PÁGINAS DE INTERÉS

UNA IMPAGABLE DEUDA FUE PERDONADA




MENSAJE DOMINGO 06/07/2014

Por el hno. Gabriel.-

Salmo 133
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!

Una de las aplicaciones más comunes que tiene este salmo en el cristianismo actual es aquella que lo asocia directamente con los días de culto que tiene cada iglesia, entendiendo que aquella deliciosa convivencia de los hermanos en armonía de la que habla el salmista solo se la puede experimentar en la reunión de los días domingo, donde todas las familias llegan, se ven, se saludan, se abrazan, conversan, se ríen y al final de la reunión se despiden calurosamente hasta el próximo domingo y se acabo, todos los hermanos han degustado de una deliciosa experiencia de haber habitado juntamente en armonía unos con otros tan solo por dos horas y listo, ¡que delicia!.

Ahora, yo no estoy negando que uno puede experimentar esta deliciosa convivencia en armonía los días de las reuniones, sin embargo el salmista no está haciendo alusión a solo dos o tres horas de reunión un par de días a la semana, sino se refiere a una acción diaria entre los hermanos, a una práctica de todos los días, a una verdadera convivencia familiar, aquella en la cual los hermanos se relacionan entre si todos los días con el único propósito de preservar la unidad familiar. Eso es habitar los hermanos juntos en armonía.

Pero hablar de lograr tal unidad hoy por hoy dentro de las iglesias es prácticamente un imposible (es una utopía), ya que ni siquiera se puede lograr que convivan armoniosamente un par de horas durante la reunión, ¿Cuánto más hacer de esto un habito diario?

Tristemente las iglesias de hoy carecen de la capacidad para experimentar una deliciosa armonía fraternal, ya que en la mayoría de los casos las familias que se reúnen para alabar a Dios y proclamar su grande amor irónicamente están peleadas entre sí, muchas iglesias están divididas internamente en dos o tres grupos familiares, hermanos que tienen ciertas diferencias con otros al punto tal de no querer saludarse, y aun así toman la cena, oran a Dios y alaban. ¿Cómo será visto esto departe de Dios? ¿Se agradará Dios de una iglesia desunida?

LA UNIDAD; EL OBJETIVO DE LA IGLESIA
La respuesta inmediata a la pregunta es ¡NO!, Dios no puede agradarse en una iglesia que esta desunida, porque uno de los propósitos que tiene la iglesia de Cristo es llegar a ser una familia espiritual unida, por un vínculo superior al de la sangre, el cual es el Espíritu Santo mismo. Jesús a través de las parábolas siempre se refirió al reino de los cielos como un Padre de familia que hizo tal y cual cosa, y es justamente porque uno de los objetivos de conformar su iglesia es hacer de ella una gran familia espiritual que dependa de Él mismo quien es nuestro Padre Celestial, el cual nos ama y busca llevarnos a vivir con Él en  sus moradas eternas.

Juan 17
20  Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21  para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22  La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

Jesús oró por sus discípulos y aun por nosotros a fin de que por medio de su Espíritu alcancemos una perfecta unidad tal como la que Él como Hijo tiene con el Padre, para que por medio de aquella deliciosa y perfecta unidad en armonía el mundo crea que Jesús es el Cristo, el Señor de señores y Rey de reyes, el único en quien hay salvación y perdón de pecados.

O sea que alcanzar aquella perfecta unidad en armonía cumple un excelente propósito en el Señor, hacer que el mundo crea en Él por medio de hechos concretos y visibles, y aunque parezca imposible de alcanzar vemos a través del libro de los hechos que la iglesia primitiva en sus inicios alcanzo dicha unidad y perseveraban en ella cada día, de esta forma el Señor añadía a diario todos aquellos que serían salvos, porque se convertían al Señor por medio de lo que veían en aquella familia, una unidad perfecta en armonía que glorificaba verdaderamente a Dios.
------ Hechos 2
46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

LA OFENSA; EL OBSTACULO QUE SE INTERPONE
Alcanzar dicha unidad sería una de las metas que tiene la iglesia, sin embargo como toda meta que se debe alcanzar siempre se ve rodeada de obstáculos que se deben superar, del mismo modo la iglesia deberá superar todos aquellos obstáculos que se interponer para alcanzar aquella correcta unidad fraternal entre los hermanos de la iglesia. El hecho de que las familias de las iglesias no alcancen una perfecta armonía y unidad funcional entre ellos mismos es consecuencia de no poder superar los obstáculos que se interponer, por tanto tropiezan en ellos y quedan detenidos a mitad de camino sin poder alcanzar el objetivo.

Uno de los obstáculos que se interpone para que la iglesia no pueda alcanzar una perfecta unidad y disfrutar de ella como un preciado bien dado por Dios es “la ofensa”.

¿Qué es la ofensa?; la ofensa es un falta, es una infracción, en otras palabras se podría decir que son todas aquellas acciones nuestras que hacen un daño al otro hermano, que hieren ya sea con palabras o con hechos a otra persona. Más concretamente las ofensas son pecados que un hermano comente contra otro hermano. Del griego la palabra que se traduce como ofensa también se utiliza para referirse a; “errores, faltas, delitos, transgresiones”.

Una ofensa entonces es un pecado que un hermano comete contra otro hermano, y que entorpece directamente la unidad de la iglesia, la opaca, porque es como una herida que si no se sana se vuelve un estorbo que impide que el cuerpo tenga una perfecta armonía, y eso es lo sucede en las congregaciones de hoy, familias ofendidas unas con otros que detienen la obra de la unidad de la iglesia, por causa de estas disputas el nombre de Cristo es desacreditado hacia afuera, porque ellos mismos que por un lado hablan del amor de Dios y del perdón de pecados por otro lado no están dispuestos a perdonarse entre sí, y por esta razón aquella idea de perfecta unidad se vuelve cada día mas lejana para la congregación.

Bueno sería para los hermanos de la iglesia no ofenderse unos a otros, de este modo se solucionaría el problema de raíz y no habría obstáculos para armonizar en una perfecta unidad, sin embargo alcanzar aquella capacidad de no ofender al hermano no es tarea fácil.

Santiago 3
2  Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
… 8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
10  De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

La perfección sería entonces una de las formas practicas de eludir la ofensa, pero buscar solucionar este problema u obstáculo que es “la ofensa” en las iglesias por medio de alcanzar prontamente la perfección no parece ser una buena salida para una inmediata solución del problema.

¿Cuál será entonces la solución o forma de eludir este obstáculo que se interpone para la correcta unidad de la iglesia?

EL PERDON; LA FORMA DE ELUDIR EL OBSTACULO
Mateo 6
14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

La vía mas ligera y eficaz para deshacerse de este obstáculo que es “la ofensa”, y alcanzar de manera precisa aquella perfecta unidad entre los hermanos, es “el perdón”. ¡Que preciado bien del cual carecen las iglesias de Cristo hoy por hoy!

¿Qué es el perdón? Así como ofender es una acción, el perdón también es una acción, es un verbo, que se podría definir como la capacidad que tiene un cristiano de absolver y dejar libre de culpas a otro hermano por todas las ofensas que le ocasiono a su persona.

Todos entienden lo que es el perdón, y aunque parezca demasiado fácil definirlo con palabras, no lo es al momento de llevarlo a la práctica, ya que hay otros sentimientos que se entremezclan (rencor, resentimiento, ira) los cuales impiden que esto pueda ser una acción constante en la vida cristiana, y a veces tenemos la intensión de perdonar pero equivocadamente queremos hacerlo bajo nuestros propios términos, bajo nuestras condiciones, “te perdono, si es que haces tal cosa… te perdono pero que sea la última vez ¿quedo claro?...”

Sin embargo el Señor Jesús cuando opero su perdón en nosotros no expuso condiciones extraordinarias, sino tan solo el arrepentimiento, y de esa forma accedimos a su gracia, y el paso por alto todas nuestras transgresiones y ofensas por medio de la sangre de Cristo. Pero a veces no lo entendemos muy bien hasta que lo vemos graficado en un ejemplo, y es lo que hizo el Señor Jesús con sus discípulos;

Mateo 18
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22  Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete (¿se lo imaginan?).
23  Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos (una exagerada y enorme cantidad de dinero, es una deuda impagable, un talento = 21,6 kg).
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
26  Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27  El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda (probablemente porque sabía que jamás podría llegar a cancelar aquella deuda).
28  Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
29  Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30  Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31  Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32  Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33  ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34  Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35  Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

En caso que no lo hayamos entendido, nosotros somos aquel siervo malo con una impagable deuda delante de Dios, tan grande era nuestra deuda que cualquier intento de nuestra parte por revertir aquella condición era inútil, no había forma de que podamos cancelar la deuda, nos hemos encargamos de ofender a Dios tantas veces con nuestra forma vida la cual estaba llena de pecados, transgresiones y rebelión que no nos merecíamos otra cosa sino el ser arrojados al infierno de fuego con todas nuestras pertenencias, y la única razón por la cual esto no sucedió fue por su gran misericordia con la que nos perdono aquella gran deuda dándonos vida nuevamente para que la vivamos en Él.

Ahora, esta parábola también nos enseña que así como Dios tiene una inmensa misericordia también tiene una perfecta justicia, y así como Él nos perdono a nosotros una deuda impagable justo es que nosotros hagamos también lo mismo con todos aquellos que alguna vez nos ofenden, ya que de lo contrario seriamos tal como aquel siervo malo que no considero la grande misericordia que se hizo con él, sino que fue inmisericorde con su consiervo no perdonándole la deuda, pero tal desconsideración no quedo impune delante del rey, sino que fue ajusticiada.

Una persona que sabe perdonar es aquella que ha entendido verdaderamente el trabajo que hizo Cristo en su vida, porque la capacidad de perdonar no es propia del hombre sino que es un fruto espiritual, en otras palabras se podría decir que es consecuencia de haber comprendido verdaderamente la obra redentora de Cristo en su vida. Él paso por alto todas nuestras transgresiones dándonos vida juntamente con Él, a fin de que pertenezcamos a la verdadera familia de Dios.

EL PERDON; LA FORMA DE PRACTICARLO
El perdón entonces es la forma más eficaz de eludir la ofensa, la cual es el motor que genera tantas divisiones y contiendas en las iglesias, si bien hablar de aplicar el perdón entre los hermanos es algo bien comprendido de todos modos se cometen algunos errores al momento de proceder con ello ya que se malinterpretan algunas citas bíblicas, por ejemplo;

Lucas 17
3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.

Este versículo no está hablando de cuantas veces puedo pecar contra el hermano, sino al contrario, habla de la calidad de perdonar que debe tener el cristiano, porque a veces suele suceder que muchos entienden al revés, y piensan que es un parámetro que indica cuantas veces nos es permitido pelear con el hermano al día, si así fuera la iglesia sería un campo de batalla de personas que están constantemente ofendiéndose.

Primero; No es un versículo que deba usar el pecador (el ofensor) para auto-defenderse o justificarse de su agravio, sino que es un versículo para el agraviado, porque muchas veces la misma persona que ofende exige que se le perdone en función de lo que está escrito aquí. “Perdóname porque así dice la biblia, y eso que aún me quedan seis veces más”

Segundo; Si el hermano que peca contra otro (ofendiéndole) busca ser perdonado debe arrepentirse, debe reconocer su error y pedir que se le perdone, no puede pretender que se le perdone si él no está arrepentido

Tercero; El hermano que fue agraviado debe perdonar al hermano arrepentido sin ninguna condición, así como él fue perdonado por Dios así debe perdonar a su ofensor

Cuarto; El número siete citado en este versículo bíblico es representativo, no se refiere a que anotemos en una libreta las veces que el hermano peca contra nosotros, sino hace alusión a la capacidad de perdonar que debemos tener cada uno de nosotros. Particularmente dudo que un hermano de la congregación pueda llegar a pecar siete veces al día contra otro ¿se lo imaginan? Sería a razón de un pecado cada hora y media. Sin embargo hoy una sola ofensa es motivo para separar a los hermanos de la iglesia durante todo un mes.

La forma práctica que enseña Cristo para tratar con este asunto esta detallada claramente en Mateo;

Mateo 18
15  Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
16  Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
17  Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Esta es la forma correcta de tratar con el asunto, si hay un hermano que tiene un mal comportamiento y ofende a otro hermano, se debe primero hablar con él y a la luz de las escrituras mostrar en lo que está fallando a fin de que se arrepienta, y si se arrepiente se le perdona, ahora si este hermano ofensor no se quiere arrepentirse sino que persiste en aquel pecado, se busca dos hermanos y nuevamente se trata el asunto, si se arrepiente se le perdona y si no se expone su causa a la iglesia, y si no hace caso a la iglesia debe ser excluido de ella.

La única condición en la que opera el perdón es frente al verdadero arrepentimiento, no puede haber perdón si no hay arrepentimiento. Así que siempre que haya arrepentimiento no hay ningún impedimento para el perdón.

EL RESARCIMIENTO COMO CONSECUENCIA DEL ARREPENTIMIENTO
DAÑO FISICO; Puede suceder cuando un hermano pide prestado alguna herramienta, maquina, auto, prenda u otro bien a un hermano de la iglesia y usándola la rompe, la pierde o la estropea de algún modo (le prestó el auto y lo choco) ¿Cómo se procede?

Primero; Si bien se entiende que debemos perdonarnos unos a otros esto no debe ser motivo para tomar ventaja entre los hermanos, el hermano que pida algo prestado a otro hermano debe ser consciente que si rompe aquello que se le prestó deberá responder por el daño ocasionado, al margen que el hermano lo libre de su deuda o no el no debe estar pensando en ello, sino que su compromiso con aquello que pido es devolverlo integro así como se lo presto, de lo contrario le está haciendo un mal a su hermano. Muchas veces sucede que el hermano que ocasiona el daño y no puede pagarlo obliga al hermano que le perdone refiriéndole algunos versículos bíblicos tales como 1° Corintios 6:7 y 8; “hermano debe sufrir el agravio”, en este caso no solo se convierte en el ofensor sino que también hace el papel de consejero espiritual para indicar como se le debe tratar a él, un doble perjuicio, el sale ileso en todos los sentidos siendo él el ofensor. No pida cosas que no podrá devolver y que no sean esenciales; ¿me presta su computadora?...

Un claro ejemplo de resarcimiento es Zaqueo, el cual dio más de lo que la ley judía exigía respecto del resarcimiento, el hombre entendió que hizo daño y busco resarcirlo, compensarlo.

Segundo; la persona que presta también entiende que aquello que presta se puede dañar, así que tenga la capacidad de perdonar el daño o de lo contrario no lo preste.

DAÑO EMOCIONAL; esto sucede mediante un maltrato verbal hacia un hermano u otro integrante de la familia del hermano, pude ser burla ofensiva, falta de respeto, insultos, que hacen que las familias se distancian, “no voy porque el hermano tanto insulto a mi hijo”, el hermano que ofendió pida perdón y el ofendido perdone. Y esto se da mucho en las iglesias, hermanos adultos están peleados unos con otros por cuestiones de los hijos de 8 u 13 años, luego los hijos de amigan nuevamente y los padres no pueden compensar su ofensa. A la verdad son pequeñeces, pero están en las iglesias e impiden que la misma permanezca en una sincera unidad.

Por otro lado también está el que es susceptible, aquel que ante la más mínima cosa se ofende, en tal caso el problema está en la persona

Colosenses 3 (Ef 4:31-32)
12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
14  Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

1° Pedro 1 (Ro 12:10)
22  Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el AMOR FRATERNAL NO FINGIDO, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;



La paz del Señor Jesucristo

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