MENSAJE DOMINGO
25/10/2015
Por el Hno. Gabriel.-
Gálatas 5
16 Digo, pues: Andad en el
Espíritu (obedecer, seguir
la conducta del E.S.), y no satisfagáis
los deseos de la carne.
17 Porque el deseo de la carne
es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen (son contrincantes,
oponentes, enemigo, etc.) entre sí, para
que no hagáis lo que quisiereis.
Esta meditación tiene como título “Andando en el Espíritu”, y es la sexta parte de la serie de
predicaciones “Evidencias de una genuina
conversión”. Las predicaciones anteriores trataron el asunto del inicio de
la vida cristiana por medio de la palabra de Dios y el cambio que esta genera
en nuestras vidas, mostrando que aquella nueva naturaleza espiritual que
comienza en nosotros nos impulsa cada día más a Dios a fin de hacernos
permanecer en Él. A su vez en el sentido práctico habíamos hablado que el
cristiano que anda en luz tiene la capacidad de impartir a Cristo por medio de
una clara exposición del evangelio y una conducta que acompaña tal testimonio,
y también cualquiera fuere la circunstancia que lo rodee jamás, pero jamás, se
va a avergonzar del evangelio porque el evangelio es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree. Por otro lado abordamos también el asunto del
pecado durante el desarrollo de la vida cristiana, el cual se comporta como un
incesante enemigo que presenta batalla diariamente, por esta razón el cristiano
debe tener la disciplina y preparación de un verdadero soldado a fin de no ser
derrotado por el pecado. Pero otra de las características que evidencian la
verdadera conversión de que aquellos que han creído en el Señor Jesucristo, es
que empiezan a desarrollar sus vidas andando en el Espíritu, ¿y de que se trata exactamente esto?
justamente la intensión de esta meditación es abordar este asunto.
“Digo pues; Andad
en el Espíritu…
Que sintética
expresión,
Pero que amplio
significado encierra”
¿A que puede estar refiriéndose el apóstol Pablo con esta
expresión? O ¿Que es lo que nos imaginamos nosotros cuando se nos habla de que
debemos andar en el Espíritu? Puede que algunos consideren que se trata de
andar con una biblia bajo el brazo todo el día, orando en cada momento, mirando
al cielo en todo tiempo. Quizás otros piensen que se trata de estar hablando en
lenguas en cada momento de oración y profetizando cosas que sucederán, o
también puede que algunos se imaginen que se trata de andar evangelizando a
cada personas que nos encontramos en la calle, en fin, puede que nos imaginemos
diferentes clases de situaciones que intenten ilustrar lo que representa andar
en el Espíritu Santo, pero ¿Qué es exactamente
andar en el Espíritu Santo? ¿Cuál es la explicación bíblica de este asunto?
Primero debo decir que hay que ser muy cuidadosos al hablar
de este tema, porque estamos hablamos del Espíritu Santo de Dios, y cualquier
palabra mal aplicada en este asunto podría considerarse una blasfemia para Dios (Mt 12:31-32),
por tanto aclaro que esta meditación no busca definir terminantemente lo que es
andar en el Espíritu, sino tan solo
orientarnos a la base o idea principal de lo que esto representa en la vida
cristiana.
¿Por qué razón Dios nos dios su Espíritu Santo?
Hablar de “Andar en el
Espíritu” comienza por preguntarnos ¿por qué razón tenemos el Espíritu Santo
morando en nosotros? ¿Cuál es la explicación lógica de que Dios nos dio su
Espíritu Santo? ¿Cómo llegamos a obtener su Espíritu Santo en nosotros? Y si no
tenemos un claro entendimiento para responder estas preguntas, difícilmente
podamos andar en el Espíritu. O sea que antes de explicar lo que es andar en el
Espíritu debemos tener bien claro porque tenemos el Espíritu de Dios en nosotros.
Para tener una clara comprensión de lo que es “Andar en el Espíritu” es necesario
remontarnos al antiguo pacto que Dios estableció con los judíos, y me refiero a
la ley mosaica, aquellos estatutos,
mandamientos y leyes que los judíos debían cumplir, las cuales tenían el
propósito de santificar al hombre por medio de la obediencia a Dios y alejarlo
definitivamente del pecado para que puedan recibir la vida eterna como
recompensa de ello (porque la muerte es
consecuencia del pecado, de modo que aquel que no peca no tiene razón para
morir). En otras palabras el hombre debía alcanzar la salvación y vida eterna
en Dios por medio de sus obras, por medio de guardar la ley. En esto consistía
el antiguo pacto. El problema con
este pacto es que ningún hombre a excepción de Jesucristo pudo guardar la ley (Ro 3:12),
por lo tanto ningún hombre alcanzaba el favor de Dios, todos morían destituidos
de su gloria (Ro
3:23) por causa de la rebelión del pecado.
Cada judío que nacía, en cuanto tomaba conciencia de su
condición pecadora y el castigo reservado para ello, se esforzaba sobremanera
por guardar la ley y vivir en obediencia a Dios a fin de ser librado de la ira
y alcanzar la salvación como recompensa de su obediencia. El hábito de su vida
consistía en vivir esforzándose para agradar a Dios a fin de obtener algo de
Él, como una especie de truque (yo hago
esto para que tú me des esto). Dicho de otro modo el hombre obedecía a Dios
por conveniencia, obedecía a fin de poder demandarle a Dios ciertos beneficios
como recompensa por causa de su obediencia. Sin embargo, a pesar de que la ley
era justa, santa y buena (Ro 7:12) el hombre fracaso en este pacto. Por
lo tanto Dios estableció un nuevo y mejor pacto (Heb 7:22), donde se le otorga
al hombre aquella inalcanzable salvación solo por gracia. O sea, todo lo que el
hombre no pudo alcanzar por medio de sus obras y esfuerzos físicos y mentales
por guardar la ley, Dios tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres
(Fil 2:7),
nos acerco la justificación, la salvación y la vida eterna de forma totalmente
gratuita por medio de Jesucristo – ¡Alabado sea el Señor!! -
Dicho de otro modo, en el nuevo pacto, el hombre ya no debe
esforzarse en guardar la ley por fuerza propia para alcanzar la salvación de
Dios, sino que ahora debe tan solo creer en el “Nombre del Señor y Salvador
Jesucristo” para ser justificado de todos sus pecados y ser regenerando por
medio de la obra del Espíritu Santo a fin de santificarnos (2Ts 2:13), para luego
galardonarnos con la vida eterna en Cristo Jesús - ¡Que doctrina tan
maravillosa! -
Tito 3
5 nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo,
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro
Salvador,
7 para que justificados por su
gracia, viniésemos a ser herederos
conforme a la esperanza de la vida eterna.
Efesios 2
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios;
9 no por obras, para que nadie
se gloríe.
Lo que el hombre no pudo alcanzar durante años de esfuerzo
físico tratando de guardar la ley, Dios lo acerco gratuitamente mediante Jesucristo,
estableciendo por medio de Él un nuevo y mejor pacto, ya no conforme a la ley
mosaica sino conforme a la ley del Espíritu Santo. Y por esta razón Dios nos
concedió su Espíritu Santo para que more en nosotros a fin de guiarnos y
santificarnos para alcanzar la salvación y vida terna mediante un nuevo pacto.
2°Corintios 3
6 el cual asimismo nos hizo
ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Romanos 7
6 Pero ahora estamos libres de
la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el
régimen nuevo del Espíritu y no bajo el
régimen viejo de la letra.
Andar en el Espíritu comienza entonces por conocer la razón
lógica de ¿porque tenemos el Espíritu Santo
morando en nosotros? y la respuesta es por causa del nuevo pacto que Dios
interpuso a nuestro favor, y si como cristianos NO hemos comprendido claramente
este asunto, difícilmente podamos andar en el Espíritu. Por tanto es nuestra
obligación conocer todos los alcances y detalles que conforman el nuevo pacto
de gracia entre Dios y nosotros (Ef 2:12-13, Ga 3:26 4:6-7).
En términos sencillos diremos, que una de las primeras
características de “andar en el Espíritu”
es entender plenamente que fuimos justificados de todas nuestras rebeliones y
más aberrantes pecados por medio de un hombre, Jesús, que se presento delante
del Santo e inalcanzable Dios y Juez Justo (Heb 9:11-12), y se ofreció a sí mismo para
tomar nuestro lugar y cumplir nuestra condena sustituyéndonos en aquella
horrible y humillante muerte en la cruz a fin de reconciliarnos con Dios (Ro 5:9-10)
y otorgarnos salvación y acceso al Padre Celestial por medio de su preciosa
sangre la cual expió todos nuestros pecados y satisfizo la ira de Dios, y nos
resucito juntamente con él para que heredásemos la vida eterna, y todo esto de
forma totalmente gratuita… si realmente hemos entendido esto, y vivimos
creyendo y deleitándonos en este conocimiento, entonces hemos empezado a “andar en el Espíritu”, porque tal
discernimiento proviene de Dios por medio de su Espíritu.
La liberación de la ley
No obstante, aunque tal declaración parezca algo sencillo de
comprender, sin embargo no sucede así en la práctica, porque aunque creemos
haber entendido la doctrina de la justificación por la gracia de Jesucristo,
nos topamos con un problema, y es que
aun no hemos renunciado al viejo sistema de la justificación por obras, y
hasta que no seamos libertados de la ley no podremos gozar de un pleno andar en
el Espíritu Santo. Debemos morir a la ley.
Romanos 7
6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos,
de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el
régimen viejo de la letra.
Andar bajo el régimen del Espíritu requiere anular en
nosotros el viejo pacto de la ley. Una cosa es haber sido librado del pecado,
pero otra cosa totalmente diferente es ser librado de la ley. Y con esto me
refiero a aquella naturaleza nata que nos lleva a pensar que debemos agradar a
Dios por medio de obras. Cuántas veces hemos concebidos pensamientos tales
como; me
voy a esforzar para vivir en santidad así Dios se agrada de mí, de este modo el
me va a bendecir, va a responder mis oraciones, porque yo me estoy portando
bien. Tal pensamiento pone en manifiesto que aun somos esclavo del
viejo sistema de la ley, porque inconscientemente queremos obedecer a Dios pero
bajo la idea de un trueque, de una demanda obligada en compensación por mi buen
andar (yo voy a hacer esto para que tú
hagas aquello), sin embargo Dios no es deudor de nadie, antes por el
contrario, somos nosotros los que estamos en deuda con Él.
Neciamente muchos cristianos inician trabajos a fin de agradar
a Dios según el esfuerzo físico; donaciones, ministerios, fundaciones,
asistencia social y tantas otras cosas que hacen para buscar el agrado y
bendición de Dios sobre sus vidas. Tal postura lleva al cristiano a no andar en
el Espíritu sino a andar bajo el sistema viejo de la ley - hago estas obras
para ser premiado y recompensado por Dios-
Si queremos andar en el Espíritu, debemos morir a la ley, y
disfrutar de la gracia de Dios, la cual nos acerca a la obediencia por medio de
su Espíritu sirviéndole por gratitud, en obediencia y no por obras
Debemos entender que andar en el Espíritu es comprender que
estamos bajo la gracia de Dios, y tal conocimiento debe penetrar nuestras mentes
y en nuestro corazón, de este modo nuestra forma de vida para Dios jamás será
un esfuerzo por la santidad, sino un deleite por la vida espiritual.
¡Ya no tratare de
hacer cosa alguna para Dios!
¡Qué doctrina tan
rara! dirán algunos ¡Qué herejía! dirán otros
Pero en esto consiste justamente la gracia, en que yo cese
de tratar de agradar a Dios según la carne, y contemple muy de cerca la obra de
Cristo en mi vida y empiece a vivir conforme al Espíritu Santo para obedecerle
en todo cuanto sea de Él por una cuestión de gratitud.
Hebreos 12
28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud,
y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
La santidad en todo cristiano no es un esfuerzo físico, sino
el resultado del trabajo del Espíritu Santo en mi vida. Mi sentido de
obediencia a Dios ya no se apoya en la fuerza humana, sino en la potencia de su
Espíritu Santo operando poderosamente en mí. Ya no estoy obligado a servir a
Dios por obligación, sino por gratitud. Pero para que esto ocurra debo ser
librado de la ley, de otro modo no podre gozar de la gracia de Cristo, debo
aprender a andar en el Espíritu bajo el entendimiento que Dios ya no demanda absolutamente
nada de mi según mi fuerza humana, sino que nos ha provisto de todo lo
necesario para santificarnos por medio de su gracia.
Gálatas 5
18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la
ley.
…
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por
el Espíritu.
Andando en el régimen Espíritu
Andar en el Espíritu esta intrínsecamente vinculado a creer
en el Nombre del Señor Jesucristo, creer en la eficacia de su obra expiatoria
en la cruz, que resucito de entre los muertos, que ascendió a los cielos, que
fue exaltado hasta lo sumo y que volverá por nosotros. Andar en el Espíritu es
deleitarnos en el poderoso evangelio de Dios, vivir enteramente complacidos de
servirle a Él, aguardar la esperanza bienaventurada de la manifestación de
Cristo, tener nuestros ojos sellados con la eternidad celestial, estar
plenamente convencidos de que ya no vivimos para este mundo sino para Cristo, quien
nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo (Ef
1:3), que ya no somos parte de este mundo aunque todavía estamos en
el mundo, andar en el Espíritu es conocer a Dios en la intimidad, es haber
degustado de su santidad. Andar en el Espíritu es que él vive su vida en mí.
Gálatas 2
20 Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia,
entonces por demás murió Cristo.
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