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MENSAJE
DOMINGO 25/06/2017
Por el Hno. Gabriel. -
Introducción
Continuando con este
breve estudio de las cartas Paulinas, y habiéndonos adentrado ya en su segunda
carta a los Corintios, abordaremos con esta meditación el contenido de los
capítulos 3 y 4 respetando su contento y extrayendo a su vez la aplicación
directa que tiene para la Iglesia de hoy.
Contexto
Antes de adentrarnos
en la lectura de los capítulos 3 y 4 consideraremos el contexto de los mismos
el cual viene determino por los últimos versos del capítulo 2 y más
precisamente desde el verso 14 al 17. En esta cita, Pablo de manera breve menciona
que su trabajo en cierto modo o de manera analógica era como la imagen de
servidores del Rey vencedor que entraba triunfante en cada ciudad conquistada,
en donde aquellos que lo recibían en cierto modo recibían el derecho a vivir y
aquellos que se resistían al señorío del nuevo Rey solo acarreaban para ellos
condenación y muerte.
2°Corintios 2:14 Mas a Dios gracias, el cual
nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el
olor de su conocimiento. 15 Porque para Dios somos grato olor de
Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos
olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 17
Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que
con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.
Entonces su
presencia en cada ciudad como heraldos y embajadores de Cristo el Rey de reyes
y Señor de señores era en cierto modo olor de vida para los que creían en Jesús
el Cristo (olor de salvación, olor de
triunfo, olor de gracia, olor de perdón), pero para los que no creían sino
rechazaban a Cristo, la presencia de Pablo y sus compañeros en cada ciudad era
olor de muerte (olor de condenación, olor
de juicio, olor de castigo, olor de sentencia). Por tanto, no era un
trabajo fácil para Pablo representar fielmente a Cristo en cada lugar, de hecho,
él mismo dice; “nadie es suficiente para
este trabajo” en el sentido que nadie humanamente posee la virtud
suficiente para representar a Dios, sino que esto es posible solo por medio de
las virtudes extraordinarias impartidas por el Espíritu Santo.
Y es por medio de estas
virtudes que Pablo y sus compañeros son fieles servidores de Dios, que de
ningún modo buscan corromper la verdad del evangelio como para agradar a los
hombres o sacar beneficio propio, sino que predican
con denuedo salvación para los que creen y condenación para los que no creen,
sabiendo que su trabajo a la verdad no es auditado por los hombres sino por
Dios mismo, porque imparten el mensaje fielmente “departe de Dios” (sin adulterar la palabra) y a su vez realizan este
trabajo “delante de Dios” (supervisado
por Él), lo cual dicho de otro modo; realizan
su trabajo a sabiendas que son supervisados por Dios en todo tiempo, y de
este modo hablan confiadamente en todo lugar no tratando de agradar a los
hombres sino a Dios quien lo envío (1°Ts 2:4, Ef
6:6, Ga 1:10).
Una carta escrita con tina y lápiz del Espíritu
Entonces, a fin de
que tales palabras no suenen como una auto recomendación, aclara;
2°Corintios 3:1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros
mismos? ¿O tenemos
necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de
recomendación de vosotros? 2 Nuestras
cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y
leídas por todos los hombres; 3 siendo
manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no
con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en
tablas de carne del corazón.
Entonces, luego de toda
aquella declaración expresada en los versículos 14 al 17 del capítulo 2 y a fin
de que no parezca una auto proclamación o auto recomendación, aclara que tales
palabras no tenían tal intensión, porque de hecho Pablo no necesitaba de una
recomendación para acreditar su servicio y apostolado, antes da a entender que
los que necesitaban de recomendación y demás protocolo de presentación eran en
definitiva los falsos maestros, aquellos que por medio de cartas necesitaban
acreditar su identidad, ser aceptados e imponerse como maestros y líderes de la
iglesia, tal y como sucede hoy en día; necesitan identificarse con una
recomendación de hombres, una cobertura de hombres, un papel insignificante,
algo que valide o diga que ellos son verdaderos siervos de Cristo, si en
definitiva quien valida tal cosa es Cristo mismo y no los hombres.
Entonces, aquellos
que se valían de recomendaciones, al final su identidad eran simplemente cartas
y demás papeles protocolares, sin embargo, Pablo dice; Si quieren una carta departe
mía ¡Que mejor carta que el trabajo realizado en ustedes! Escrito con esfuerzo y
empeño, con un brazo desgastado y rendido por ustedes… –Yo
no necesito carta para probar que soy verdadero ¡el trabajo en ustedes demuestra
mi veracidad como siervo de Dios! Si desean una carta para probar mi autentico apostolado
esa carta son ustedes mismos–.
La Iglesia en
Corinto era en cierto modo la carta de Pablo, su trabajo con la predicación del
evangelio y la posterior conversión de los corintios era su mejor carta de recomendación,
la conversión experimentada por los corintios saliendo de los ídolos hacia el
verdadero Dios era una carta pública a favor de Pablo, leída y vista por todos
los hombres (todos sabían en Corinto que
Pablo fue el precursor de la iglesia allí). Y a su vez una carta escrita no
por él y no con tinta y papel que se desvanecen y no perdura, sino una carta
escrita por Cristo, por tinta de su Espíritu Santo y no en papel sino en el
corazón de los hombres, carta imborrable (y
vaya que si lo fue) … entonces ¿Qué tipo de
carta prefieren? ¿Un papel escrito por hombres que dice; fulano es verdadero servidor?
o ¿Una vida y un trabajo con el sello del Espíritu de Cristo que declara y acredita
la veracidad sin necesidad de palabras?...
4 Y tal confianza tenemos
mediante Cristo para con Dios; 5 no que
seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros
mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6
el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la
letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.
Entonces, Pablo
estaba seguro de que el trabajo realizado con los corintios era un trabajo bien
ejecutado con el sello de Cristo, y por supuesto tal confianza no radicaba en virtudes
humanas sino en la capacitación y dotación del Espíritu de Dios para dicha
labor. Dicho de otro modo, Pablo tenía bien
presente que toda su eficacia en la predicación y servicio a la iglesia provenía
de Dios, es Dios quien lo escogió, es Dios quien lo capacito, y es Dios quien
puso su don sobre él para hacer esta labor. Y no podría ser de otra
manera, porque no era Pablo simplemente un mensajero común, sino que fue constituido
ministro de un Nuevo Pacto, como un heraldo de Dios con el trabajo de promulgar los
términos del Nuevo Contrato de vida para la humanidad, tarea para nada pequeña.
Un pacto ya no basado en tratar de lograr una justificación por medio de las
obras de la ley (escritas en tablas de
piedra por fuera del hombre), sino un Nuevo Pacto por medio del Espíritu de
Cristo, un Pacto escrito en el corazón de los hombres, un Pacto para ya no condenar
y matar a los hombres, sino un Pacto Eficaz, en donde el hombre haya segura Salvación
por medio de los méritos de Cristo, quien nos justifica por medio de su obra en
la cruz, habiéndonos sustituido en nuestra condena, y expiando cada uno de
nuestros pecados por medio de su sangre, impartiéndonos su vida por gracia y
solo por gracia. Vaya promulgación que tenía Pablo a cargo.
La supremacía del nuevo Pacto
7 Y si el
ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con
gloria, tanto
que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a
causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación
fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. 10 Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto,
en comparación con la gloria más eminente. 11
Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
Ahora, es evidente que
para los judaizantes el ministerio del Antiguo Pacto era mucho más superior en
gloria que el ministerio del Nuevo Pacto a cargo de Pablo mediante la
predicación del evangelio. Los judaizantes habían encumbrado el Antiguo Pacto
como la promulgación más gloriosa departe de Dios hacia los hombres. Impartido
desde el monte Sinaí de una forma excepcional en donde Dios desplego parte de
su gloria al pueblo tanto que no podían oír su voz, y tal gloria quedo
impregnada en el rostro de Moisés de modo que tampoco podían contemplar su
rosto, sin embargo, tal gloria al final fue temporal y pasajera, se desvaneció,
al igual que el resplandor en el rostro de Moisés, no fue una gloria duradera.
Y si ese ministerio ineficaz, ministerio
de muerte, ya que ningún hombre pudo ser justificado por la ley (a excepción de Cristo) y que solo sirvo
para poner al descubierto la maldad del hombre, aun así, fue presentado con
gloria… ¡Cuánto mas no será presentado con gloria este Nuevo Pacto de Vida! el
cual ¡SI! es eficaz para salvar a todos por medio del Espíritu de Dios ¡Claro
que tiene mayor gloria!
El problema de los
judaizantes o legalistas era que no estaban viendo la gloria permanente del Nuevo
Pacto, no estaban percibiendo lo glorioso del evangelio, el cual exhibe a todas
las naciones una mayor gloria de parte de Dios desplegada al levantar a su Hijo
Jesús el Cristo de entre los muertos, y se trata en primera instancia de la
gloria de la resurrección, la gloria del poder de la vida expresada en Jesús el
Cristo, lo glorioso de que un hombre finalmente triunfaba sobre la muerte y
extendía su triunfo sobre todos aquellos que habían de creer en Él (1°Co 15:55-57), las escrituras reportan
que el mismo día de su resurrección los sepulcros fueron abiertos y muchos que
dormían fueron levantados (Mt 27:52-53)…
Que mayor gloria que esta, tal evento a la verdad fue deslumbrante, debería eclipsar
nuestro corazón y hacernos caer postrados delante de Él y decir; ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh
sepulcro, tu victoria? Gracias sean dadas a Dios, que
nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
12 Así que, teniendo
tal esperanza, usamos de mucha franqueza; 13
y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de
Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.
A diferencia de
Moisés, quien a causa de la gloria de Dios y a fin de que los israelitas no
pongan la esperanza en aquella gloria temporal debía cubrir su rosto, Pablo y
sus colaboradores no necesitaban encubrir la gloria permanente del Nuevo Pacto,
sino que la exhibían con toda sinceridad otorgando una esperanza segura sobre
las promesas del Nuevo Pacto.
Jesús; la gloria del Sinaí
14 Pero el entendimiento de ellos
se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda
el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. 15
Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el
corazón de ellos. 16 Pero cuando se
conviertan al Señor, el velo se quitará. 17
Porque el
Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay
libertad.
Equivocadamente los
judíos inconversos siguen poniendo toda la esperanza en la justificación por
medio de las obras de la ley, y de alguna manera siguen anhelando una gloria
temporal, siguen contemplado la ley pero con un velo que les impide ver cual
fue en definitiva el verdadero propósito de la misma, el cual por Cristo nos es
ahora revelado de que aquella ley no fue dada para salvarlos sino acercarlos al
verdadero Salvador (al Cristo). Dicho
de otro modo; el propósito real de la ley era desnudar la naturaleza pervertida
y contradictoria de los hombres a las demandas de Dios, a fin de poder ser
alcanzados por un Salvador, el Cristo, la Simiente Santa prometida a Eva. Pero tal
verdad es revelada solo por medio de la conversión, allí
se les caerá el velo y podrán contemplar la verdadera gloria de Dios, la que se
esconde detrás del rostro de Moisés, la gloria que se manifestó en el Sinaí,
aquella extraordinaria y sublime gloria que hablo con Moisés y le dicto la ley,
y verán que esa gloria es Jesús mismo, Jesús es el que hablo a Moisés en el
Sinaí, Jesús es el Jehová del Antiguo Pacto, Jesús es el Espíritu
que se manifestó a Moisés en aquel monte para promulgar su ley y Jesús es el
mismo que ahora los libera de ella, los libera de la condenación del
pecado y de la naturaleza rebelde del hombre, de modo que todos aquellos que
reciben el Espíritu del Señor son libres en Él.
Juan 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren.
Juan 1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Colosenses 1:15 Él es la
imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Juan 8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
18 Por tanto, nosotros todos, mirando a
cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en
gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Entonces, por medio
de su Espíritu nosotros todos podemos ver en este Nuevo Pacto la gloria de
Cristo reflejada en el espejo de las escrituras, no como en el Antiguo Pacto
que solo Moisés podía mirar aquella gloria divina, sino que ahora todos
nosotros podemos ver aquella gloria la cual también se refleja en nosotros y
resplandece haciéndonos brillar para Cristo, y nos va trasformando gradualmente
de gloria en gloria hasta llevarnos por medio del Espíritu a la imagen de
Cristo (su carácter, su mansedumbre),
un siervo obediente y perfecto hasta la muerte.
Jesús la imagen de Dios
2°Corintios 4:1 Por lo cual, teniendo nosotros
este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no
desmayamos. 2 Antes bien renunciamos
a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de
la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. 3 Pero si nuestro evangelio está aún
encubierto, entre
los que se pierden está encubierto; 4
en los cuales el
dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca
la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. 6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la
luz, es
el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de
la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Aclarado entonces el
tema de cual Pacto tiene mayor gloria y además permanente, Pablo asume la
responsabilidad de llevar adelante tal ministerio (concedido por las misericordia y gracia de Dios) con esfuerzo y
dedicación, el mismo expresa; “no
desmayamos”, lo cual puede traducirse también; “no nos cansamos ni nos rendimos, sino que seguimos adelante con
denuedo y vigor”. Llevar adelante el peso de tal ministerio demandaba de
ellos una vida trasparente, una vida que no esté envuelta en inmoralidades
secretas, ni pecados ocultos, ni hipocresías, de modo que nada haya en sus
conciencias ni en la conciencia de los hombres como para poder acusarlos
delante de Dios, sino ejecutar un servicio puro y transparente, exponiendo la
verdad con toda fidelidad sin cambiar ni trastocar absolutamente nada para el
agrado de los hombres.
Cuantos ministros y
predicadores hay hoy que predican una cosa, pero con su vida hacen otra,
predicadores que no tiene escrúpulos para criticar a otros, pero ellos mismo
practican el mismo pecado en secreto, ministros que exponen una verdad en
público, pero la quebrantan en privado, y esconden detrás de su cortina ciertos
pecados vergonzosos y cierran la puerta para no dejar ver su inmoralidad.
Pablo afirma que su
trabajo siempre fue público en todos los sentidos, a fin de no ocultar o encubrir
la gloria del evangelio de Dios, de modo que aquellos que no ven o perciben la
verdad detrás del evangelio es porque sencillamente no serán salvos, no tienen
la capacidad de distinguir la verdad por más que se les predique mil veces, sino
que sigue estando oculta para ellos. Y la razón de su incomprensión es porque
satanás les cegó el entendimiento con la vanidad del mundo, obstaculizando su
vista para que no les resplandezca la luz del evangelio, y no pueden ver a
Jesús el Cristo como el Dios manifestado en carne, el Verbo de Dios, la palabra
encarnada.
De hecho este es el
centro de la predicación de Pablo y debe ser la de todo siervo de Dios, porque
la idea detrás de la predicación no es exhibirse a uno mismo sino a Jesús el
Cristo como el Señor, no como la historia de un buen carpintero de Nazareth, sino
como el Señor de señores y el Rey de reyes, y los predicadores simplemente como
siervos inútiles de Él (y esto también por su gracia y misericordia) el cual resplandeció
sobre nosotros su gloria alumbrando nuestro corazón y entendimiento a fin de
poder ver en Jesús el creador de todas las cosas, al mismo Dios que mando que
sea la luz desde el principio, Dios manifestado en carne en la faz de Jesús el
Cristo.
Colosenses 1:15 Él es la
imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
1°Timoteo 3:16
E
indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue
manifestado en carne…
Filipenses 2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo
es el Señor, para gloria de Dios Padre.
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de
barro, para que la
excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8
que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados; 9 perseguidos, mas no
desamparados; derribados,
pero no destruidos; 10
llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 11
Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de
Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.
Tal conocimiento y
revelación de Dios, tal luz de Cristo resplandeciente en los corazones, tan
hermoso evangelio no es sino un verdadero tesoro para los hombres, depositado
por Dios en las personas, débiles recipientes e indignos de portar tan grande y
sublime verdad, vasos de barro, débiles y quebradizos, innecesarios, fácilmente
reemplazables. Es un hecho que no son los hombres la atracción sino el
evangelio mismo, Cristo es la atracción principal en la predicación del
evangelio, los hombres a la verdad son vasos despreciables y descartables. No
son los hombres los que otorgan la salvación a las personas, la salvación es el
resultado del poder de Dios obrando por medio del evangelio en el corazón de los
hombres.
Es evidente que algo
anda mal cuando el vaso trata de brillar más que Cristo, cuando los hombres
buscan atribuirse la gloria de la salvación impartida por los méritos y
créditos de Cristo, de verdad que es despreciable cuando el vaso de barro trata
de ocultar el brillo del tesoro de Cristo. Apena escuchar a predicadores atribuirse
el crédito de la salvación; gane mil almas para Cristo ¿?…
No hay gloria para
el vaso porque en sí es un instrumento débil, Pablo referido a él mismo dice;
mi carne sin Cristo esta atribulada en todo, pero es por el Espíritu de Dios
que no estamos angustiados, mi carne sin Cristo siempre está en apuros, pero
por el Espíritu de Dios que no estamos desesperados, mi carne sin Cristo esta
perseguida, pero por el Espíritu de Dios no estamos desamparados, mi carne sin
Cristo está a menudo derribada, pero por el Espíritu de Dios que no está
destruida. O sea que el poder es de Dios y no de los hombres, del contenido y
no del vaso.
Lo que es en si el
vaso es un medio para mostrar en carne propia los vituperios de Cristo y su
muerte, para que también detrás de cada vituperio y debilidad se exhiba la vida
triunfante de Cristo en nuestra carne mortal.
El precio de Pablo
por llevar adelante el trabajo del evangelio en cada ciudad fue una constante sentencia
de muerte en su contexto humano, siempre entregados a muerte por causa del
rechazo de los hombres hacia Jesús, pero a su vez, esto de ningún modo detenía
la verdad del evangelio, sino que al final tal sentencia de muerte exhibía con
denuedo y valor la vida de Cristo en nuestro cuerpo mortal, o sea, por medio de
estar sentenciados a muerte se predicaba la vida, dicho de otro modo; para que
la vida sea presentada a ustedes (los
corintios) nosotros debíamos enfrentar la muerte de manera constante.
13 Pero teniendo el mismo
espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros
también creemos, por lo cual también hablamos, 14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también
nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 15 Porque todas estas cosas padecemos
por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la
acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. 16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
No había otra razón
que explique la continuidad del trabajo ministerial de Pablo a través de
aquella constante sentencia de muerte, sino por medio de una fe verdadera, tal
como la fe de los salmistas que constantemente esperaban en Dios en medios de
sus tribulaciones, del mismo modo también Pablo a pesar de las tribulaciones
que amenazaban de muerte su vida, igual hablaba sin temor confiando que Dios le
libraría de cualquier valle de muerte. Porque servía
al Dios que levanto con poder a Jesús de la muerte, de modo que la muerte no es
un impedimento para el desarrollo de su trabajo, porque el poder de la
resurrección actuara también en él para librarle de la muerte en todo sentido,
tanto de las amenazas de muerte que buscaban detener su ministerio como también
de la muerte misma en el sentido del fallecimiento. Dicho de otro modo; Pablo no tenía temor de la muerte física porque sabía que
al final resucitaría para estar con Cristo y su Iglesia para siempre.
Por lo tanto, todo
el padecimiento que sufría Pablo y los suyos no los detenía, sino que resultaba
en un efecto inverso, más lo impulsaban a seguir el ministerio por amor a los
corintios (la iglesia de Cristo), porque
por medio de los padecimientos abundaba la gracia de Dios para los corintios, y
por medio de esa gracia impartida a ellos abundaba de parte de ellos la acción
de gracia para con Dios. Por esta causa Pablo dice; no
nos rendimos, sino que continuamos, y por más que nuestra carne de alguna
manera sea destruida y consumida, de todos modos, es una cascara que al final se
tiene que romper, para que la verdadera vida aflore desde el interior (como una semilla), así que mientras más
se desgasta este cuerpo físico más se fortalece la vida interior, mientras más
muero más vivo estoy para con Cristo.
17 Porque esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no
mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas.
En virtud de lo
expuesto en el verso 16 y anteriores, las tribulaciones no eran un obstáculo
para Pablo, éstas no lo detenían, tampoco lo atemorizaban con el pensamiento de
la muerte física, no generaban en él un peso de muerte y tristeza sino al
contrario, estas “leves tribulaciones”
generaban un peso de vida y gloria en el Señor Jesús, porque detrás de lo que
era en si la muerte física le esperaba la gloria de Cristo, las tribulaciones a
la verdad eran temporales, pero la gloria en Cristo son eternas, entonces, a más
tribulación temporal mayor gloria eterna.
Desde esta
perspectiva, su mirada no está puesta en las cosas materiales de este mundo
vano sino en las cosas que no se ven, las celestiales, no tenían una mirada
material sino espiritual, no miraba el presente sino el futuro, no le
interesaba visible sino lo invisible, no miraba lo temporal sino lo que es eterno,
que no es otra cosa sino andar por fe no mirando las cosas que se desvanecen sino
las que no se ven, pero permanecen.
La paz del Señor Jesús el Cristo. -
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