MENSAJE DOMINGO 24/04/2016
Por el Hno. Gabriel.-
Continuando con el hilo temático de “La vida y obra de Jesús”, respetando el orden cronológico de los eventos,
abordaremos en esta ocasión un encuentro muy particular que hubo entre Jesús y un
fariseo llamado Nicodemo, principal entre los judíos. Relato que únicamente se
registra en el evangelio de Juan y se entiende que es el resumen de la conversación
que hubo entre ellos. Sin embargo lo reportado en este pasaje se considera un
valioso aporte doctrinal, porque es un texto pilar para la doctrina del
bautismo, nuevo nacimiento y evangelismo, y que a su vez para un estudio más
completo se puede separar en dos secciones, siendo la primera sección desde el
verso 1 al 10 y la segunda sección desde el verso 11 al 21:
Juan 3
1 Había un hombre de los
fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie
puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
3 Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede
un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede
acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en
el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo.
8 El viento sopla de donde
quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que
es nacido del Espíritu.
9 Respondió Nicodemo y le dijo:
¿Cómo puede hacerse esto?
10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto?
Contexto histórico
Este importante evento tuvo lugar en Jerusalén, durante el
mes de Abib (equivale al mes de Abril de
nuestro calendario) del año 28 dC, quizás en plena fiesta de los panes sin
levadura (posterior al sacrificio de la
pascua). Jesús se encontraba allí por causa de la fiesta de la pascua a la
que cada año acudía, pero a diferencia de los años anteriores en esta ocasión
Jesús tuvo su primera aparición pública al echar fuera del templo a todos los
comerciantes que se instalaban allí (Jn 2:13-17). Lo cual, debido a la gran
cantidad de adoradores de todo Israel que venían a Jerusalén por causa de la
fiesta de la pascua, la mayoría de ellos, debido a las largas distancias que
debían recorrer, encontraban incomodo y complicado trasladar un animal durante
su largo viaje para sacrificarlo en Jerusalén, por lo que les era más cómodo
comprarlo directamente en Jerusalén, a lo cual, judíos mercaderes y
oportunistas armaban sus puestos de venta de animales (bueyes, ovejas, palomas) directamente en los patios externos del
templo para suplir esta necesidad a los viajeros. A estos se sumaban también los
cambistas quienes armaban sus mesas y hacían el intercambio de las monedas
extranjeras por la de uso corriente para Jerusalén y para el templo. Por
supuesto que ambos, tanto vendedores de animales como cambistas obtenían
cuantiosas ganancias de estos servicios, de los cuales una parte de estas era
para los principales sacerdotes quienes autorizaban esta clase de comercio. Al
permitir esto, transformaban el templo de Dios en un mercado ilegal y barato y opacaban
el verdadero sentido de la pascua judía. A lo que Jesús, movido por el celo de
Dios (Jn
2:17), haciendo un azote de cuerdas desbarato por completo todo este
comercio ilegal volcando las mesas de los cambistas y corriendo a todos los que
vendían animales (bueyes, ovejas y
palomas) en aquel lugar.
Es evidente que tal acción departe de Jesús dejo pasmado a
muchos judíos que se encontraban allí, los cuales quizá se habían acostumbrado y
encontraban normal este tipo de comercio. De seguro también esta situación fue
denunciada al sanedrín, entre los cuales se encontraba Nicodemo.
¿Quién era Nicodemo?
Su nombre es contado únicamente en el evangelio de Juan y solo
en tres ocasiones, de las cuales el relato que se registra en el capítulo tres
es el más relevante de todos. No obstante, las otras dos breves apariciones en Juan 7:50 y
19:39 nos confirma que Nicodemo era un principal de los judíos y que
pertenecía al sanedrín, lo cual también nos da el pie de pensar que Nicodemo
era un hombre rico. Para ese tiempo “el
sanedrín” era la máxima entidad judía que ejercía tanto el poder ejecutivo,
legislativo como también judicial de la nación Judía, aunque para penas
capitales, como sentencias de muerte,
estaba sujeto al control de un procurador romano. Estaba compuesto por setenta
personas entre ellos el sumo sacerdotes quien era el presidente y a su vez pertenecía
a los saduceos los cuales también eran mayoría en el concilio, y la minoría
restante la completaban los fariseos y escribas entre los que se encontraba
Nicodemo.
La etimología del nombre Nicodemo significa “victorioso o conquistador de su pueblo, su
gente”, se estima que era una persona de gran conocimiento escritural (la torá y la tanaj) y doctor en la ley,
muy influyente entre los fariseos. Además
era un importante maestro de Israel, lo cual lo hacia una persona honorable y
respetada por todo el pueblo. En virtud de estos datos se calcula que su edad debe
haber sido de aproximadamente 50 o 55 años.
Desarrollo primera
sección
La escena del capítulo tres de Juan nos muestra que este
importante hombre (Nicodemo) viene a
conversar con Jesús de noche, como una visita clandestina ya que no deseaba ser
descubierto porque un encuentro publico con Jesús arruinaría su reputación (primero; Jesús no era aceptado por los
fariseos y saduceos y segundo; Para Nicodemo, quien era un importante maestro
mayor de edad, acudir a Jesús, un joven desconocido de 30 años, le representaba
una deshonra). Es evidente que aquella acción de Jesús en el templo y otras
señales que Él hizo impactaron en la vida de Nicodemo y de los fariseos al
punto tal que tuvo que venir personalmente a Jesús a buscar ciertas respuestas.
Sus primeras palabras hacia Jesús fueron reconocerlo como un
maestro enviado por Dios con cierto poder de lo alto, pero de ninguna manera lo
reconocían como el Cristo. Curiosamente Nicodemo utiliza el plural “sabemos que has
venido de Dios” dando a entender que su voz representaba la voz del
grupo fariseo. Sin embargo, Jesús, a pesar del reconocimiento atribuido (aunque se entendía que no era sincero
porque de lo contrario se habrían bautizado y seguido a Jesús), responde a
Nicodemo que “el
que no naciere de nuevo o no naciere de lo alto, no puede ver el reino de Dios”
y aunque para algunos comentaristas esta respuesta parece estar fuera de lugar
ya que Nicodemo no pregunto nada referido a este tema, sin embargo lo primero
que está haciendo Jesús en esta conversación es mostrarle a Nicodemo que ellos
como grupo religioso no pertenecían al reino de Dios, por lo tanto no tenían
capacidad para discernir como se movía el reino de Dios, no podían identificar quien
era enviado departe de Dios y quién no. Dicho de otro modo, los fariseos no
estaban en condiciones de identificar al Mesías porque ellos no pertenecían al
reino de Dios sino que eran ajenos al plan de Dios. Es como decirle – Nicodemo, de
verdad, de verdad te digo que el que no ha nacido en el reino de Dios no puede
ver el reino de Dios, por lo tanto tú no puedes saber lo que sucede allí,
ustedes no saben nada del reino de Dios porque no han nacido allí, no
pertenecen allí, tienen que nacer de nuevo para pertenecer allí – a
lo que Nicodemo responde – ¿me estás diciendo que hay que volver a empezar? ¿Cómo
hacemos para nacer de nuevo? Ya hemos nacido una vez ¿cómo haremos para nacer
dos veces? ¿Acaso debemos volver al vientre de nuestra madre y nacer de nuevo? Lo
que tú dices es imposible, no puede hacerse porque ya somos viejos – entonces Jesús
aclara – de
verdad de verdad te digo, que una cosa es nacer de la carne y otra es nacer del
Espíritu, si tu entras de nuevo en el vientre de tu madre y vuelves a nacer
seguirás siendo carne, y lo que es nacido de la carne siempre será carne y nunca
será otra cosa, en cambio el que nace del espíritu cambia de naturaleza a una
espiritual y forma parte del reino de Dios porque ha nacido allí, y tú no has
nacido del espíritu por tanto no puedes entender la obra Dios ni tampoco
perteneces a su reino – En otras palabras Jesús le estaba diciendo a
Nicodemo que toda su vida religiosa no tenía ningún provecho delante de Dios,
todo su esfuerzo legalista había sido en vano y sin sentido, era una vida
puramente carnal e hipócrita y jamás alcanzarían el reino de Dios, porque ser
parte del reino de Dios no se trataba de conocimientos adquiridos para
discernir entre lo bueno y lo malo, sino que estaba determinado por una
cuestión de origen, en donde el que nace dentro del reino pertenece
naturalmente a él (del mismo modo que hoy
adquirimos nuestra nacionalidad). A su vez esto implicaba que para
pertenecer al nuevo reino debo morir al que pertenezco, o sea, Nicodemo debía
morir a su naturaleza carnal, abandonar todo lo que durante toda su vida había
logrado, a fin de volver a nacer y empezar una vida nueva pero ahora regida por
el Espíritu Santo de Dios. Por supuesto que tales palabras deben haber dejado estupefacto
a Nicodemo, porque ahora ha entendido perfectamente lo que Jesús le está
diciendo, no obstante no sabe cómo se produce dicho cambio, por esta razón
Jesús le dice – No
te maravilles de que te dije; os es necesario nacer de nuevo – y
continua diciendo – nosotros sabemos que el viento existe por la sencilla
razón que oímos su sonido, sin embargo no sabemos mas nada de él, no sabemos donde
se forma, de donde viene, donde acaba, no lo vemos, no obstante sabemos que
quien lo crea y lo gobierna es Dios, sin embargo como lo hace para nosotros es
un misterio, del mismo modo ocurre con el nacimiento espiritual, es algo que
está determinado y gobernado por Dios, es un nacimiento dado de lo alto, no es
una decisión del hombre, no está en su poder, por lo tanto es un misterio para
la mente humana (Jn 1:12-13) – a lo
que Nicodemo con todo lo mencionado hasta aquí se ve totalmente ajeno al reino
de Dios y ahora no tiene más que preguntar cómo puede hacer para estar dentro –
¿Cómo puede
hacerse esto? – A lo que Jesús responde con otra pregunta – ¿eres tú maestro
de Israel y no sabes esto? se supone que el que debe enseñar estas cosas a los
israelitas eres tú – la pregunta de Nicodemo ponía en evidencia cuán
lejos estaban estos grupos religiosos de la verdad. Sus enseñanzas habían sido puramente
teóricas y superficiales, dicho de otro modo, durante años habían hablado de Dios
a quien nunca conocieron verdaderamente.
Enseñanzas primera
sección
Hasta aquí esta primera sección del dialogo entre Jesús y
Nicodemo enfatiza dos cosas muy importantes, la existencia del “reino de Dios” acercado a la
tierra y la necesidad del “nuevo nacimiento”
para ser parte del mismo. Todo judío a lo largo de la historia había crecido
bajo la idea que ellos eran el pueblo de Dios, por tanto consideraban que el
día en el que el Mesías se manifieste al mundo y restablezca el reino de Israel
ellos naturalmente formarían parte de ese reino porque eran descendientes de
Abraham (Lc
3:8). Consideraban que la aptitud para pertenecer al reino de Dios
venía siendo determinada por una cuestión genealógica. Sin embargo Jesús les
demuestra que ser parte del reino de Dios, el reino del Mesías, viene siendo
determinada por una cuestión de origen, o sea, soy oriundo del reino de Dios porque
he nacido en ese reino, y no es una ciudadanía que se pueda adquirir con dinero
o recibirla por herencia sanguínea, no importa cuál sea tu orden generacional,
ni tampoco importa cuán bien hayas ordenado moralmente tu vida (Tit 3:5),
es necesario nacer en el reino de Dios para pertenecer al reino de Dios.
Por supuesto que hablar de un nuevo nacimiento implica
hablar de muerte a una vida actual para empezar una nueva vida espiritual (2°Co 5:17).
No puede haber un nuevo nacimiento sin que haya muerte de por medio. Dicho de
otro modo, la única manera de dejar de pertenecer al lugar en donde hemos
nacido es muriendo a dicho lugar, hemos entrado por nacimiento y la única
manera de salir va a ser por muerte. Por ejemplo; tú no elegiste ser argentino,
no eres argentino por opción, tú eres argentino por origen, porque has nacido
bajo el suelo argentino por lo tanto perteneces a Argentina. Ahora que pasaría
si tuvieras la posibilidad de volver a nacer pero eligiendo el lugar donde tú
quieres nacer, vamos a suponer que tú quieres ser oriundo de Inglaterra, entonces
tendrías que nacer en Inglaterra, pero como ya has nacido en Argentina ahora
debes dejar de ser argentino, debes romper todo vinculo con argentina, es
evidente que si has entrado por nacimiento la única forma de salir y
desvincularte completamente va a ser por
muerte, a fin de volver a nacer pero esta vez en Inglaterra para ser oriundo de
Inglaterra.
Nosotros hemos nacido en el mundo, bajo los efectos del
pecado, por lo tanto pertenecemos al reino de las tinieblas, pero ahora por
medio de Jesús se ha acercado el reino de los cielos, y cada uno de nosotros
hemos deseado con todas nuestras fuerzas ser parte de ese reino, pero no pudimos,
porque sangre y carne no pueden heredar el reino de Dios (1°Co 15:50). ¿Cómo hacemos entonces para pertenecer a tal
reino? La respuesta es muriendo, debemos morir al reino mundano para volver
a nacer en el reino celestial, es la única manera, no es por obras, no es por
esfuerzo físico, sino por nuevo nacimiento y esto por la voluntad de Dios.
¿Existen pasos para el
nuevo nacimiento? La respuesta es ¡NO! El nuevo nacimiento depende pura y
exclusivamente de Dios. El hombre no tiene potestad sobre el nuevo nacimiento,
es lo que Jesús le dijo a Nicodemo, esto es como el viento, tú no lo gobiernas,
tú no lo dominas, depende de Dios. No tenemos potestad sobre el nuevo
nacimiento, es tal como el nacimiento físico, que contribución hiciste tu a tu
nacimiento físico, ¡ninguna!, no
colaboraste con tu mama ese día para nacer, no la ayudaste, no hiciste nada
porque no tenias poder para hacer nada, del mismo modo es el nacimiento
espiritual, tu no contribuyes en ese nacimiento, es un nacimiento que viene de
arriba, depende pura y exclusivamente de Dios. Juan
1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad
de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Santiago 1:18 El, de su voluntad, nos
hizo nacer por la palabra de verdad,
para que seamos primicias de sus criaturas.
Desarrollo segunda
sección
Juan 3
11 De cierto, de cierto te digo,
que lo
que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
12 Si os he dicho cosas
terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del
cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
14 Y como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
15 para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
16 Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación: que
la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus
obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo
malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
reprendidas.
21 Mas el que practica la
verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en
Dios.
A partir de esta sección (verso
11 al 21) ya son solo las palabras de Jesús, hasta aquí Nicodemo ha pasado
de ser el honorable maestro de Israel a ser un simple e ignorante alumno escuchando
al verdadero Maestro, quién comienza enfatizando que la esencia de enseñar
radica en hablar lo que uno verdaderamente conoce y ha visto, y en este sentido
Jesús hablaba del reino de Dios porque realmente lo conocía, Él era de ahí, por
lo tanto su enseñanza no era simple teología sistemática, sino el testimonio de
lo que conocía. El único capacitado para enseñar respecto de lo celestial era Jesús,
sin embargo Nicodemo y el resto de los fariseos no reciben este testimonio
porque no creen que Jesús sea el Mesías de Dios. Sin contar que hasta aquí la conversación
no había profundizado en cuestiones celestiales, sino tan solo se había hablado
de cuestiones terrenales, las que tienen que ver con la condición del hombre y
su estado pecaminoso, lo cual precisaba de una inmersión en agua como
consecuencia de verdadero arrepentimiento para morir a una vieja vida y ser
regenerado por medio Espíritu Santo hacia una
vida nueva. Si esto que era tan solo el principio del mensaje le costaba
creer cuanto más rechazarían las cosas celestiales (el nuevo pacto de Dios, el diseño de la salvación del hombre, la
expiación de los pecados y la justificación por gracia)
A lo que Jesús continúa diciendo, nadie jamás va a poder
hablar de las cosas celestiales porque nunca nadie subió al cielo como para
traer el testimonio de arriba. El único que puede hablar de las cosas del cielo
es Aquel que descendió del cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo (Jn 6:38).
Tal declaración es difícil de aceptar para un fariseo, Jesús le está diciendo
que él descendió del cielo porque es del cielo, y además Él es el único que
tiene la cura para rescatar al hombre del poder de la muerte, la cual
impartiría a todos por medio de creer en Él quien iba a ser levantado sobre una
cruz a la vista de todos por causa de expiar nuestros pecados (Is 45:22).
La manera de librar seria igual a la que Moisés utilizo en el desierto, quien
tuvo que levantar una serpiente de bronce sobre un asta en el desierto para que
todos los israelitas que habían sido mordidos por serpientes verdaderas sean
sanados del mortífero veneno con tan solo mirar a ella. Del mismo modo serian ahora
sanados todos los hombres del mortífero veneno del pecado con tan solo contemplar
la obra expiatoria de Cristo en aquella cruz y creen en Él. En el caso de
Moisés la serpiente de bronce sanaba de la muerte física (solo era algo temporal), en el caso de Cristo él sanaría de la
muerte eterna, el mecanismo era el mismo pero el efecto diferente.
Dios había provisto un único medio por el cual toda la
humanidad seria salvada del mortífero veneno del pecado, y era entregando la
vida de su unigénito hijo, al cual no escatimo (Ro 8:32) sino que entrego por amor para redimir a su creación, a fin de
que solo por medio de él todos los hombres alcancen la salvación del alma (Lc 9:56).
Dios exhibió la medicina y la puso delante de los hombres, así como lo hizo
Moisés con la serpiente de bronce en el desierto, a fin de que todos corran a Cristo
y sean salvos del poder del la muerte, donde el que no corre hacia él solo se
ha perjudicado, porque eligió sucumbir bajo el efecto del pecado. En el día que
Dios juzgue todas las cosas, la condenación para aquellos que no miraron y
corrieron a Cristo será su propia obstinación, porque no creyeron en Él sino
que amaron mas el pecado, porque desearon deleitarse bajo los efectos del veneno
mortal del pecado viviendo una ilusión a corto plazo, no obstante todos los que
corrieron a Cristo ninguno de ellos será avergonzado, sino que todos ellos serán
vivificados (Jn
5:24)
Moisés exhibió una serpiente de bronce sobre un asta en el
desierto para mantener la vida física a los israelitas, Dios exhibió a su
unigénito Hijo sobre una cruz a todos los confines de la tierra para conceder vida
eterna a la humanidad (Jn 12:32).
Enseñanzas segunda
sección
Recordamos que en la primera sección se nos hablaba del “reino de Dios” acercado a la tierra y
la necesidad de un “nuevo nacimiento”
para pertenecer a él, en esta segunda sección Jesús nos habla de tres cosas
diferentes, “creer”, “salvación” y
“condenación”, que en definitiva son la implicaciones prácticas para
pertenecer al reino de Dios. Dicho de otro modo, nacer de nuevo conlleva un
proceso práctico para pertenecer al nuevo reino, el cual comienza por “creer”, creer que hubo un hombre que
descendió del cielo y nos acerco el reino de Dios, y que a su vez Él era el
único medio por el cual podíamos ser librados de la condenación del pecado y
hallar salvación para nuestras almas. El único que podía trasladarnos del reino
de las tinieblas al reino de la luz, el cual lo hizo por medio de su sacrificio
en la cruz, aquella preciosa sangre derramada a nuestro favor como la única
medicina para redimirnos de la muerte, y de este modo nos justifico para con el
Padre celestial haciéndonos santos para participar de la santidad de Dios para
siempre. Entonces la puerta de todo lo que Jesús viene exponiendo a Nicodemo es
“creer”, dicho de otro modo comienza
por creer, creer en Aquel que Dios levanto de los muertos.
Creer es un verbo, una acción constante que implica un cambio
de naturaleza, no se trata solo de una confesión verbal, sino del arduo trabajo
de seguirle y obedecerle en todo lo que él ha enseñado, todos los días, en cada
instante de nuestras vidas, dicho de otro modo es una conversión de nuestro
ser, lo cual nos lleva al primer punto del un nuevo nacimiento, de una nueva
vida en Cristo.
Esto comienza por la realidad de darnos cuenta del estado de
envenenamiento en el que estamos por causa del pecado, y que el único que tiene
la medicina para poder sanarnos es Cristo Jesús, quien fue exhibido sobre una
cruz para que todo aquel que en Él crea no se pierda sino que tenga vida
eterna.
Tito 3
5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
1°Pedro 1
3 Bendito el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo de los muertos,
2°Corintios 5
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
1°Juan 5
18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica
el pecado, pues Aquel que fue engendrado
por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
Conclusión
El fue entregado por nosotros, fue violentamente castigo por
nuestra causa, y tal evento fue observado por todas las huestes de la creación;
ángeles y humanos, demonios y el adversario, la creación misma, todo se detuvo
aquel día, el Hijo de Dios estaba siendo condenado. Para ese momento todo lo
sucedido se magnificaba; los puñetazos en su rostro fueron como pedradas
lanzadas con violencia, los azotes sobre su cuerpo como fuertes olas golpeando
una endeble barca, la corona de espina como saetas disparadas a corta
distancia, cargar aquella cruz fue como aplastarlo con una rueda de molino, el
martillo sobre los clavos sonaron como truenos que se apagaban en sus manos, darle
a beber hiel con vinagre fue como sumergirlo en un mar de aguas amargas, y
aquel ultimo clamor al Padre sonó como un insuperable grito de victoria. Durante
tres días todas las huestes espetaron en silencio, hasta que Dios mismo inclino
los cielos y descendió a buscarlo (Sal 18:9), desde lo más profundo de la tierra
Jesús se elevo, a lo que toda la creación con gran voz exclamo; he aquí ¡El Señor Resucito!, y por
primera vez en toda la historia de la humanidad un hombre se acercaba a las
puertas eternas del cielo, a un lugar donde jamás ningún hombre había llegado, y
estando frente a ellas clamó para que se abrieran, las cuales irresistibles a
sus palabras se abrieron, y atravesando Él por ellas se transformó en el camino
(Jn 14:6)
vivo para acceder al reino, permaneciendo así hasta ahora, para atraer hacia sí
mismo a todos los verdaderos ciudadanos del reino.
Salmo 24
7 Alzad, oh puertas, vuestras
cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.
8 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.
9 Alzad, oh puertas, vuestras
cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.
10 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos, El es el Rey de la gloria.
La paz del Señor Jesucristo.-
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