo prodigo mato el becerro
engordado, así también Dios envió a su
hijo a morir en la cruz por nuestros pecados.
Un
cristiano jamás debe dudar de la eficacia de la sangre del Señor Jesús, este
es siempre en todos los casos nuestro terreno de acercamiento a Dios, es
por medio de la fe en su sangre que tengo acceso a Dios y no en función de
mis propios aciertos o desaciertos. No hay nada más satisfactorio para Dios
que la sangre de su Hijo Cristo esparcida sobre nuestro ser. Así que si
hemos caído en pecado debemos levantarnos, ir al Padre y confesar nuestro
pecado, arrepentirnos y descansar sobre el terreno de la sangre de Cristo, la
cual actúa primeramente para satisfacer
al Padre, actúa para tranquilizar la
conciencia del cristiano y actúa para quitar todo terreno de acusación satánica.
Romanos 8
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?
Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el
que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros.
LA VICTORIA POR MEDIO DE LA OBEDIENCIA
Del
mismo modo que ocupamos tiempo para hablar de “la derrota” también ocuparemos tiempo para hablar
de “la
victoria”. A menudo se
escucha decir en el cristianismo actual que una vida sin pecado es imposible de
alcanzar, dando a entender que el cristiano está condenando a pecar de por vida
y que no hay que pueda hacer contra ello. Uno de los argumentos que más se escucha es que
la perfección se alcanza al final de nuestra vida, y la verdad que tal declaración hace
ver a la santidad como algo inalcanzable, como una utopía en la vida
cristiana, sin embargo tal enseñanza
no proviene de la biblia, antes vemos que las escrituras nos hablan de una vida
sin pecado, y se nos habla de ella como una vida accesible para el
cristiano, de otro modo los apóstoles
nos estarían mintiendo exigiéndonos algo que ni ellos alcanzaron y que nadie
puede alcanzar. Pero sabemos que no es así, sino que los que nos mintieron durante
muchos años fueron aquellos falsos maestros que se encargaron de embotar la
vida cristiana en una vida derrotada por el pecado justificándola por medio de
argumentos carnales sin victoria sobre el pecado.
1°Juan 3
6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha
visto, ni le ha conocido.
7 Hijitos, nadie os
engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.
8 El que practica el
pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto
apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de
Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
De acuerdo a las escrituras existe una vida cristiana exenta de pecado, y es lo que yo llamo la
victoria sobre el pecado, y es la vida que vivió el Señor Jesús y la reprodujo en cada
uno de sus apóstoles y también en cada uno de los que habían de creer en Él por
medio de su Espíritu Santo. ¿Cómo se
logra esa forma de vida?
Gálatas 5
16 Digo,
pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. (Ro 8:13)
He aquí la razón
de todos nuestros problemas, no alcanzamos a vencer el pecado porque no
estamos andando en el Espíritu de forma constante, sino esporádicamente,
sin embargo Dios nos manda a vivir en el Espíritu Santo durante toda nuestra
vida y no satisfacer los deseos de la carne. Y esto no es otra cosa que una vida sujeta a total obediencia.
Santiago4
7 Someteos (subordinarse, sujetarse,
obedezca), pues, a Dios; resistid (oponerse,
contradecir, no obedecer) al diablo, y huirá de vosotros.
8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo,
purificad vuestros corazones.
¿Anhelas una vida
sin pecado? Bueno, del mismo modo que
hemos dedicado tiempo y años a mantener esta carne sustentándola con alimentos,
vestimentas y placeres, del mismo modo se debe ahora atender la vida en el
Espíritu, dedicándole tiempo y proveyendo
para lo espiritual cada día a fin de andar en el Espíritu y no caer en pecado.
2°Pedro 1
5 vosotros también, poniendo
toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud,
conocimiento;
6 al conocimiento,
dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 a la piedad, afecto
fraternal; y al afecto fraternal, amor.
8 Porque si estas cosas
están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en
cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9 Pero el que no tiene
estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la
purificación de sus antiguos pecados.
10 Por lo cual,
hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
La
paz del Señor Jesucristo.-
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