MENSAJE
DOMINGO 01/10/2017
Por el Hno. Gabriel. -
Introducción
Continuando con
nuestro breve, pero interesante y cautivador estudio de la Carta a los Romanos, abordaremos por medio de este mensaje, el
contenido doctrinal del capítulo 3, a fin de proseguir desde la última
meditación impartida por nuestro hermano Santiago y continuar absorbiendo todas
las riquezas contenidas en este hermoso libro.
Contexto
Permítanme comenzar
leyendo los últimos versículos del capítulo 2, a fin de tener el contexto para
introducirnos claramente en el desarrollo del capítulo 3;
Romanos 2:17 «He
aquí,» tú tienes el sobrenombre de
judío, y te apoyas en la ley, y te
glorías en Dios, 18 y conoces su
voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, 19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están
en tinieblas, 20 instructor de los
indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la
verdad. 21 Tú, por lo tanto, que
enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de
robar [hurtar], ¿robas [hurtas]? 22
Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los
ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23 Tú
que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 24 Porque como está escrito, el nombre
de Dios es injuriado [calumniado, blasfemado] entre los gentiles por causa de
ustedes. 25 Puesto que en verdad la
circuncisión aprovecha, si guardas la ley pero si eres transgresor de la ley,
tu circuncisión viene a ser incircuncisión. 26 Si, por lo tanto, el incircunciso guardare las ordenanzas de la
ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? 27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente
la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión
eres transgresor de la ley. 28
Puesto que no es judío el que lo
es exteriormente, ni es la circuncisión la que se
hace exteriormente en la carne 29
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la
del corazón, en espíritu, no en letra la alabanza del cual no viene de los
hombres, sino de Dios.