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MENSAJE
DOMINGO 29/10/2017
Por el Hno. Gabriel. -
Introducción
Continuando con
nuestro breve, pero apasionado estudio de la carta a los Romanos, abordaremos
en esta ocasión, el contenido doctrinal del capítulo 5, buscando extraer las
riquezas de la sabiduría de Dios contenidas en este hermoso libro.
Contexto
La meditación
anterior, referida al capítulo 4, impartida por nuestro hermano Santiago, se
nos mostraba la “ejemplar fe de Abraham”,
pero no se nos hablaba de esta fe como
una caso excepcional e irrepetible en la historia de la humanidad, sino como la
fe común que todo cristiano debería tener, vale decir, se nos muestra el
ejemplo de la fe de Abraham para que también nosotros creamos en Jesús el
Cristo con la misma convicción y certeza con la cual Abraham creyó en Dios.
Romanos 4:23 Y no
solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser
contada, esto es, a los que creemos en el
que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro,
Esto nos muestra que
el hecho de creer que; “Jesús el Cristo fue muerto
por causa de nuestras transgresiones y resucitado por causa de nuestra
justificación”, debe necesariamente cambiar el curso de nuestra vida tal
como cambio el curso de la vida de Abraham, ese es el objetivo al citar como
ejemplo la fe de Abraham, en otras palabras; la verdadera fe cambia la vida de los cristianos.
Por causa de creer,
Abraham renuncio a él mismo, a sus fuerzas, a sus virtudes y creyó en Dios aun
cuando en términos humanos era imposible que se cumpliese lo que Dios le había
prometido, pero de todos modos él creyó en esperanza contra esperanza en aquel
que es el Todopoderoso para hacer las cosas mucho más abundantes de lo que son,
y esperar en su palabra (la palabra de
Dios) como el único terreno firme y seguro… cielo
y tierra podrán pasar, pero su palabra no pasará (Mt
24:35), Abraham creyó en la promesa de que sería padre de
multitudes, aunque pasado 25 años, cuando era ya de 100 años de edad recién vio
cumplida la promesa del nacimiento de su hijo Isaac, de quien vendría la
promesa del Cristo por el cual serian benditas todas las naciones, y en el
sentido espiritual se cumplió que fue padre de multitudes, aunque no lo vio en
el sentido físico mientras estaba en el mundo, pero lo conoció en el Espíritu
por medio de Cristo, y a esto se refiere Jesús cuando dice; Abraham, su padre se gozó de que había de ver mi día; y
lo vio, y se gozó (Jn 8:56).
Tales palabras de
Pablo, eran en cierto modo, un llamado a todo judío (legalistas) a renunciar al intento inútil de buscar la
justificación por méritos propios y salvarse por esfuerzo humano, de alguna
manera Pablo retrocede a los ancestros, para demostrarles a los judíos, que todos
los patriarcas fueron caracterizados por su creer y no por su obrar, la
historia de los patriarcas es una historia de fe, el motor de su accionar u
obrar fue su fe, y alcanzaron la justicia
por medio de la base de creer con fe, en otras palabras; fueron declarados
justos por sostenerse creyendo en la palabra de Dios y descansar en ella.
Tratar de alcanzar
la salvación por méritos propios es algo imposible para el hombre (Mt 19:25-26), antes, lo único que
genera tal accionar es despertar aún más la ira de Dios contra nosotros por
causa de la desobediencia. Pero creer con fe en el Dios, que es conocido por
llamar las cosas que no son como si fuesen (Ro 4:17);
llama a los muertos y les da vida, a los injustos y los justifica, a los
pecadores y los santifica, a los miserables y los hace bienaventurados, y cuya
palabra es inquebrantable y poderosa, de modo que todo lo que dijo lo cumplirá,
y toda la biblia es el precedente de ello… creer en tal Dios es el único camino
viable y seguro para todo hombre (Jn 14:6),
vale decir, lo único que nos da seguridad de que alcanzaremos la promesa (referido a la salvación resurrección y vida
eterna) es exclusivamente nuestra fe y nada más que nuestra fe en Jesús el
Cristo (Ro 4:16), fe que debemos
sostener y cuidar a lo largo de nuestra vida terrenal
La fe; el único camino a la justificación
Romanos 5:1 Justificados, por lo tanto, por la fe, tenemos paz
para con Dios por medio de nuestro Señor Jesús,
el Cristo 2 por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual
estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza
de la gloria de Dios.
Solo por fe, tratar
de agradar a Dios por medio de la ley solo ha producido ira (Ro 4:15), porque la ley puso en evidencia
el estado corrupto del hombre, o sea, en vez de que el hombre pueda demostrar a
Dios que puede caminar en obediencia sujeto a la ley, hizo todo lo contrario, por
medio de su obrar magnifico la desobediencia, engrandeció la rebeldía, y por su
puesto tal situación lo único que genero fue aumentar la IRA JUSTA de Dios, el
furor de Dios sobre los desobedientes.
Ezequiel 5:13 Y se
cumplirá mi
furor y saciaré en ellos mi enojo, y
tomaré satisfacción; y sabrán que yo Jehová he hablado en mi celo, cuando cumpla en
ellos mi enojo.
Por más intento que
haga el hombre por tratar de agradar a Dios, todas sus obras finalmente son
desagradables para Dios, son trapos de inmundicia, algo inservible, tal como lo
es un paño menstrual.
Entonces, el único
camino para alcanzar el ser declarado justos por Dios es solo por medio de la
fe en Cristo Jesús, el cual se encargó de imputarnos (traspasarnos) todos los méritos de su vida obediente y sin pecado,
y cargar sobre sus lomos toda nuestra vida desobediente clavándola en la cruz, de
este modo, por medio de sus méritos, fuimos justificándonos delante del Juez
para que tengamos paz, a fin de que aquella mirada de furor y enojo de Dios hacia
nosotros sea disipada, porque ya no nos ve a nosotros los desobedientes sino a
su propio hijo obediente y sin pecado insertado en nosotros, ya no es una cuestión del Juez mirando al transgresor,
sino de Padre complaciéndose en su propio hijo, de eso se trata la reconciliación.
Por ejemplo; cuando un juez ha
ordenado la captura de un ladrón u homicida, la policía va en busca de este con
armas de fuego para reducirlo, y cuando lo interceptan, lo primero que hacen es
apuntarles con sus armas dispuestos a dispararles a fin de que se rinda, y por
más que el malhechor se entregue totalmente desarmado y con las manos en alto y
diciendo que nunca más le hará daño a
nadie, de todos modos, la policía sigue apuntándolo con sus armas y todo el
peso de la ley caerá sobre él y será condenado, o sea que, por más que él haya
decidido ya no cometer ningún delito de todos modos no habrá paz entre él y el
juez… del mismo modo sucede con cada persona que se acerca a Dios diciéndole
que ya no va a pecar más sino que será
una buena persona, pero de todos modos no habrá paz con Dios, sino que la
ira del Juez aun estará sobre él y todos sus ángeles apuntándolos con saetas
esperando la orden para matarlo… sin embargo, por medio de Cristo, no solo
logramos que las armas de su justicia ya no nos apunten más, sino que el mismo
Juez se acerca a nosotros para abrazarnos, eso es reconciliación y paz para con
Dios, pero a costa de haber disparado toda su justicia contra su propio hijo
Cristo en la cruz.
Nuestro único
terreno firme es la justificación por medio de la sangre de Cristo, pararnos en
ese terreno es lo más seguro para todo hombre, a eso se refiere la palabra “firme” en el verso 2, a que su justificación
por gracia es inalterable, y no se trata de una posición precaria y provisoria de
justificación delante del Juez, sino que nos da entrada a vivir y permanecer en
esa bondad inmerecida, aguardando la esperanza de ser trasformados a su gloria,
recuperando por medio de Cristo todo aquello que perdimos por causa del pecado,
dicho de otro modo, nuestra reconciliación con Dios es la inversión de lo que
expresa Romanos 3:23, que habiendo estado destituidos de la gloria de Dios al
principio, recuperamos esta posición por medio de la obra de Cristo a nuestro
favor.
Nuestro constante gloriamos por la esperanza de ser restituidos a la
Gloria de Dios
3 Y no sólo esto,
sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia 4 y la paciencia, prueba y la prueba,
esperanza 5 y la esperanza no
avergüenza porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos fue dado.
Nuestro gloriarnos en
la esperanza de alcanzar la gloria de Dios y habitar nuevamente con Él es algo
constante en la vida cristiana, en todo tiempo, no se trata de un gozo
momentáneo que aparece y desaparece de acuerdo a las circunstancias, sino que
la verdadera fe nos lleva a gloriarnos en la esperanza en Dios, en tiempos de
paz y también en tiempo de aflicción en medio de las tribulaciones, acá no se
nos dice que debemos gozamos que nos vengan tribulaciones, sino que en medio de
las tribulaciones igual mantenemos firme nuestro gloriarnos de lo que nos
espera con Cristo. Vale decir, nuestro gloriarnos en Cristo, no fluctúa (no cambia, no varía) con las
aflicciones, sino que soporta las aflicciones, y de ese modo nos hace más
paciente, perfecciona nuestro carácter, y nos hace cristianos aprobados para
con Dios, a esto se refiere el texto cuando dice que “la paciencia produce prueba”,
se refiere a que genera un carácter aprobado, lo que a su vez afirma aún más
nuestra esperanza de alcanzar aquello que esperamos, y tal esperanza es sin incertidumbres,
no es una vana esperanza, sino que es segura, es una esperanza viva que jamás
nos va a ridiculizar o avergonzar como algo que esperamos y que finalmente Dios
no cumple, respecto de esta esperanza Pablo escribe en la carta a los efesios: Efesios 1:18 alumbrando los ojos de su [de ustedes] entendimiento, para que sepan
cuál es la esperanza a que él les ha llamado
[reclutado], y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la supereminente grandeza de
su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su
fuerza,
Dios no va a falla
su promesa, Abraham espero y se sostuvo como viendo lo invisible, del mismo
modo nuestra esperanza es también igual de segura, y opera mediante la fe, esta
insertada en nuestro corazón, sembrada allí, y la garantía de tal esperanza es
el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo; Amor incondicional
e invariable, nos amó cuando éramos aún rebeldes, él no espero encontrar en
nosotros un momento de tregua para amarnos y hacer las paces, sino que nos amó
cuando más lo desechábamos, y si nos amó de tal manera cuando aún éramos
rebeldes, ¿Cómo no nos va a conceder lo que prometió ahora que estamos
reconciliados por la sangre de su Hijo Cristo? (Ro
8:29-30, Fil 3:20-21) Su amor derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado, es la garantía que hace segura nuestra esperanza (Ef 1:13-14).
Romanos 8:32 El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas TM
[gratuitamente]?
El amor de Dios vino
a nosotros cuando éramos sus enemigos, hombres y mujeres débiles incapaces de
agradar a Dios por sí mismos, y si tenemos la certidumbre y convicción de que
hemos sido justificados por medio de los méritos de Cristo cuando aún éramos pecadores,
entonces, estado ya justificados ¿no nos preservara para su gloria ahora que le
pertenecemos? ¡SI! que no nos quepa la menor duda de que seremos glorificados
con Él, porque Cristo, no solo fue entregado para justificarnos, sino también para
reconciliarnos, a fin de que recobremos todo aquello que por causa del pecado
habíamos perdido.
El Indescriptible amor de Cristo
6 Porque Cristo,
cuando aún éramos débiles (incapaces,
enfermos), a su tiempo
murió por los impíos [irreverentes, (sin piedad),
sacrílegos]. 7 Ciertamente, apenas
morirá alguno por un justo, con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el
bueno. 8 Mas Dios muestra su amor
para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Puesto que mucho más, estando ya
justificados en su sangre, por él seremos
salvados de la ira [furia]. 10 Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvados por su
vida.
Estos versículos nos
dan una breve descripción del valor inmenso del amor de Cristo por cada uno de
nosotros, el cual se despojó de su vida (Jn 10:18)
para morir en nuestro lugar como un sustituto, y es un acto sublime y sin
precedentes, nadie jamás se atrevería a hacer algo similar, las personas valoran
tanto sus propias vidas que de ningún modo pensaría en desperdiciarla o entregarla
para que otra persona viva, podrían suceder el caso extraordinario que alguien
se ofrezca a morir por otro, siempre y cuando éste sea alguien bueno y justo
que merezca vivir, pero nadie osaría morir por un impío, por un asesino,
violador, o ladrón, más Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún
pecadores Cristo murió en cuenta nuestra… que profundas y maravillosas son
estas palabras, todo lenguaje carece de valor para enaltecer tal acción departe
de Cristo.
Romanos 8:35
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Y al morir en
nuestro lugar nos libró de forma total y absoluta de la condenación e Ira de
Dios, vale decir que su justificación no es parcial ni temporal, hemos sino
librado totalmente de la Ira Dios destinada para los impíos, toda fue absorbida
por Cristo en la cruz, sin dejar que ninguna gota de ella nos salpique, por
tanto, su obra expiatoria es total y suficiente para justificarnos, lo que
implica que el valor de su sangre es precioso, invaluable, único, y es único terreno
en el cual debemos acercarnos a Dios cada día.
1°Tesalonisenses 1:10
y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de
la ira venidera.
Dios compro nuestra
reconciliación al precio tan alto de la sangre de su propio Hijo, y su muerte obro
para nuestra justificación, pero no acaba allí; si su muerte fue poderosa para
obrar nuestra justificación ¡cuanto más poder no tendrá su vida resucitada para
adentrarnos de forma segura a la gloria de Dios y hacernos permanecer eternamente
con Él!
Nuestro gloriamos por la reconciliación por medio de Cristo
11 Y no sólo esto,
sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesús, el Cristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
Si hemos prestado
atención, la expresión; “Y no solo esto,
sino que también nos gloriamos en…”, es la misma con la que empieza el
versículo 3, lo que nos lleva a pensar que el capítulo 5 podrían estar dividido
en dos partes que nos muestra de forma directa la doble jactancia o gloriarse
que debe experimentar todo cristiano por causa de la justificación por la fe; la
primera parte, que va desde el verso 2 al 10, nos muestra el gloriarnos (gozarse, ufanarse, jactarse) por la
esperanza certera de ser restituido legalmente a la gloria de Dios de la que fuimos
destituido por causa del pecado, y hasta el verso 10 se nos describe el amor de
Dios por medio de la obra expiatoria de Cristo, como el método que Dios uso para
justificarnos legalmente. Y en la segunda parte, desde el verso 11 al 21; se
nos muerta el gloriarnos (gozarse,
ufanarse, jactarse) por la reconciliación (paz, posición permanente) que hemos recibido para con Dios por
medio de la obra expiatoria de Cristo. O sea, que no solo tenemos justificación
como una posición legal delante del Juez, sino que estamos reconciliados con el
Padre, para heredar su reino y vida eterna como sus hijos legítimos, y hasta el
verso 21, se nos describe como opero la gracia y el don de Cristo como el
método de reconciliación, sacándonos de la condenación de muerte que trajo el
pecado universal de Adán y adentrarnos a la vida eterna traída por medio de la
gracia y justificación de Cristo.
Vale decir que, la
justificación le proporciona a todo cristiano una doble jactancia; por un lado,
la esperanza de ser restituidos legalmente a la gloria de Dios y por otro lado
la reconciliación eterna con el Padre por medio de Jesús el Cristo, y esta es
la explicación que Pablo aborda desde el verso 12 al 21:
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron. 13 Puesto que antes de la
ley, había pecado en el mundo pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14 No obstante,
reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun
en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura
del que había de venir.
A fin de explicar cómo
fue el proceso de reconciliación entre Dios y los hombres, Pablo va a empezar
desde la raíz del problema, y es explicar cómo llegamos a nuestra destitución (separación) de la gloria de Dios (Ro 3:23), y fue por causa del pecado de
Adán, pero no hablamos del pecado de Adán como un pecado en particular o como
el origen del pecado, sino como la introducción (la puerta) de aquella naturaleza inherente a la injusticia que
entro al género humano a partir de esta desobediencia, naturaleza pecaminosa
que paso de forma genética a toda la humanidad. Con Adán y Eva pecadores, toda
la humanidad que estaba en sus lomos fue contaminada del pecado.
No somos
constituidos pecadores por pecar, sino que pecamos porque está en nuestra
naturaleza hacerlo, no lo hemos elegido, nacemos con esto, es como el apellido,
nadie lo elige de una lista de apellidos, se nace con el apellido que nos tocó,
y hagamos lo que hagamos siempre vamos a conservar nuestro apellido; por
ejemplo; si mi apellido es Montaño, es porque mi papá es Montaño, y mi abuelo
es Montaño, y así para arriba todos han sido Montaño, ahora, si me comporto
como Montaño voy a seguir siendo Montaño, y si no me comporto como Montaño voy
a seguir siendo Montaño igual, lo mismo pasa con nuestra naturaleza pecadora,
hagamos lo que hagamos vamos a seguir siendo pecadores de una u otra manera.
Ahora, la paga del
pecado es la muerte, y a través del pecado de Adán la muerte fue introducida a
toda la posteridad, y aunque Adán no fue sometido a una muerte inmediata por su
pecado, de todos modos, en un sentido espiritual murió inmediatamente al quedar
destituido de la gloria de Dios, no obstante, la muerte física se manifestó varios
años después, sin contar que aún queda una muerte que tiene que ver no solo con
lo físico y apartado de Dios, sino con un tormento eterno en el lago de fuego.
Una aclaración
necesaria para Pablo aquí es respecto de la acusación sin ley; si bien es
cierto que la acusación de pecado radica en una cuestión legal, en donde se
considera pecador a aquel que ha infringido una ley específica, ¿Cómo llegaron
los hombres a ser constituido pecadores antes de Moisés, si la ley aún no había
sido prescripta? Por su naturaleza pecaminosa, la introducción de la ley
proporciono la base legal de acusación, pero que haya sido adentrada antes o
después no hace la diferencia, porque los hombres eran pecadores con ley o sin
ley, de una u otra manera eran pecadores, y por lo tanto la muerte actuó de
forma universal para todos.
Aunque, no todos
pecaron a la manera de Adán, y esto se refiere a que la trasgresión de Adán fue
un acto de rebelión muy encumbrado, porque a diferencia nuestra que nacemos
bajo una naturaleza pecadora, Adán en principio no la tuvo, sino que fue creado
sin pecado y a partir de esa condición tuvo la infeliz idea de desobedecer a
Dios, su transgresión fue un acto de rebeldía sin precedente.
Ahora Adán, en su
estado pecaminoso, era el primer prototipo de hombre introducido en la creación
de donde nacerían todos los hombres que finalmente poblarían el mundo, el
problema con tal prototipo es que solo generó una raza de muerte, sin embargo,
por medio de Cristo es introducido en la creación un segundo prototipo de
hombre, de cual nacerían, por medio de la fe, todos los hombres que finalmente
heredarían la vida.
1°Corintios 15:47 El
primer hombre es de la tierra, terrenal el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Los dos tipos de hombres introducidos en la creación: Adán y Cristo
15 Pero el don no
fue como la transgresión porque si por la transgresión de
aquel uno murieron los muchos,
abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesús, el Cristo. 16 Y con el don no
sucede como en el caso de aquel uno que pecó porque ciertamente el juicio vino
a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a
causa de muchas transgresiones para justificación.
A partir de la
introducción de estos dos prototipos de hombre; Adán y Cristo, se muestran el
contraste entre el acto condenatorio de Adán y el acto redentor de Cristo, el
pecado de Adán abundo en los hombres para muerte, pero el don de la justificación
por gracia mediante Cristo fue mucho más abundante para anular la condenación que
introdujo Adán. El pecado de Adán trajo condenación a todos, un solo pecado
sirvió para confinar a todos a una condenación justa, porque todos al final
eran pecadores, pero, por causa del pecado de todos, Dios manifestó su gracia y
su don por medio de Cristo.
17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesús, el Cristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia. 18 Así que, como por la
transgresión de uno «vino la condenación» a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno «vino a
todos» los hombres la justificación de vida.
19 Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos
serán constituidos justos.
El pecado de Adán
trajo mortandad universal, todo lo contrario a lo que satanás le había
prometido, pero, el sacrificio de Cristo trajo salvación a todos los que creen
en Él mediante la fe. La desobediencia de Adán nos confinó a todos haciéndonos
nacer genéticamente pecadores para muerte, pero la vida justa y obediente de
Cristo nos concedió la gracia de la justificación por fe para confinarnos a la
vida eterna.
1°Corintios 15:21
Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos. 22
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Dos cabezas paternas
son presentadas en este pasaje; los que están en Adán, los cuales heredaron la
desobediencia de forma genética, y por otro lado, los que están en Cristo, los
cuales heredan su justicia y vida eterna. Es un hecho que todos estamos primeramente
en Adán, pero no todos están en Cristo, sino solo los que creen en Él por medio
de la fe.
20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia 21 para que así como el pecado reinó
para muerte, así también la gracia
reine por la justicia para vida eterna mediante Jesús, el Cristo, Señor nuestro.
El propósito de la
introducción de la ley fue en algún punto el instrumento legal o la base legal
para señalar el pecado del hombre y condenarlo, y puso en evidencia cuan
corrompido estaba el hombre en su naturaleza pecaminosa, de alguna manera la
ley fue el termómetro que marco cuan enfermo e infectado estaba el hombre con
el pecado, y cuando se evidencio que el hombre es pecador en sobremanera, entonces
Dios introdujo la medicina de forma abundante para revertir el estado de los
hombres por medio de la gracia de Dios en la expiación de Cristo.
Gálatas 3:19 Entonces,
¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la
simiente a quien fue hecha la promesa; y
fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador 20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno. 21 ¿Luego la ley es contraria a las
promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia
fuera verdaderamente por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo
bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a
los creyentes.
Por medio Adán fuimos
confinados a la muerte universal, pero Dios extendió su gracia para que los que
creen en Cristo corran a la vida, de este modo no habrá objeciones en el Juicio
de Dios. Al final el conflicto no será “¡porque se me imputo el pecado de Adán!”,
sino que, habiendo provisión de parte de Dios para ser salvos de aquella
naturaleza pecadora heredada por medio de Adán, el juicio será; “¡porque no
corrieron a la gracia de Dios!”.
Conclusión
Todo este contraste
entre la transgresión de Adán y la gracia de Cristo, nos trasmite una verdad
absoluta la cual es gratificante para todo cristiano, y es que si bien la
transgresión de un hombre adentro el pecado a la humanidad, y la muerte
estableció su reino sobre todos los mortales, la gracia de Cristo destruyó el
imperio de la muerte (He 2:14),
e introdujo su reino de Vida Eterna, pero nuestra jactancia o gloria en Cristo
es que su reino es indestructible (He 7:16),
la Vida venció a la muerte, y esta victoria es un acto irreversible, lo cual
significa que, confinados a su reino tenemos la plena satisfacción de que nadie
nos arrebatará de Él, tenemos vida y la tenemos en abundancia (Jn 10:10), podemos descansar en su
gracia, y alabarlo con himnos y canticos de alabanza como resultado de nuestra
gratitud.
La paz del Señor Jesús el Cristo. –
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