MENSAJE DOMINGO 17/01/2016
Por el Hno. Gabriel.-
Filipenses 2
21 Porque todos buscan lo
suyo propio, no lo que es de Cristo
Jesús.
Filipenses 3
12 No que lo haya alcanzado ya,
ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús.
Quiero hablar de lo
que he titulado, “La Excelencia
de Servir”, y es básicamente
la finalización de la temática que desde Julio del año pasado el Señor me
permitió desarrollar para el beneficio de la iglesia. Me ha parecido bien
mostrar en medio de un cristianismo en decadencia y una iglesia dormida, cuales
son a la luz de las escrituras las evidencias que demuestran una genuina
conversión, una verdadera vida cristiana y un verdadero servicio a Dios.
Pablo expresa en la
cita recién leída (Fil 2:21), que todos buscan lo suyo propio, todos corren
detrás de sus propias metas, todos se afana por sus propios intereses, todos
están ocupados buscando el beneficio personal, y a nadie le importa lo que
verdaderamente le interesa a Cristo Jesús, nadie está pensando cuál es el
interés que tiene Cristo para conmigo, dicho de otro modo, a nadie le interesa lo que le interesa a
Cristo. No obstante Pablo demostró ser de las personas que si le interesaba
lo que le interesaba a Cristo, ya que tal como él lo describe en la segunda
cita leída (Fil 3:12) el objetivo de
su vida era poder “asir”, o sea,
apoderarse, apropiarse de aquel propósito que Cristo tuvo para con Él, dicho de
otro modo, hacer que el interés de Cristo por su iglesia sea hora el interés de
su vida. Mirar a la iglesia del mismo modo que Cristo la ve, pensar por ella
del mismo modo que Cristo piensa, y trabajar por ella del mismo modo que Cristo
trabajó.
Asidos por Dios y nosotros asidos de Él
Cristo asió a Pablo,
se apoderó de él, tomo el control y gobierno de toda su vida, a fin de completar
por medio de él el trabajo de la iglesia de Cristo. El interés de Dios para con
Pablo era hacer de él un siervo a la medida de Cristo y llevar adelante sus
propios intereses, a fin de que así como Cristo padeció por la obra de Dios
allí en la cruz, del mismo modo también Pablo padezca en su carne las
aflicciones de Cristo por causa de su iglesia. Y Pablo se asió de ese propósito
divino, hizo del propósito de Dios su propia meta, dicho de otro modo, los
intereses de Cristo por su iglesia eran ahora sus propios intereses, y si Dios
lo había asido para hacerlo a la medida de Cristo y completar así su obra, él
también se asió de Dios buscando ser cada día más parecido a Cristo aun en sus
padecimientos e inclusive la muerte, con tal de acabar su obra con gozo y
satisfacer la voluntad de Dios.
Filipenses 3
10 a fin de conocerle, y el
poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser
semejante a él en su muerte,
11 si en alguna manera llegase a
la resurrección de entre los muertos.
12 No que lo haya alcanzado ya,
ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús.
Filipenses 2
17 Y aunque sea derramado en libación (aunque sea
vaciado, o aunque me vacíen) sobre el
sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.
Colosenses 1
24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne
lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;
Hechos 20
24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa
mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
No hay mejor forma
de describir la excelencia de un verdadero servicio a Dios sino empleando las
palabras del apóstol Pablo, “asirnos de los
propósitos de Dios”, hacer que los intereses celestiales de Dios sean ahora
nuestros intereses personales, apoderarnos de su propósito, hacerlo nuestro, y
servir a Dios bajo la excelencia de la mente de Cristo, la de un siervo obediente
y fiel hasta la muerte.
Que Cristo sea magnificado
Hay quienes acabaron
su vida sirviendo a Dios durante muchos años, pero jamás lograron asirse de los
intereses de Dios, dedicaron años de su vida sirviendo en un ministerio pero siempre
fue bajo sus propios intereses, ya sean económicos o de prestigio, sirvieron a
Dios por conveniencia. La gran pregunta hoy es; ¿Cómo lo estás haciendo tú?
¿Cuál es tu calidad de servicio? ¿Cuáles son tus intereses en la viña de Dios?
¿Te has asido de Él así como el nos así para sí mismo?
Pablo escribe en la
carta a los filipenses (Fil 3:8), y
lo dice en el sentido literal y no poético, que por amor a Cristo, por causa de estar asido de Cristo lo ha perdido
todo aquí en la tierra, honra, prestigio, gloria, posición económica, pero
no es solo eso, sino que además de haberlo perdido no tiene tampoco ningún
interés o deseo de recuperar lo perdido, sino que considera que tales cosas ya
son basura ¿acaso está loco? La
respuesta es no, antes por el contrario, no hay mejor inversión que la que
Pablo hizo, entregar, despojarse de todo cuanto él era y tenía para ganar las
riquezas eternas en Cristo, dicho de otro modo, un cambio de tesoros perecederos
y corruptibles por tesoros eternos e incorruptibles ¿no es acaso un buena
inversión? Hasta un niño de 10 años se da cuenta de que es lo que nos conviene.
O dejamos que Cristo sea todo en nuestras
pobres y miserables vidas, o dejamos que Cristo sea insignificante en nuestras
vidas, o dejamos que Él ocupe toda nuestra mente, todo nuestro corazón, toda
nuestras fuerzas para su gloria y excelencia, o dejamos que Él este restringido
y limitado en nosotros.
El sentido de que
Dios gobierne nuestras vidas es que todo nuestro ser (espíritu alma y cuerpo) este enteramente sometido a la voluntad de
Él, a fin de que Él sea ensanchado dentro de nosotros, que pueda expandirse
dentro de nosotros, que sea magnificado en nuestros cuerpos carnales. A esto se
refiere Pablo cuando escribe:
Filipenses 1
20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré
avergonzado; antes bien con toda
confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida
o por muerte.
21 Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia.
La excelencia del
servicio a Dios consiste en que Él mismo tome todo el control de nuestra vida y
se glorifique a sí mismo, que Él se magnifique en mi cuerpo mortal, que todo mi
ser este dominado por el Espíritu de Cristo, que nos hayamos entregado a Él. A
esto se refiere Pablo cuando escribe en su carta a los romanos (Ro12:1) que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo a Dios, a fin de que Él gobierne todo nuestro ser,
que Él sea magnificado en nuestras vidas, en nuestros cuerpos, en nuestros mentes,
dicho de otro modo, que nuestro vivir sea Cristo, que literalmente mí vivir
cada día sea Cristo, de otra manera no hay modo de que nuestro morir sea
ganancia. El hecho de que le tengamos miedo y hasta a veces terror a la muerte física
es porque Él no está siendo magnificado en nosotros, no estamos asidos de Él
como deberías, nuestras vida no tienen un objetivo celestial, y por ende no
queremos abandonar lo terrenal.
Anhelo y esperanza
Esto por supuesto tiene
que ver también con nuestro verdadero anhelo y esperanza, Pablo escribe que conforme su anhelo y esperanza él sabe que
no va a ser avergonzado en nada, y esto lo podemos ver en dos sentidos,
tanto en que él no va a ser avergonzado en el sentido de ser humillado y doblegado
para renunciar públicamente a su fe, sino está confiado que se sostendrá firme
hasta el final inclusive el martirio de la muerte. Como también podemos verlo en
el sentido de que Pablo está convencido de que su esperanza y confianza en Dios
jamás será defraudada, jamás será confundido, nadie lo va a mover de la certeza
de su esperanza, lo cual es que luego de su muerte física sabe perfectamente
que lo único que le espera son las glorias con Cristo.
En otro sentido
Pablo también sabe que con respecto a su trabajo para con Dios él no tendrá nada
de qué avergonzarse cuando tenga que dar cuentas, sino que con toda confianza
estará delante de Dios para ser galardona por su entrega y desempeño en la viña
del Señor. En este sentido tal como Juan lo escribe en su primera carta (1Jn 2:28), es probable que muchos tengan que
alejarse de la presencia de Dios avergonzados por causa de su mal desempeño y
servicio, no obstante los que permanecieron en Dios van a tener plena confianza
para acercarse a Él (2Ti 2:15).
El vivir es Cristo y el morir es ganancia
Romanos 14
7 Porque ninguno de nosotros
vive para sí, y ninguno muere para sí.
8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor
somos.
Ya sea que vivamos o que muramos, tal como lo cantamos en
las alabanzas, somos del Señor, y esto el lo que el apóstol Pablo nos trasmite
cuando escribe (Fil
1:21) “que para él el vivir es
Cristo y el morir es ganancia”, ya sea que viva o que muera (hablando en el sentido humano) en
cualquiera de los dos casos (muerte o
vida) Pablo sale victorioso, en ninguna de las dos situaciones él pierde. Y
a la verdad así debe ser para todo cristiano, aunque tristemente hay muchos cristianos
(congregantes) que ven la muerte
física como una pérdida de sus bienes personales, no obstante para el verdadero
cristiano la muerte física debe verse como nuestra real ganancia.
Si como cristianos enfocamos nuestra vida terrenal en cosas
terrenales es evidente que no vamos a estar seguros de nuestra esperanza, pero
si vivimos nuestra vida terrenal solo por causa de la obra de Cristo y el servicio
a los santos, entonces tendremos otro sentido para vivir y también una plena
confianza en Él. Pablo continua escribiendo desde el verso 22 al 24 de Filipenses 1 “Mas si el vivir en la carne resulta para mí
en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger, Porque de ambas cosas
estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual
es muchísimo mejor; pero quedar en la
carne es más necesario por causa de vosotros”
Si vivo en el mundo es solo para satisfacer la voluntad de Dios en el
servicio a los santos y no para mis propios intereses, y si parto del mundo es
para estar con Cristo eternamente. Esto es lo que yo llamo asirse del propósito
de Dios, y esto tiene que ver con “la
excelencia del servicio”, hacer del propósito de Dios mi propósito
personal.
Vivir para Cristo
Colosenses 3
1 Si, pues, habéis resucitado
con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios.
4 Cuando Cristo, vuestra vida,
se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Pablo era un hombre
que a pesar de haber sido instruido en la ley de Dios él no conocía a Dios,
sino hasta que Jesús mismo se le apareció camino a Damasco y cambio el rumbo de
su vida en todo sentido. En aquella ocasión él quedo ciego por tres días, y
pasado estos días recobro la visión por medio de Ananías, sin embargo, tal como
un predicador lo ilustró, Pablo no recobro toda su vista, sino que luego que
Ananías le impuso sus manos Pablo él siguió quedando ciego para los tesoros
terrenales y con la vista aguda solamente para contemplar a Cristo, dicho de
otro modo el no veía otra cosa que no sea Cristo.
Si tuviésemos la
capacidad de centrar nuestra mirada en Cristo de seguro perderíamos de vista
cualquier cosa terrenal. Descubriríamos que la gracia de Dios es mucho más
abundante de lo que podemos imaginar o entender, de hecho, el amor de Cristo
excede a todo conocimiento (Ef 3:19).
Pongamos nuestra mirada
en las cosas de arriba, allá donde esta nuestra verdadera vida, donde esta
nuestra verdadera bendición, en aquellos lugares celestiales en Cristo (Ef 1:3). Depositemos toda nuestra confianza
en Él, debemos asirnos de Él así como el asió de nosotros para completar su obra,
y descansemos bajo la esperanza de su promesa y galardón.
1° Tesalonicenses 5
24 Fiel es el que os
llama, el
cual también lo hará.
La recompensa
Hebreos 13
13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su
vituperio;
14 porque no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que buscamos la por venir.
Salgamos a Él, nos aferremos a Él, lo tomemos del mismo modo
que Él nos tomo a nosotros para satisfacer sus propios intereses. Que sus
intereses sean ahora nuestros intereses. En aquello que Él nos puso a servir
entreguemos todo de nuestra parte, QUE ÉL SEA MAGNIFICADO EN NUESTRO CUERPO, o
por vida o por muerte, seamos libado como ofrenda sobre el sacrificio de la
cruz, dediquemos nuestra vida y nuestro ser en hacer aquello que Él nos ha
confiado, acabemos esta obra del mismo modo que nuestro Señor la culmino en
aquella cruz, y como también sus apóstoles la concluyeron aquí en la tierra
Juan 17
4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra
que me diste que hiciese (esa
era su comida).
2° Timoteo 4
7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
8 Por lo demás, me está guardada la
corona de justicia, la cual me dará el
Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2°Juan 1
8 Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el
fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.
No perdamos nuestro galardón, recibamos galardón completo, sirvamos
a Cristo de forma excelente, nos aferremos de Él, que Él sea magnificado en
nuestro ser.
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