MENSAJE DOMINGO 22/03/2015
Por el Hno. Gabriel
El apóstol Pablo en más de una oportunidad analógicamente
hablando utiliza el ejemplo de un atleta olímpico en una pista de carrera para
referirse a la vida cristiana, ilustrando de esta forma que cada cristiano
desde que se convierte hasta que fallece esta dentro de una pista de carrera olímpica
compitiendo para poder llegar a la meta, solo que en esta ocasión la meta esta
en los cielos. Aun utiliza este ejemplo para referirse a él mismo en el
desarrollo y culminación de su ministerio.
Hechos 20
22 Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu,
voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer;
23 salvo que el Espíritu Santo por todas
las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan
prisiones y tribulaciones.
24 Pero de ninguna cosa
hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que
recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
2° Timoteo 4
7 He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
8 Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel
día; y no sólo a mí, sino también a todos
los que aman su venida.
La
verdad es que una de las mejores formas de ilustrar la vida cristiana es comparándola
con la vida de un atleta, y aunque para nosotros hoy por hoy un atleta sea solo
un deportista que lucha por un vano reconocimiento al esfuerzo humano sin
embargo para el tiempo de Pablo ser un atleta tenía un significado mucho más profundo
que ahora, porque se trataba de hombres que competían en los estadios griegos
en honor a sus deidades o dioses mitológicos para ganar así el título de héroe
de la ciudad. En otras palabras ser atleta para los griegos era una labor
religiosa muy importante.
El vocablo “atleta” que del griego es “αθλη” (adsle) significa
“competidor contrincante” y está haciendo referencia a un competidor
olímpico. Los griegos consideraban según su religión que ser un “héroe” era
lo más cercano en que un ser humano podía asemejarse o acercarse a sus dioses. Los
atletas consideraban las competencias olímpicas como un medio para ser
deificados, es decir ser considerado medio hombre y medio dios, para
ello se encomendaban a una deidad mitológica y presentaban sus cuerpos como ofrenda. Durante toda su vida no hacían otra cosa más que prepararse
y adiestrarse para la competencia, toda su vida consistía en una disciplina de
ejercicio y preparación para ganar la competencia, en otras palabras la vida
de un atleta olímpico consistía en competir en un estadio y ganar la carrera,
ese era todo el propósito de su vida sobre la tierra.
El apóstol Pablo se vale de esta analogía para escribirle a Timoteo a
fin de instruirle respecto de cómo caminar o andar en la vida cristiana:
2° Timoteo 2
5 Y también el que
lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.
Aparentemente a Timoteo al ser hijo de padre griego (Hch 16:1), y
a pesar de “sus frecuentes enfermedades” (1°Ti 5:23) le gustaba el
atletismo, tenía quizás ciertas aspiraciones atléticas al punto tal de que se
esforzaba en algunas prácticas y se abstenía entre otras cosas del vino, quizás
a esto se refiera Pablo cuando le dice “el
ejercicio corporal para poco aprovecha” (1°Ti 4:8), dándole a entender
que la verdadera carrera de su vida
es espiritual y tiene mejores promesas que las carreras atléticas.
También
Pablo se vale del mismo ejemplo para escribir su carta a la iglesia de Corinto,
pero esta vez en el sentido de la preparación que se requiere para participar
de una carrera.
1° Corintios 9
24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio,
todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera
que lo obtengáis.
25 Todo aquel que lucha, de
todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la
ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
27 sino que golpeo mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea
que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Ser un atleta en aquel tiempo (como también en los tiempos de ahora) tenía
ciertos requerimientos que debían
cumplirse, entre los cuales primeramente se precisaba que los competidores
sean personas completas, o sea sin deficiencias físicas, debía ser
griego o tener ciudadanía griega, estar exento de algún crimen o delito grave,
y llevar una vida de austeridad (o sea moralmente buena). Esto no difiere mucho
de lo que un pecador debe hacer para entrar en el Reino de Dios, primero debe
nacer del agua y del Espíritu no sin antes haberse arrepentido de todo pecado y
posteriormente lograr una conversión completa para llevar una Vida Nueva en
Cristo Jesús, es decir una Vida Espiritual que para los demás pecadores es una
vida austera.
Además todos los atletas comprendían que alcanzar la máxima coronación requería de abstenerse de todo, o
sea sacrificar su estilo de vida estándar por una vida de abstención de
placeres carnales. Otra vez esto no difiere de la Vida que todo hijo de Dios
debe llevar (no por sí mismo sino por el Espíritu Santo).
Y a lo que nos referimos más específicamente es que un deportista olímpico
debe abstenerse de: Comidas con grasas, comidas condimentadas, gaseosas, dulces, y todo tipo de comida
chatarra o insalubres, se abstiene de vicios que afecten la salud física
(tabaquismo, alcoholismo, drogadicción), se abstiene también de actividad
sexual, en definitiva se abstiene de un estilo de vida común o normal, en otras
palabras su vida es una consagración al
deporte o a la medalla de honor.
Imagínese por un momento cuán difícil seria para usted si tuviera que
convertirse en un atleta olímpico hoy por hoy, de inmediato va a tener que
renunciar a su estilo de vida actual para adquirir otro totalmente diferente,
su dieta va a cambiar, ya no va a poder comer de forma suculenta, la ración de
su comida va a cambiar, van a tener un régimen de ejercicios estrictos,
inclusive su cuerpo debe cambiar. Ahora si todos estos cambios se deben generar
para convertirnos en un atleta carnal, imagínese cuanto más se “debe” cambiar para
convertirse en un atleta Espiritual.
Efesios 4
22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,
23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad.
Ser hijo de Dios es ser un atleta de Cristo que se prepara para una
carrera espiritual. Esto significa que si quieres ser partícipe del Reino de
los Cielos debes abstenerte de todo lo que te contamine o perturbe tu
preparación, debes sacrificarlo todo (Lc 14:26-27, 33).
La abstención es la mayor batalla a la que nos enfrentamos si queremos
ser partícipe de lo Espiritual, es lo mismo que hace un atleta por ser el mejor
en una disciplina deportiva. Una abstención no es fácil de asimilar,
puede llegar a generar conflictos emocionales, enfermedades físicas,
desequilibrios.
Ser un atleta espiritual no es una vida fácil para la carne, tiene una
rigurosa disciplina, requiere de valor y sacrificio, pero llegar a la meta verdaderamente lo amerita todo. Pablo mismo
se consideraba un atleta de Cristo y nosotros podemos observar cuán difícil fue
su vida terrenal
1° Corintios 4
10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo,
mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes;
vosotros honorables, mas nosotros despreciados.
11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no
tenemos morada fija.
12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias
manos; nos
maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta
ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.
2°
Corintios 4
8 que estamos atribulados en
todo,
mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;
10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de
Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
Ahora
pregunto; ¿Quieres correr esta carrera?, ¿De verdad quieres ser un atleta de
Cristo? Hay diez mil razones por la que NO
puedes ser un atleta espiritual, pero
aún así te reto a que lo logres.
El régimen y las prácticas:
Si estás decidió a ser un atleta Espiritual, debes saber que esto requiere de un régimen espiritual,
donde la primera carrera es la oración y el conocimiento de Dios, la
obtención de la Sabiduría, para tal caso las Escrituras son el manual del
atleta Espiritual. La segunda carrera es la práctica, la abstención y la
disciplina. La tercera y demás carreras serán los servicios a los
que serás llamado, cada servicio tiene su esfuerzo, su matiz, su sabor. Cada
carrera debe hacerse con dignidad y legitimidad dando lo mejor.
Llevando adelante este régimen y disciplina espiritual vas a estar
preparado para correr todas las carreras espirituales de tu vida, vamos a ser
unos verdaderos atletas de Cristo en perfecta forma para competir en el estadio
cada carrera que nos toque correr. Nuestra preparación va a ser vivible a todos
los que observan en el estadio.
¿Cómo reconocemos a un atleta velocista (corredor de 100 o 200 mts)?, ¿no
es acaso por su apariencia física?, cuerpo esbelto, casi 0 grasa, la perfección del atleta está a la vista,
cada uno de sus músculos resalta, un cuerpo perfecto, envidiable por muchos. Si
una persona dice “yo soy un velocista” y lo vemos excedido de
peso o demasiado delgado ¿qué pensarías? De seguro dirías este es un chanta mentiroso.
Del mismo modo un atleta de Cristo es reconocido por la santidad que se refleja
en él, al punto tal de que las personas glorifiquen a Dios cuando vean su
santidad (Mt
5:16, 1°Pe 2:12) de otro modo no se es un atleta espiritual, sino
solo una mentira o una ilusión religiosa.
Ahora bien, un atleta deportivo no llega a obtener su figura y condición
física de un día para otro, sino que debe exponerse a un duro régimen de
ejercicios diarios para poder lograrlo y mantenerlo. El régimen es lo que más nos cuesta al iniciar, porque nos parece
difícil, austero, contradictor, sin embargo una vez que lo asimilamos y empezamos
a ver los resultados luego ya no queremos salir de él, vemos los logros obtenidos
y de ninguna manera queremos volver atrás.
Es durante la iniciación del régimen que muchos miran atrás, yo se que
por la mente de todos los cristianos al menos una vez ha pasado la idea de
volverse atrás o de retroceder, se
también que muchos cristianos se han dejado vencer varias veces, personas
que se han vuelto parcial o totalmente a la vida ordinaria del mundo, que a
pesar de haber conocido la Verdad hubieran preferido no conocerla, como también
muchos se han extraviados de la fe.
El régimen Espiritual comienza con la oración, lectura y meditación,
pero no acaba allí, Pedro se encarga de ordenar e instruirnos respecto de cómo
debe ser nuestra vida diaria;
2° Pedro 1
4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y
grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a
vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
6 al conocimiento, dominio propio; al dominio
propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor.
8 Porque si estas cosas están en vosotros, y
abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de
nuestro Señor Jesucristo.
Durante
tu vida vas a correr muchas carreras, algunas en tus mejores
momentos, otras en tus peores momentos.
Lo importante es que en todas corras
con honor y con legitimidad. En cada carrera experimentarás diferentes
situaciones, en algunas puede que seas el mejor, en otras puede que estés mejor
preparado, en otras puede que estés muy seguro de ti mismo, en otras puede que
sientas que es tu mejor momento, en otras te sentirás inseguro y perdido.
También vas a conocer a muchos otros atletas, algunos mejores que tú y a pesar de considerar la condición de
otros tú debes dar tu mejor esfuerzo,
porque en plena carrera nunca se sabe lo que puede pasar, debes saber que en la perfección de todo atleta hay
mucha fragilidad, de repente un imprevisto, un músculo mal calentado,
un movimiento demasiado exigido y de repente todo está fuera de control, le
puede pasar al mejor, te puede pasar a
ti, y si así fuera ¿Qué vas a hacer? ¿Llorar?, esto ha sucedido más de una
vez, y lo primero que uno suele pensar es “¡perdí
la carrera de mi vida!”, y tal pensamiento en vez de ayudar suele debilitar
aún más ¿Qué debemos hacer?
Hermano si eso te pasa a ti, si a media carrera caes, no te dejes vencer, levántate o pídele a tu
Padre que te levante y termina la carrera, porque ganar no es lo más
importante, lo importante es llegar a
la meta. Tendrás nuevas oportunidades debes anotar todos tus tiempos
los mejores y los peores. Un verdadero atleta se perfecciona mirando y analizando
cada uno de sus errores.
Muchos atletas han caído a mitad de la carrera, muchos que eran muy
buenos competidores e incluso iban primero, sin embargo cayeron, un tendón
roto, un esguince muscular, un mal movimiento, no obstante están los que se
levantaron y continuaron la carrera con tal de llegar a la meta indistintamente
de la posición y por otro lado están los que cobardemente la abandonaron por
causa de la frustración, pero un atleta honorable sabe que pase lo que pase durante
la competencia lo importante es llegar a la meta. Ni importa cuál sea tu
posición en la pista de carrera, no importan en que instancia hayas caído,
levántate y prosigue a la meta, porque el premio amerita el esfuerzo.
Filipenses 3
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 PROSIGO A LA META, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Por tanto hermanos erguíos y levantad vuestras cabezas, porque como en
todo estadio hay espectadores que están
observado la competencia, tanto ángeles como hermanos de la iglesia están contemplado
la carrera esperando que llegues a la meta, y si tu caes en alguna instancia de
la pista de seguro las palabras de aquellos que te observan y están a tu favor no
van a ser de desanimo sino de aliento y confortación, estas palabras serán; “no te rindas” “levántate y sigue adelante”
porque esta es la carrera de tu vida, “jamás
te des por vencido” “¡tú debes llegar!” “El Señor está contigo” y
Él jamás ha abandonado a los que confiaron en Él.
Debemos
comprender que como cristianos no hemos sido llamados a una vida
placentera y cómoda para la carne, pero si hemos sido llamados a una vida placentera y plena en el Espíritu Santo
(indistintamente de la situación que nos rodee), y hasta que no lo entendamos
de este modo no vamos a poder gozar de una verdadera paz en el Señor Jesús.
Hebreos 10
35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;
36 porque os es necesaria la paciencia,
para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
37 Porque
aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
38 Mas
el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.
39 Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen
fe para preservación del alma.
Hebreos 12
1 Por tanto, nosotros también, teniendo en
derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia
la carrera que tenemos por delante,
2 puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
El Señor Jesús siendo hombre corrió como un verdadero “atleta
Espiritual”. La meta no es imposible, aprendamos del mejor Atleta Espiritual de
todos los tiempos, el Señor Jesús, que rompió todos los record y aunque sea
inalcanzable corramos de manera tal que fuera posible lograrlo, porque tenemos
su mente (1°Co
2:16) y su Espíritu (Ro 8:9; 1°Pe 4:14) y aún demanda tenemos
de seguir sus pasos (1°Pe 2:21; Jn 13:15; 1°Jn 2:6).
La Paz del Señor Jesucristo.-
0 comentarios:
Publicar un comentario