Por el Hno. Gabriel.-
Prosiguiendo con el desarrollo del Libro de los
Hechos abordaremos en esta ocasión lo descripto en el capítulo 8, en donde se
detalla de forma específica el trabajo evangelístico de Felipe, quien era uno
de los diáconos de la iglesia primitiva, y que nos muestra dos casos puntuales
de personas que reaccionan y creen al evangelio, una de manera falsa y otra de
manera verdadera, Simón el mago y el etíope eunuco.
Contexto
y aplicación
El contexto de este capítulo (Hch 8) viene determinado por la
predicación que le precedió el domingo pasado la cual fue impartida por nuestro
hermano Santiago quien se encargo de hablar en detalle cuales fueron las
razones que generaron la persecución de los primeros cristianos.
A modo de repaso; la iglesia en un sentido doctrinal
y espiritual era la extensión del Reino de los Cielos sobre la tierra, y el
trabajo de los primeros cristianos fue hacer de este sentido espiritual algo
físico y real a la vista de todos los hombres. Mucho se escucha decir en el
cristianismo de hoy; “soy parte del reino de Dios, soy hijo del Rey”,
pero son muy pocos los que viven como verdaderos ciudadanos de este reino
celestial bajo la investidura espiritual, y este fue precisamente el caso de
los primeros cristianos.