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MENSAJE
DOMINGO 22/02/2015
Por
el Hno. Santiago.-
Anteriormente habíamos hablado del
valor histórico de las evidencias bíblicas a través del método legal.
Ahora queremos hablar específicamente
de los hechos más importantes y fundamentales del cristianismo, que son la
crucifixión, la muerte, la resurrección y la ascensión del Señor Jesús.
Estos acontecimientos fueron
documentado cronológicamente por cuatros personas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Dos de ellos discípulos del Señor Jesús que estuvieron con Él a lo largo de su
ministerio, Marcos un seguidor del Señor Jesús que participó de muchos
acontecimientos relacionados con las obras y milagros de Jesús y por último
Lucas un médico con carácter de historiador, quien ha recopilado los testimonio
de personas relacionadas con Jesús y ha ordenado los hechos y los ha escrito. A
esto se suma diferentes aportes por el resto de los apóstoles que escribieron
cartas a las Iglesias agregando detalles importantes tales como (Pedro, Juan y
Pablo).
Respecto a los Evangelios, es
importante destacar que Mateo escribió su reporte aproximadamente entre el 50 y
el 60 dC, Marcos y Lucas entre el 65 y 75 dC, y Juan alrededor de los 80 dC.
Cada uno en diferentes lugares y obviamente en diferentes tiempos.
Lo sorprendente es la congruencia, la
equivalencia y la exactitud con la que escribieron los hechos, puesto que
tienen plena coincidencia y armonía y como evidencia afirma que no hay otra
biografía tan perfectamente detallada como la del Señor Jesús incluyendo sus
enseñanzas. Esto debe generar en el cristiano una plena certeza y confianza de
lo fidedigno que son los testimonios bíblicos.
Pero en esta ocasión nos
concentraremos en cuatros sucesos vitales, partiendo por la muerte de Jesús.
¿Cómo
fue la muerte del Señor Jesús?
A la luz de las Escrituras, lo primero
que dictaminamos es que la muerte de Jesús fue un asesinato público, “un
homicidio en primer grado” como según sería caratulado por cualquier corte de
justicia humana.
¿Por qué homicidio en primer grado?:
Un asesinato es calificado como de “primer grado” cuando hay premeditación y
acechanza o también alevosía, es decir: Traición; Y todas estas pruebas pueden
verse en las Escrituras:
- Pruebas de una traición: Mt 26:14-16; Mr 14:10-11; Lc 22:3-6
- Pruebas de una acechanza o premeditación:
Mr 11:18; Mr 14:1; Lc 22:2
Queda claro entonces que había una
premeditación, es decir una intención previa por parte de los líderes
religiosos de matar a Jesús; Es importante destacar también que querían matarle
no por sus milagros y hechos extraordinarios, sino porque no toleraban la doctrina
de Él.
La acechanza se refiere a que
vigilaban a Jesús buscando el momento propicio (Jn
7:32; 11:57). Finalmente la traición partió desde dentro del círculo de
los discípulos de Jesús.
Posteriormente, hay que comprender que
la muerte de Jesús no fue una muerte cualquiera. No es que un grupo de
maleantes atacó a Jesús y lo clavó en un madero y lo dejó allí. La muerte de
Jesús fue una ejecución pública mediante sentencia por parte de las autoridades
gubernamentales. Es decir, que se elaboraron una serie de documentos legales
para establecer el juicio y la sentencia de muerte.
Todo cristiano debe entender que Jesús
fue asesinado por las autoridades imperiales y religiosas. Esto implica que
intentaron disfrazar el asesinato como un juicio justo, de manera de que el
pueblo creyera que Jesús murió porque era un delincuente o criminal.
¿Quiénes
fueron los autores de la muerte de Jesús y como ejecutaron a Jesús?
Los
autores intelectuales del homicidio fueron: El sumo sacerdote
de la religión judía: Anás, Caifás, y el concejo de los escribas (saduceos y
fariseos) y ancianos más respetados de la comunidad. (Jn
18:12; Mt 26:56-68).
Primeramente se elaboró una orden de
arresto llevado a cabo por alguaciles y soldados quienes prendieron a Jesús en
el monte de los Olivos pasada la medianoche, todos ellos guiados por Judas
Iscariotes quien le había traicionado y vendido por treinta piezas de plata.
Esa misma noche, posiblemente un miércoles 26/3/31 dC que era el día de la
pascua judía (14 de Abib) Jesús fue arrestado y llevado a la casa de Anás y
Caifás. Durante esa misma noche el sumo sacerdote organizó un concilio
apresurado para emitir un juicio y una condenación contra Jesús. Se trajo a los
escribas para que registraran el suceso, fueron buscados falsos testigos (al
menos dos, tal como lo sugería la ley) y dictaminaron que Jesús era un falso
profeta y un falso cristo y por estas razones fue sentenciado a muerte.
Obviamente los líderes religiosos no
estaban autorizados a ejecutar una muerte vía legal. Por esta razón solicitaron
el permiso y la decisión final del gobernador romano en turno, el cual era
Pilato.
Jesús fue llevado a casa de Pilato muy
temprano ya casi amaneciendo, se estima el horario aproximadamente a las 5:45
am del día miércoles 26/3/31 (Mt 27:1-2).
Pilato no estaba muy convencido del
arresto y de la sentencia elaborada por los líderes de la comunidad judía.
Pilato no quería participar de un juicio religioso judío. A su vez Pilato como
gobernador había escuchado de Jesús y de sus milagros y que tenía mucha gente
que le seguía y aún había oído del recibimiento que le habían dado días
anteriores en Jerusalén y sabía que los líderes religiosos le acechaban. Pilato
debía mantener la paz en Jerusalén y evitar que se produjera una revuelta o
rebelión. Las autoridades religiosas habían también llamado a todas las
familias de los fariseos, saduceos, escribas, doctores de la ley y personas que
estaban en contra de Jesús para ratificar la sentencia. A su vez mucho pueblo
se había acercado.
Pilato influenciado por su mujer (Mt 27:19) y por el cuestionario hecho a Jesús,
quería liberar a Jesús (Jn 19:12).
Consideraba ilegitima la sentencia (Mr 15:10).
Cuando escuchó que Jesús era Galileo intentó transferir el caso a Herodes (Lc 23:6-12), pero el muy astuto devolvió el caso
a Pilato alegando que nada digno de muerte había hallado contra Jesús.
Sin embargo Pilato, buscando
congraciarse con ambas partes, mandó azotar a Jesús para que luego sea liberado
(Lc 23:13-25). Un azotamiento romano era un
sentencia muy cruel, por lo general más del 60% de los azotados moría a los
días o semanas o bien quedaba lisiado o con quebraduras graves. Las Escrituras
revelan que Jesús fue azotado con “flagrum”. El flagrum era un azote de cuerdas
que tenía pedazos de metal o huesos agudos entretejidos para producir desgarros
en la piel. El azotamiento contaba de 40 azotes menos uno y se realizaba a piel
desnuda sin respetar partes del cuerpo. Jesús fue azotado por soldados romanos.
Al volver a Pilato, Jesús necesitaba asistencia médica, había perdido y estaba
perdiendo mucha sangre debido a las múltiples heridas. No obstante los líderes
religiosos querían ver muerto a Jesús, temían que pudiera sanar.
Solía soltarse un preso en tiempos de
pascua, cualquiera que el pueblo quisiera, esto era una forma de congraciarse
con el pueblo. Pilato aprovechó la oportunidad y trajo al peor preso que tenían
en Jerusalén, a Barrabás acusado de homicida y revolucionario; Para su
infortunio, el pueblo asesorado por los sacerdotes habían influenciado al
pueblo para que le soltaran a Barrabás.
Crucifixión
de Jesús
Pilato sin más, intentó mostrar su
disconformidad lavándose las manos, pero esto no quita que Pilato teniendo la
autoridad para soltar a Jesús, le entregó a voluntad del pueblo quienes no paraban
de gritar “¡Crucifícale!, que su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros
hijos” (Mt 27:25-26).
Jesús fue sentenciado a muerte y tomó
su cruz para salir al monte más cercano de la ciudad de Jerusalén, al monte de
la entrada norte, llamado “Gólgota” “(cráneo o calavera)” junto al camino o
entrada principal para que todos lo vieran.
Al salir del muro de la ciudad y
cuesta arriba Jesús necesitó ayuda y Simón de cirene ayudó a Jesús hasta el
lugar donde debía ser crucificado.
Jesús fue crucificado en la hora
tercera del día como se relata en Marcos 15:25 esto
implica que era aproximadamente las 9:15 am del miércoles 26/3/31.
Cerca del mediodía (hora sexta) hubo
un oscurecimiento total hasta la hora novena 15:15 momento en que Jesús entregó
el espíritu y murió (Mt 27:50; Mr 15:37)
La
muerte de Jesús
Es importante destacar que Jesús murió
en la cruz; La evidencia concreta no solo radica en que los soldados lo vieran
muerto después de haber estado un poco más de seis horas en la cruz, sino en
que lo corroboraron abriéndole el costado con una lanza, en la parte baja del
pulmón, de donde salió agua y sangre, lo cual demuestra clínicamente que Jesús
había muerto por asfixia, agotamiento físico-mental y posiblemente por un
colapso cardíaco debido a la pérdida de sangre (Jn
19:31-37). Esta es la prueba concreta de que Jesús murió en la cruz.
Hablamos de esto porque muchos
incrédulos suelen estimar motivados por pensamientos humanistas que Jesús solo
estaba desmayado o medio muerto, para decir posteriormente que no resucitó sino
que murió cuarenta días después.
La cuestión es que la muerte no solo
fue corroborada por los soldados, sino que fue dada confirmación a Pilato (Mr 15:42-47).
Con todo lo expresado queremos demostrar
que la muerte del Señor Jesucristo no fue una muerte cualquiera, no fue una
muerte inventada, Jesús fue traicionado y asesinado luego de haber pasado por
diferentes tribunales tanto religiosos como políticos; En definitiva la muerte
de Jesús fue el resultado de una conspiración ejecutada por el poder religioso
judío, por el pueblo judío persuadido y llevada a cabo por el poder político
romano. Figuras tales como Anás, Caifás, Pilato, Herodes, alguaciles, soldados,
son testigos oculares, autores intelectuales y autores materiales de tal
asesinato. Por eso Pedro dijo en más de una oportunidad
Hechos 3
13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de
nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis
y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os
diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios
ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
Resurrección
de Jesús y sus apariciones
Posteriormente, Jesús fue puesto en un
tumba muy cerca de donde había sido crucificado y esa tumba fue sellada con la
autoridad romana y la tumba estaba vigilada por una guardia de de 6 a 16
soldados para evitar que el sepulcro fuese abierto. (Mt
27: 62-66).
El cuerpo de Jesús permaneció unas 72
horas en el sepulcro desde la tarde del miércoles 26/3/31 hasta las primeras
horas del día domingo 30/3/31. Unas mujeres fueron muy temprano al sepulcro y
contemplaron como un ángel descendiendo provocaba un terremoto que removió la
piedra quebrando los sellos y dejando a los guardias como muertos. (Mt 28:1-4).
Las mujeres avisadas por el ángel
informaron a los discípulos que Jesús había resucitado, dos de ellos corrieron
al sepulcro y entrando vieron una tumba vacía con solo los lienzo de la
mortaja.
Y a partir de allí Jesús se apareció a
los discípulos esporádicamente y en diferentes lugares.
La
resurrección del Señor Jesús se sustenta con tres evidencias Escriturales:
- La
primera prueba es la tumba vacía o “casi” vacía en el sentido en que donde
estuvo Jesús solo quedaron los lienzos y el amortajamiento intactos
atravesados por Jesús a un nuevo y glorioso cuerpo (Jn 20:5-8; Lc 24:3).
- La
segunda prueba consiste en la infinidad de testimonios de testigos
oculares que vieron a Jesús Vivo es decir resucitado (Capítulos de
evidencias de la resurrección: Mt 28; Mr 16;
Lc 24; Jn 20 al 21). Es importante destacar que los discípulos eran
personas incrédulas con respecto a la resurrección al punto tal de que
Tomás exigió que la única manera de comprobarlo era palpándolo con sus
propias manos.
Las apariciones de
Jesús fueron declaradas por: María Magdalena (Jn
20:10-18), otras mujeres (Mt 28:8-10),
a Cleofás y su compañero (Lc 24:13-32), a
once de los discípulos y otros (Lc 24:33-49),
a diez de los apóstoles y otros (excluyendo a Tomás) (Jn
20:19-23), a los apóstoles (incluyendo a Tomás) (Jn
20:26-30), a siete apóstoles (Jn 21:1-14),
a los discípulos (Mt 28:16-20), y a los
apóstoles en el Monte de los Olivos (Lc 24:50-52 y
Hch 1:4-9).
También se apareció
a 500 (quinientas personas) (1 Co 15:6), a Santiago el hermano de Jesús (1 Co 15:7) y obviamente a Pablo (1 Co 15:8);
- La
tercera prueba consiste en el detalle salido a la luz sobre la reacción de
las autoridades judías frente a las declaraciones de los soldados que
custodiaban la tumba. Aquí los líderes religiosos sobornaron a los
soldados para que dijeran que los discípulos lo habían robado (Mt 28:11-15), puesto que la tumba estaba
realmente vacía. Es muy posible que las autoridades hayan buscado el
cuerpo y hayan realizado fuertes allanamientos sin resultados. No
obstantes no se levantaron cargos contra los discípulos.
Por último la prueba final de
credibilidad es que los testigos oculares tuvieron que enfrentar grandes
martirios, persecuciones y horrendas torturas y muertes por causa de la
enseñanza y testimonio de que Jesús había resucitado.
A pesar de las evidencias, la pregunta
final de todo incrédulo frente al Evangelio es ¿Si Jesús resucitó, donde está?
¿Por qué no se presenta?.
Por esta razón ha habido infinidad de
teorías humanistas indicando que la resurrección de Jesús es una mentira.
Entre las teorías más descabelladas
existe una que hasta la fecha ha alcanzado a la gran mayoría (sobre todo a los
escolares y académicos) con gran credibilidad y es conocida como "la
teoría del desmayo" cuyo dicho (sin pruebas y sin evidencias) es que Jesús
no murió en la cruz, sino que se desmayó, perdió algo de sangre, entró en
shock, revivió y salió de la tumba y murió en un lapso de cuarenta días y los
discípulos escondieron su cuerpo.
Nuevamente el punto aquí es que la
muerte de Jesús no fue una muerte cualquiera, puesto que involucra los poderes
religiosos y las altas esferas del poder políticos romano de aquel tiempo; Y
decir que Jesús no murió en la cruz y no resucitó desacredita entre muchas
cosas al riguroso poder político y policial romano por su ineficacia para matar
a los condenados previo castigo con azotamiento o bien la ineficacia para
resolver un simple caso de un cuerpo desaparecido, por otro lado pondría en
duda la ineficacia del método de amortajamiento judío, puesto que los judíos
amortajaban a los muertos con aproximadamente unos 45 a 50 Kg entre telas,
aceites y especias para poder mantener el cuerpo en una tumba, lo cual
imposibilitaría a cualquier persona viva el respirar (Jn
19:40).
Si Jesús sólo se hubiera desmayado, y
de alguna "posible" manera hubiera revivido en el escaso aire de la
tumba, hubiera estado en pésimas condiciones. Dada la severidad del castigo,
los golpes, la crucifixión, las heridas incluyendo la perforación de un pulmón
como lo citamos anteriormente, Él hubiera necesitado semanas, tal vez hasta
meses, para recuperarse. De ser así la historia hubiera sido totalmente
diferente, seguramente, un hombre en ese estado no hubiera inspirado a los
discípulos, asustados y dispersos después de la captura de Jesús, a predicar su
resurrección con tanta certeza, audacia y coraje que les llevó a perder la vida
defendiendo semejante suceso si solo fuera una mentira.
La ascensión del
Señor Jesús
Jesús resucito y ascendió a los cielos
(Lc 24:50-53; Hch 1:6-11). Y es una de las
cosas difíciles de entender o de asimilar.
Jesús ascendió no por el solo hecho de
que así se había profetizado (Sal 110:1; Dn 7:13;
Mt 26:64; Col 3:1; Heb 10:12), sino que la razón de tal decisión radica
en que el Reino de los Cielos para los hombres habría de ser un Reino alcanzado
por la fe (1 Pe 1:3-8; Stg 2:5; Hch 14:22),
y para que se descartara cualquier intervención humana, la gracia del Señor
hizo que nos dejara su Espíritu, para que por Él mismo, por Su Espíritu los que
creyeran en su nombre alcanzasen la Salvación (Jn
16:7-10,13; Ro 8:9,14)
¿Por
qué era necesario que Jesús ascendiera al Cielo?
Cuando Jesús resucitó, ya no era como
antes, tenía un cuerpo glorificado, ya no se sujetaba a las leyes
convencionales de la tierra maldecida, traspasaba paredes, desaparecía, ya no
estaba todo el tiempo con sus discípulos, se les aparecía en ocasiones, no
tenía una casa fija, no sabían dónde estaba. No sabían que era lo que había de
suceder.
Gran sorpresa fue para ellos ver a su
Señor ascender al Cielo delante de sus ojos, por primera vez veían que un ser
humano era llevado arriba, al Cielo. Puesto que desde la antigüedad se estimó
al cielo como la morada de Dios (Dt 26:15; Is
63:15; Sal 11:4; Is 66:1)
Este es el mayor testimonio que
tenemos de que Jesús fue al Cielo, que su tiempo en la tierra fue
circunstancial, puesto que Él era del cielo y debía volver al cielo.
Juan 3
13Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del
Hombre, que está en el cielo.
Jesús no vino a establecer un trono
entre las naciones, Jesús volvió a su Capital, a la Jerusalén Celestial.
Jerusalén significa “Ciudad de Paz”,
el vino a la tierra por un propósito que le competía en lo que respecta a su
creación, Jesús vino a salvar lo que se había perdido (Mt
18:11; Lc 19:10), no vino para quedarse en forma de ser creado.
La pregunta es porqué?, porqué no
quedarse así resucitado en la tierra. Porqué debía irse?.
2 Corintios 5
16 De manera
que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a
Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
La gloria del Señor Jesús, no puede
quedar encerrada solo en el hecho de que Él haya resucitado, es decir, del
hecho de haber salido vivo del sepulcro. La resurrección es solo la Victoria
sobre la muerte, la demostración fidedigna, la evidencia concreta de que todo
hombre puede alcanzarlo. Es por eso que a Jesús hay que conocerlo por encima de
la carne, por encima de ser humano.
La gloria del Señor Jesús es su
Señorío demostrado sobre todo lo creado, su Trono sigue en el Cielo. Por esta
razón no nos limitamos a predicar de que un hombre venció la muerte, sino a
Jesús el Cristo como el Señor de la creación.
Hechos 2
36 Sepa, pues,
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Obviamente que para que nosotros
alcancemos la victoria sobre la muerte, Él tuvo que mostrarnos el camino como
ser humano y brindarnos toda la ayuda necesaria para que la alcancemos. Jesús
logró la redención por la Fe, Él fue el Autor y Consumador de la Fe (Heb 12:2), ese es el verdadero secreto, el
verdadero misterio está en la Fe.
Y como estaba predicado desde la
antigüedad, el Reino de los Cielos no se alcanza con la confianza puesta en
cosas que podemos ver sino que se alcanza por medio de la fe.
Y no es que se haya ido, realmente
Jesús está en nosotros por medio de su Espíritu, esto significa que Jesús está
vivo en nosotros.
Efesios 3
17 para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
Asi que no solo damos el testimonio legal, sino que también somos el testimonio Espiritual. Confiando en que Jesús actúa en nosotros.
Entonces, finalmente habiendo
analizado las evidencias y los testimonios, podemos decir lo que las Escrituras
declaran:
BIEN AVENTURADO LOS QUE NO VIERON Y CREYERON (Jn 20:29)
La
Paz del Señor Jesús
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