MENSAJE DOMINGO 05/07/2015
Por
el Hno. Gabriel.-
Mateo 13
1 Aquel día salió Jesús de la casa y se
sentó junto al mar.
2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él
en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.
3 Y les habló muchas cosas por parábolas,
diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
4 Y mientras sembraba, parte de la semilla
cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
5 Parte cayó en pedregales, donde no había
mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
6 pero salido el sol, se quemó; y porque no
tenía raíz, se secó.
7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos
crecieron, y la ahogaron.
8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta
por uno.
9 El que
tiene oídos para oír, oiga.
18 Oíd, pues, vosotros la parábola del
sembrador:
19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y
arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto
al camino.
20 Y el que fue sembrado en pedregales,
éste es el que oye la palabra, y al
momento la recibe con gozo;
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de
corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la
palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la
palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se hace infructuosa.
23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
Cada vez que se lee
esta parábola dentro de la iglesia el congregante está convencido que él es la buena tierra, se identifica
automáticamente con la buena tierra y considera que todos los mundanos,
incrédulos y pecadores de afuera son los otros tipo de tierra dura,
pedregosa y llena de espinos que menciona esta parábola, porque él analiza su vida y considera lo siguiente: “he creído en Jesús, me he bautizado y asisto
regularmente a las reuniones de la iglesia, ¡no cabe duda, yo soy la buena
tierra!”, el único problema con este razonamiento es que la parábola dice
que la semilla que cayó en buena tierra dio fruto, a ciento, a sesenta y a
treinta por uno, o sea que si dentro de la iglesia todos somos “buena tierra” significa que estamos abundando en frutos,
estamos tan llenos de fruto que casi ni se puede caminar de tantos frutos que
hay, como mínimo treinta por cada uno ¿será
cierto?
Sin embargo es curioso
notar que muchos cristianos ni siquiera saben a qué se refiere la parábola con
el hecho de dar frutos a ciento por uno, a sesenta por uno y a treinta por
uno, ellos dicen “nunca llegue a
comprender muy bien esta parte de la parábola, pero estoy convencido que soy
buena tierra”
¿Si
somos buena tierra donde están los frutos? Porque es por medio de la producción de frutos que se
determina si somos buena tierra o no, el Señor Jesús dijo en Mt 7:15-16 que “por sus frutos se conoce a las personas”,
e hizo la comparación de que cada árbol es reconocido por el fruto que produce,
o sea nos damos cuenta que estamos frente a una vid por esta ha producido uvas,
reconocemos una higuera porque la misma produce higos, del mismo modo cada uno
de nosotros somos identificado como “cristianos o buena tierra” por el fruto espiritual
que producimos al haber hecho fructificar la palabra de Dios en nuestra vida.
¿Qué tipo de suelo soy? ¿Tierra dura de junto al camino donde
la palabra de Dios no alcanza ni siquiera a penetrar el terreno? ¿Tierra
pedregosa que no brinda ninguna profundidad a las enseñanzas de Cristo? ¿Tierra
llena de espinos y zarzales que ahogan el evangelio del Señor? ¿O soy buena
tierra que fructifica la palabra de Dios y produce frutos espirituales en gran
cantidad?
Los
dos tipos de suelos que existen hoy
Si bien esta parábola
identifica cuatro tipo de suelos a mi me llamo mucho la atención el penúltimo
suelo, el cual describe perfectamente el
estado de las iglesias de hoy, porque hablar del primer suelo es
referirse a personas que directamente no se congregan, hablar del segundo
suelo es hablar personas que padecen persecución por causa del evangelio y eso es algo que no se padece en este tiempo
y en este lugar, pero hablar del tercer tipo de suelo es algo que está sucediendo en la actualidad.
Mateo 13
22 el que fue sembrado
entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el
engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
Marcos 4
18 estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra,
19 pero los afanes de este siglo, y el
engaño de las riquezas, y las codicias de otras
cosas,
entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
20 Y
éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y
a ciento por uno.
Lucas 8
14 la que
cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los
afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.
15 Más la
que cayó en buena tierra, éstos son los que con
corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.
Si reducimos la parábola
del sembrador a estos dos tipos de suelo podemos
identificar a dos tipos de cristianos que existen hoy en las iglesias, por
un lado tenemos al “buen cristiano”
el cual es una planta que crece y produce abundante fruto (treinta, sesenta y
ciento por uno) lo cuales se aprecian en su vida producto de todos los
cambios que ha sufrido por causa de Cristo, y por otro lado tenemos al “cristiano infructuoso” que es otra planta
que empieza a crecer pero que juntamente con él crecen los espinos que son el afán del mundo, el engaño de las
riquezas, las codicias de otras cosas y los placeres de la vida las cuales ahogan la vida espiritual del cristiano
transformándolo en una planta infructuosa
(tiene tallo, tiene hojas, pero ningún fruto) asiste a las reuniones de la iglesia pero espiritualmente no produce cambios.
Hay que considerar que una
planta ahogada no es una planta que está muerta, sino que es una planta que ha
llegado a crecer en la tierra, ha echado su raíz, ha formado su tallo, ha mostrado
sus hojas pero nunca en la proporción y tiempo adecuado, en otras palabras
es una planta pequeña y frágil porque es inmadura, a su vez es una
planta retardada porque está estancada sin poder crecer y por ende jamás llega
a producir fruto. Es una planta que
defrauda la esperanza del Sembrador, porque a la verdad la semilla sembrada es la misma, solo que los terrenos
son diferentes, en uno la semilla ha crecido
y producido abundante fruto, y en el otro ha empezado a crecer pero jamás completó su crecimiento porque el
entorno que la rodea la ahoga, por ende no generó ningún fruto.
¿Cuál
seremos en realidad? Hay
personas que llevan años dentro de una iglesia y jamás han producido los
cambios necesarios, jamás han leído toda
la biblia, jamás han entendido las doctrinas básicas de la vida cristiana,
tienen muy poca oración en sus vidas porque están ocupados en las cosas del
mundo, son plantas inmaduras, plantas retardadas por causa del engaño del mundo
y por ello jamás dan el fruto esperado.
El terreno con
espinas
El terreno
con espinas son todas aquellas personas que oyen el mensaje del evangelio, oyen las enseñanzas de Cristo cada domingo pero
no le dan prioridad en sus vidas, porque están afanados en trabajar diez o doce horas por día para
poder comprar o terminar la casa que tanto desean, están desesperados por endeudarse y obtener un préstamo bancario para comprar el auto que
tanto anhelan, están ciegos por querer alcanzar
un estilo de vida mundano y placentero pensando que eso les proporcionara seguridad
y felicidad (pero al final solo es un
engaño), y por causa de ir detrás de
estas cosas no permiten que la palabra de Dios haga una obra de transformación
en sus vidas sino que la ahogan, ahogan el evangelio de Cristo y por eso no
producen ningún fruto, porque todos
aquellos afanes y engaños del mundo absorben su vida, y del mismo modo que los espinos excluyen
la luz y el aire de aquella planta ahogada y absorben toda la humedad y
fertilidad del suelo, así también los
engaños del mundo atrapan la atención de los hombres, absorbiendo todo su
interés y consumiendo la totalidad de su tiempo, al punto tal que sólo las sobras de su tiempo con dificultad
se lo dedican a Dios y esa es la razón por la cual asisten cada Domingos a
la reunión de la iglesia, porque es
el tiempo que les sobra.
Cuando el cristiano inicia su vida en Cristo Jesús
imagina que es la “buena tierra”, pero
al tiempo señalado la producción que promete la buena tierra no se hace
realidad en su vida, porque quiere seguir a Cristo pero sin renunciar a los
afanes y deseos de la vida mundana, es evidente que algo anda mal, y por causa
de esto se convierte en una “tierra rodeada
de espinos” porque ahoga la palabra de Dios y nunca logra hacerla
fructificar, piensa que es cristiano de
buena tierra pero esta engañado por satanas, porque sin darse cuenta pierde su tiempo yendo detrás de los
afanes, riquezas y placeres terrenales, alimenta y mantiene los espinos
junto a él y no quiere ser despojado de ello, y al estar rodeado de espinos solo causa daño a las demás personas,
cualquier hermano que desea acercarse no logra aprender nada de él porque no
tiene ningún fruto de Cristo, antes sale totalmente lastimados por causa de
las espinas que rodean su vida, se convierte
en un cristiano retardado espiritualmente, inmaduro y estancado, se
transforma en una planta infructuosa dentro de la iglesia.
El engañador
2° Corintios 11
2 Porque os celo
con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros
como una virgen pura a Cristo.
3 pero temo que
como la serpiente con su astucia (habilidad en el arte de engañar,
truco, artimaña) engañó (dar a la
mentira apariencia de verdad) a Eva, vuestros sentidos (entendimiento)
sean de alguna
manera extraviados (corrompidos) de la sincera fidelidad a Cristo.
El cristiano no debe ignorar
que satanas es hábil en el arte de engañar a las personas, esa su
profesión nata, ha sido homicida desde el principio (Jn
8:44) y se ha perfeccionado tanto en el engaño que por medio de
sus trucos y artimañas le ha dado a la mentira una apariencia de verdad, y
muchos cristianos que no oran y no leen son engañados por él y caen en su
trampa.
Quizás la mayoría de nosotros en
más de una oportunidad de alguna manera (tutoriales, televisión) hemos visto a
magos e ilusionistas hacer su show de magia, y hemos quedado deslumbrados frente
a algunos trucos de ilusionismo al punto tal de dudar si lo que hizo es verdad
o mentira, sin embargo es solo una ilusión, es un truco, es un engaño que
parece verdad hecho por un hombre que practica la mentira, pero satanas es
el padre de la mentira (Jn 8:44) Jesús
mismo lo identifico así, él la engendro, él la fabrico, por tanto es un perfecto
engañador de los hombres, él hace trucos de tal forma que no te vas a dar
cuenta que estas siendo engañado, salvo que tengas un discernimiento dado
por Dios, Pablo escribe en 2°Co 11:14
que satanas hasta se disfraza de ángel de luz para poder engañar a las
personas.
La buena tierra
En contraposición con la tierra llena de espinos tenemos
la buena tierra, aquella que hizo fructificar la semilla, hizo crecer la palabra de Dios en su vida por lo tanto dio una inmensa
cantidad de frutos espirituales ¿y cuáles
serán esos frutos? Los frutos espirituales tienen que ver pura y
exclusivamente con el carácter de Cristo en nosotros, los frutos no son la
cantidad de servicios que tengamos en la iglesia (tales como predicar, enseñar, tocar un instrumento, iniciar, cantar,
etc.), tampoco tiene que ver con la cantidad de personas a la que le
hemos predicado o la cantidad de personas que hemos acercado a la congregación,
los frutos espirituales tienen que ver con la vida de Cristo vivida en nosotros,
más precisamente con su mente en
nosotros, con su manera de pensar en nosotros para que hagamos todo cuanto esté
sujeto a la voluntad de Dios.
Filipenses
2
5 Haya, pues, en vosotros este sentir (se
refiera a la manera de pensar de Cristo) que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a
sí mismo (renuncio a él mismo, dejo todas sus
pretensiones de lado para someterse a la voluntad de Dios), tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.
Dar fruto al ciento por
uno significa que la mente de Cristo está operando al cien por ciento en cada uno
de nosotros, eso significa
que hemos renunciado a ser nosotros mismos para deleitarnos tan solo en hacer
la voluntad de Dios y servirle a él hasta el final de nuestras vidas.
Hacer que la semilla
fructifique en nuestras vidas tienen que ver con un cambio total de mente, con un cambio total de carácter,
antes éramos de una forma y llegados a Cristo somos trasformados por él, antes
éramos impacientes, llegados a Cristo nos hacemos pacientes, antes éramos malos
y enojones, llegados a Cristo nos hacemos buenos y tolerantes, antes andábamos
abatidos y entristecidos, llegados a Cristo tenemos gozo, antes éramos de un
espíritu hostil e iracundo, llegados a Cristo tenemos paz, antes éramos
rebeldes y desobedientes, llegados a Cristo nos hacemos mansos y obedientes, y
así cada aspecto desagradable de nuestra vida es trasformado por una virtud de
él hasta la que mente de Cristo ocupa el cien por ciento en cada uno de
nosotros.
Gálatas 5
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe,
23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
¿Cuántos
de estos frutos se cosechan hoy de nuestra vida? Porque estos son los frutos que busca
Cristo de cada uno de nosotros.
Una planta con buenos
frutos es de mucho beneficio para todos aquellos que se acercan a ella, porque uno
puede alimentarse de esos frutos, pero una planta rodeada de espinas solo
produce daño a los que se acercan a ella, por tanto cada uno de nosotros
debemos considerar si el evangelio que
vivo hace daño a las personas es porque hay espinas que me rodean, pero si les brindan un bien entonces voy por buen
camino.
¿Qué
sucederá si no doy frutos?
En el inicio de nuestra conversión teníamos un carácter
que necesitaba ser pulido por Dios, porque éramos por naturaleza desobedientes,
intolerantes, impacientes, malos, envidiosos, etc. Pero a medida que va pasado
el tiempo si hemos obedecido al evangelio de Cristo esto empieza a cambiar nuestra
conducta, al menos eso es lo que se espera, pero si resulta que pasado el
tiempo no hay ningún tipo de cambio en nosotros, ningún fruto espiritual, sino
que seguimos siendo los mismos impacientes, intolerantes, malos, envidiosos, de
siempre ¿Que piensan que va a hacer el Señor con nosotros?
Lucas 13
6 Dijo también esta parábola: Tenía un
hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo
halló.
7 Y dijo al viñador: he aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?
Pregúntese: ¿De todo el tiempo que llevo siendo
cristiano he dado verdaderos frutos? ¿Ha generado el Espíritu Santo los cambios
necesarios en mi vida? ¿He crecido en el tiempo señalado o estoy retardado en
el crecimiento espiritual? ¿Soy buena
tierra o estoy rodeado de espinos?
Si somos verdaderamente la buena tierra debemos dar
fruto, debemos generar los cambios, debemos
tener la mente de Cristo, de lo contrario Dios mismo nos va a cortar así como aquellas
plantas y ramas infructíferas, porque
Jesús no vino a morir al mundo para que cada uno de nosotros sigamos en la
corriente del mundo, sino para librarnos de ella y acercarnos a la santidad,
de modo tal que todos aquellos que no renuncien al mundo Dios no los va a tolerar, sino que los va a vomitar.
Conclusión ¿Qué tipo de suelo
soy?
Debemos agradecer que Dios es paciente con cada uno de nosotros,
¡pero cuidado!, su paciencia tiene límites,
Él como Sembrador a puesto un
semilla en ti, y como Labrador
espera que esa semilla de frutos, y en caso que no lo estés dando de seguro te cortará.
Para Dios no existe el medio
cristiano o el cristiano mundano, o soy de Cristo y doy frutos o no soy de
Cristo y seré cortado, pero no hay
término medio con Él, así que cada uno de nosotros debemos analizar cuidadosamente nuestra vida cristiana y considerar
si estamos dando frutos o no, si nuestra conducta está siendo moldeada por
Cristo o no. Ser cristiano es ser cada
día más parecidos a Cristo, esa es nuestra verdadera carrera, alcanzar la
medida de la estatura de la plenitud der Cristo (Ef 4:13), la medida de un
siervo perfecto. La mejora satisfacción
que tiene Dios con sus hijos es que estos den frutos, que sean cada día más
parecidos a Cristo.
Juan 15
1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva
fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado.
4 Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer.
6 El que en
mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el
fuego, y arden.
7 Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Espero que el Señor extienda aun más su paciencia con su
iglesia a fin de que podamos producir los frutos espirituales al ciento por uno.
La paz del Señor Jesucristo.-
0 comentarios:
Publicar un comentario