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MENSAJE DOMINGO 01/03/2015
Por
el Hno. Gabriel
Lucas 10
21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los
sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te
agradó.
La mayoría de las veces en que el cristiano se refiere a “la alabanza a Dios” tiende a asociarla
directamente con el cantico musical, como
si alabar fuera sinónimo de cantar, o como si la única forma de expresar
alabanzas a Dios es por medio del cantico de alabanza, sin embargo en esta
ocasión Jesús alza su voz diciendo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor de
cielo y de la tierra, porque…” y de seguro él no está entonando un
cantico en ese momento, ni tampoco tiene un instrumento musical en su mano
para componer una melodía, sino mas bien expresa una oración que
contiene alabanza.
Hoy por hoy se escucha hablar dentro en las iglesias del
grupo de alabanza o grupo de adoración, y utilizan estos términos NO para referirse a un grupo de
personas que oran a Dios alabándole en verdad sino a una banda musical que lo
que menos hace es orar. Sin embargo la esencia de alabar no es una expresión
musical, sino un reconocimiento sincero
de los atributos de Dios que en algunos casos se lo acompaña con una tonada
musical, pero alabar en si no es sinónimo de cantar.
¿QUE ES ALABAR?
Alabar es reconocer y
confesar con nuestra boca los atributos de Dios, o sea su grandeza, su poder,
su misericordia, su amor, y tantas otras cualidades que
describen la omnipotencia de Dios en las escrituras, no es simplemente un
elogio lo que hacemos cuando le alabamos, sino un reconocimiento de su
naturaleza superior y divina. Podríamos
decir que la alabanza es consecuencia de conocer verdaderamente la grandeza e
inmensidad de Dios, porque a medida que más le conocemos más le alabamos, a
medida que mas contemplamos su hermosura más nos deleitamos en Él, una forma práctica
de ilustrarlo sería como cuando una persona contempla un edificio
arquitectónico (hay personas que disfrutan de contemplar la belleza
arquitectónica de los edificios, incluso hay revistas que promueven un ranking
de los mejores edificios del mundo comparándolos por medio de fotos, como autos
y demás cosas) donde primeramente admira y alaba su belleza exterior, luego adentrándose
al mismo observa que su belleza interior es aun superior a la de afuera y tiene
entonces nuevas y más razones para continuar alabando el diseño y construcción
del mismo, y así a medida que mas recorre y conoce el edificio más razones se
suman para continuar alabándolo.
Del mismo modo el cristiano, a medida que mas conoce a
Dios más le alaba y reconoce su omnipotencia y misericordia sobre nosotros, contemplar su grandeza hace que
reconozcamos y confesemos con nuestra boca su hermosura y superioridad
de forma sincera, a veces en oración, otras veces con canticos, esta es
la verdadera alabanza a Dios, pero a su vez este reconocimiento debe reflejarse
también con nuestros hechos, por ejemplo; si le reconocemos y confesamos como
Señor debemos comportarnos como siervos, si le confesamos como nuestro maestro
debemos comportarnos como discípulos, si le reconocemos como nuestro pastor
debemos comportarnos como sus ovejas, y así en cada reconocimiento que tenemos
de Él…
Salmo 107
21 Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los
hijos de los hombres;
22 Ofrezcan sacrificios de alabanza, Y publiquen sus obras con júbilo (alegría).
Este salmo se refiere a la alabanza como la acción de
reconocer la misericordia y grandeza de Dios por medio de confesarla con
nuestra boca como nuestra ofrenda hacia Él, como nuestro sacrificio en el
altar, en vez de llevar un animal llevamos una sincera alabanza, un sincero reconocimiento
de Él.
Hebreos 13
15 Así que, ofrezcamos
siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
“Fruto de
labios que confiesen su nombre”, y esta
expresión no se refiere solo a la mención del nombre de Jesús en nuestras oraciones
o canticos de alabanzas, sino al
reconocimiento del poder de ese Nombre, porque tal como lo expresa
Pablo en Filipenses
2:10 en el Nombre de Jesús se doblara toda rodilla de lo que están
en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confesará que
Jesús es el Señor, por tanto su Nombre es nombre sobre todo nombre, y
esa es también nuestra razón de alabanza.
Deuteronomio
10
20 A
Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre
jurarás.
21 El es
el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y
terribles que tus ojos han visto.
Alabar a Dios es realmente importante para todo
cristiano, y esto no es algo que solo hacemos cuando cantamos en los cultos de
la iglesia y nada más, sino debe formar
parte de nuestras vidas, debemos reconocer y confesar la grandeza de Dios en
cada área de nuestra vida, en cada situación, tanto con oración, como con
salmos, con himnos, y también con nuestros hechos, no es solo cantar.
¿QUE ES ADORAR?
A su vez la alabanza en muchos casos conlleva en si otra
acción que es “la adoración”, y ¿Qué es la adoración? Así como hemos
definido puntualmente que es la alabanza también vamos a definir que es la adoración.
Esta palabra también ha sido mal usada dentro del
cristianismo actual, porque suele vinculársela al ministerio del canto, y en
algunos casos se piensa que los cánticos rápidos de un culto pertenecen a la
alabanza y los canticos lentos
pertenecen a la adoración, sin embargo la acción de adorar no tiene nada
que ver con cantar.
La adoración es una
posición de humillación y reverencia
delante de alguien superior, es una señal de rendición y sumisión, en otras
palabras es arrodillarse y postrarse
delante de Dios por causa de su grandeza, es tomar la verdadera posición
delante de nuestro Creador, es reconocer su omnipotencia sobre toda la creación
por medio de rendirnos a sus pies.
Todo cristiano es llamado a postrarse
delante de Dios en adoración,
y esto a la verdad también es
consecuencia de conocer a Dios más íntimamente, de poder verle de una
manera espiritual y a la vez real por su grandeza y omnipotencia sobre toda la
creación. Él lo ha hecho todo y todo lo sostiene con su poder, y esto a la
verdad es digno de temer y ser adorado.
Salmo 95
1 Venid, aclamemos
alegremente a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Lleguemos ante su presencia con alabanza (reconocimiento); Aclamémosle con cánticos.
3
Porque Jehová es Dios grande, Y Rey grande sobre todos los dioses.
4
Porque en su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de
los montes son suyas.
5
Suyo también el mar, pues él lo hizo; Y sus manos formaron la tierra
seca.
6
Venid, adoremos (reverenciemos) y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
7
Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de
su mano. Si oyereis hoy su voz,
8 No
endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, Como en el día de Masah en el desierto.
Generalmente el acto de adoración siempre va acompañado
de la alabanza, ya que en la mayoría de las veces en que una persona se
arrodilla delante de Dios para adorarle también profiere alabanzas a su nombre
por medio de la oración o cantico. Toda persona que conoce verdaderamente a
Dios es derrumbada ante su presencia, esto
ni siquiera es una opción, es algo que simplemente sucede.
LA VERDADERA ADORACIÓN
Pero arrodillarse delante de Dios no es en sí toda la
adoración, el judío que en cierto modo había conocido la gloria de Dios por
medio de su manifestación en el templo (en el lugar santísimo), por esta razón tenía
el habito de arrodillarse delante de la presencia de Dios para adorarle, su devoción a Dios era en alabanza por
medio de oraciones y salmos y también en adoración por medio de postrarse en su
presencia (arrodillarse), en ese sentido tenían
más consagración que los cristianos de hoy, sin embargo Jesús rechazó aquella
devoción porque no era sincera sino tan solo un acto superficial y religioso (Mateos 15:8
Este pueblo de labios me honra; Mas su
corazón está lejos de mí) muy similar al cristianismo de hoy, pero la verdadera alabanza
y adoración a Dios es aquella que comienza desde el interior de la persona
(hombre o mujer) en espíritu y en verdad, de forma sincera y no forzada o
fingida.
Juan 4
20
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. (Tanto los samaritanos como los judíos adoraban a Dios en
el sentido real de arrodillarse y abanicarse en su presencia)
21
Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte
ni en Jerusalén adoraréis al Padre (no
es solo un acto físico en el lugar apropiado).
22
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos;
porque la salvación viene de los judíos.
23 Mas la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Una persona puede postrarse y hacer reverencia (abanicarse)
delante de Dios, sin embargo la verdadera adoración a Dios no es aquella
superficial y fingida sino la que se hace en Espíritu y en verdad, y esta clase
de adoración es la que el Padre busca para sí mismo. O sea que entender el significado de lo que es “adorar” no nos convierte
en verdaderos adoradores para Dios, tanto los judíos como los samaritanos
adoraban a Dios arrodillándose en su presencia sin embargo su adoración era
mentirosa y superficial.
“Adorar en espíritu y en
verdad”, ¿a que puede
estar refiriéndose el Señor Jesús con esta expresión? Primeramente Jesús estaba rechazando toda clase de culto ritual de
adoración a Dios por medio de un acto físico y ceremonial (He 10:5-9), Dios no se agradaba
en aquella clase de adoración , y
segundo; Jesús está llamando a todos los hombres a una nueva adoración
sincera nacida desde el interior del hombre en espíritu y en verdad, porque de
nada servía que el hombre se postre en la presencia de Dios durante un culto
ceremonial si su corazón al final no estaba sujeto a su voluntad, la
adoración no consistía en arrodillarse solo un par de minutos y luego seguir
pecado, porque la verdadera adoración era el resultado de amar a Dios y cumplir
su ley de todo corazón, era aquella que nacía desde adentro del hombre y en
verdad. La verdadera adoración es
consecuencia de amar a Dios y estar rendido a Él.
EJEMPLOS DE ADORACION
Si buscamos por medio de las escrituras ejemplos o
ilustración de una verdadera adoración a Dios tenemos que recurrir al libro de
apocalipsis, en donde se nos ilustra una genuina adoración y alabanza a Dios.
Apocalipsis
4
1 Después de esto miré, y he aquí una
puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de
estas.
2 Y
al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el
cielo, y en el trono, uno sentado.
3 Y el aspecto del que estaba sentado era
semejante a piedra de jaspe y de cornalina (ambas piedras son de color rojizo y cristalino); y había alrededor del trono un arco iris, semejante en
aspecto a la esmeralda (piedra cristalina de color verde).
4 Y alrededor del trono
había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos,
vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.
Una corona de oro en la cabeza representa dominio,
realeza, señorío, potestad, posesiones, y además también representaba respeto,
honra, gloria y alabanza, sin embargo estos ancianos con coronas de oro en sus
cabezas adoran a Dios en verdad, y esa forma de adoración es en humillación y
sumisión a Dios, y lo demuestran arrojando delante de Dios sus coronas, se
rinden delante de Él, no es solo un arrodillamiento superficial, ellos se
rinden delante de Dios de forma total, todo lo que son lo ponen a los pies del
Señor, ellos arrojan sus coronas delante de Dios.
…
10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
11 Señor, digno eres de recibir la gloria y
la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad
existen y fueron creadas.
Este ejemplo demuestra que la verdadera adoración a Dios
es aquella que comprende nuestra total humillación y sumisión a Dios, todo lo
que somos y tenemos en definitiva pertenece a Dios, fuere lo que fuere que
tengamos en nuestras manos o en nuestro poder pertenece a Dios, y adorarle a Él no es tan solo un acto
físico de arrodillarse en su presencia, sino una total rendición de todo
nuestro ser delante de Él. Puede que uno llegue a ser una persona
importante o de renombre aquí en la tierra (gerente, jefe, etc.), pero delante
de Dios mi lugar es de humillación y sumisión a Él.
Alabar y adorar a
Dios no es tan solo cantar y arrodillarse en su presencia, sino rendirse verdaderamente delante
de Él y reconocer su grandeza, es una
vida en reconocimiento y sumisión a Dios, en otras palabras esto es adorar
en espíritu y en verdad, y esa es la clase de adoradores que el Padre busca
para sí mismo.
NUESTRO MOTIVO DE ADORAR A
DIOS
Muchas veces somos llevados a alabar y adorar a Dios por un
motivo determinado, como ser sanidad para algún integrante de la familia,
provisión adecuada y abundante en una situación difícil, respuesta de Dios a
una oración especifica, etc. sin embargo entre tantos motivos que podemos
encontrar para adorar y alabar a Dios hay
uno que sobresale sobre todos ellos, y este es “la salvación de Dios otorgada por medio de Jesucristo”, porque si
no hubiera existido tal sacrificio nuestras alamas se perderían en el mismo infierno,
pero gracias a Jesucristo y su sangre derramada en la cruz hemos pasado de
muerte a vida y vamos a estar en la presencia de Dios eternamente y para
siempre, y esto a la verdad debe ser nuestro constante motivo de alabanza y adoración
a Dios.
Cuando imagino nuestro encuentro con Jesucristo fuera de
esta condición no puedo pensar en otra cosa que en el hecho de caer rendido a
sus pies y adorarle y alabarle por su gracia y misericordia sobre mi vida, poder
decirle; “gracias por la cruz mi amado
Jesús, gracias por la cruz mi amado Jesús”.
Aun considero que nuestro
primer acto o reacción intuitiva que tendremos delante de Él en cuanto
le veamos va a ser el de postrarnos a sus pies y adorarle en espíritu y en
verdad, no encuentro otra forma de imaginarme mi presencia delante de Él sino
por medio de la verdadera adoración y la alabanza a Él.
Apocalipsis
7
9 Después de esto miré, y he aquí una gran
multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y
lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos
de ropas blancas, y con palmas en las
manos;
10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el
trono, y al Cordero.
11 Y todos los ángeles estaban en pie
alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a
Dios,
12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y
la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los
siglos. Amén.
Llegar a la compresión
de la obra expiatoria de Cristo en nuestras vidas nos tiene que cambiar la mentalidad y
el corazón, nada puede tener más importancia en este mundo sino la redención de
Cristo en nosotros, sobre mi vida. Aun las profecías nos adelantan que nuestra
primera acción delante de Dios va a ser la de adorarle y alabarle en verdad,
proclamar y reconocer su inmensidad y poderío
Apocalipsis
5
9 y
cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua
y pueblo y nación;
10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes
y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles
alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número
era millones de millones,
12 que decían a gran voz: El Cordero que
fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
13 Y a todo lo
creado
que está en el cielo, y sobre la
tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en
ellos hay, oí decir: Al que está sentado en
el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por
los siglos de los siglos.
14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén;
y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que
vive por los siglos de los siglos.
Si de verdad hemos
entendido estas palabras entonces estamos más cerca de comprender la verdadera alabanza
y adoración que Dios quiere de su pueblo. Alabar y adorar al Señor no consiste solo en un lindo
culto con canticos de alabanza (no niego que un culto debe ser perfecto en su
desarrollo), pero alabar y adorar a Dios va mas allá de una reunión, es
reconocer la grandeza de Dios y postrarnos delante de Él en humillación,
sumisión y gratitud, ESO ES UNA VERDADERA ALABANZA Y ADORACION A DIOS.
CONCLUCION
El propósito de esta meditación es refrescar los
conocimientos de lo que es “una verdadera
alabanza y adoración a Dios” y a su vez también derrumbar aquellas falsas
ideas que se tiene de la alabanza y la adoración en el ámbito evangélico
cristiano, donde solo se busca perfeccionar el cantico del culto pero solo de
forma superficial y mentirosa, inventan danzarinas, ritmos melódicos, acordes,
instrumentos pero su corazón está lejos del Señor. El acto de alabar y adorar a
Dios no es algo que los hombres puedan calificar como bueno o malo, porque este
es un derecho que le corresponde a Dios, es Dios quien determina si es de su agrado
o no.
Si buscamos un parámetro
bíblico que pueda regular una correcta forma de alabar y adorar al Señor esta
podría ser la que expresan estos pasajes bíblicos
Salmo 119
164 Siete veces al día te
alabo A
causa de tus justos juicios.
Daniel 6
10 Cuando Daniel supo que el edicto había
sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban
hacia Jerusalén, se arrodillaba tres
veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
La
paz del Señor Jesucristo.-
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