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MENSAJE
DOMINGO 11/11/2018
Por el Hno. Gabriel. -
Introducción
Continuando
con la segunda mitad del capítulo 2 de la carta a los filipenses, me toca en
esta ocasión abordar el contenido doctrinal que se haya en los versículos 12 al
30 extrayendo las exhortaciones más directas que aplican a nosotros como la
Iglesia de Cristo en esta era presente a fin de que nuestro corto peregrinar
tenga también el sentido de glorificar a Cristo.
Contexto
En
el primer capítulo de esta carta, Pablo se encargó de reportar las
tribulaciones que por causa del evangelio estaba padeciendo en Roma, pero no
exponía dicho padecimiento como una desgracia que lo desanimaba y detenía su
servicio y labor ministerial, sino como un privilegio de padecer por causa del
nombre de Cristo, y no solo esto, sino que en los últimos versos del capítulo 1
(verso 29-30)
Pablo les declara a los filipenses que a ellos también se les había concedido
el privilegio de padecer por causa del nombre de Cristo del mismo modo que
padecía él.
Probablemente
un mensaje no muy alentador para algunos, por lo que Pablo prosigue diciendo; —si hay alguna consolación, alguna comunión del Espíritu,
algún afecto o deseo entrañable para esta situación es que sientan o piensen lo
mismo que yo en medio de esta situación; el cual estoy dispuesto a ser
humillado a fin de servir a los hombres con el evangelio de Cristo porque no
busco mi propia gloria sino la gloria de Cristo, en otras palabras, tengan la
mente de Cristo para afrontar las tribulaciones, haya en ustedes el mismo modo
de pensar que hubo en Cristo Jesús, el cual se humillo de tal manera a fin de
salvarnos, y no hay para nosotros ejemplo más excelso de humillación digno de
imitar…— Jesús el Cristo decidió descender cuatro escalones de
humillación para salvarte a ti y a mí;
Escalón 1;
Siendo en forma de Dios se despojó de su gloria y
naturaleza divina para tomar forma de siervo, o sea, siendo el Señor que
le da órdenes a todo el universo se despojó de ello para pasa a ser el siervo que
recibe las órdenes y someterse a otra voluntad…
Escalón 2;
Hecho semejante a los hombres… convertirse
en un siervo para recibir órdenes ya fue una gran humillación, pero podría
haber sido un siervo en el cielo como un ángel glorioso que está al servicio de
Dios en las cosas sublimes y celestiales, sin embargo, fue hecho un siervo, pero
conformado a la imagen de hombres pecadores para andar en medio de ellos…
Escalón 3:
Estando en la condición de hombre se humilló a si
mismo haciendo obediente hasta la muerte… no basto con que sea humillado
tomando forma de siervo y hecho semejante a los hombres, sino que estando en la
condición de hombre fue hecho siervo de los hombres hasta la muerte, o sea, todo
el sentido de su vida no era para sus propias metas y anhelos sino para servir hasta
la muerte a hombres pecadores…
Escalón 4; y muerte de cruz… podría haber gozado de una
muerte digna y honrosa como otros personajes de la biblia, sin embargo, fue
muerto como el peor delincuente sobre la tierra, con una muerte humillante y
sangrienta, como un ser despreciable que no merece vivir y a la vez fue también
abandonado por sus propios seguidores…
Su
humillación es incomparable e irrepetible para nosotros, ¿cuantos escalones pudiéramos descender nosotros?, tan solo uno, “siendo hombres hacernos siervos de los hombres”,
pues bien, eso es tener la mente de Cristo. Muchas veces pensamos que tener la
mente de Cristo tiene que ver con ser grandes sabios con sabiduría de lo alto,
grandes predicadores con un elevado calibre espiritual, hombres santos dignos
de ser admirados, sin embargo, cuando se nos pide
que tengamos la mente de Cristo se nos está pidiendo en primera instancia obediencia
y humillación, nunca nuestra exaltación como cosa primera, pues eso vendrá
después como recompensa de nuestra fidelidad en el servicio.
Luego
de expuesto esto Pablo continua con estas palabras:
Hagan fructificar su salvación
Filipenses 2:12 Por
tanto, amados míos, como siempre han obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocúpense en su
[de ustedes] salvación con temor y
temblor, 13 porque Dios es el que en
ustedes produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad.
De
alguna manera este ha sido unos de los pasajes polémicos respecto de la
doctrina de la salvación (soteriología),
porque los que sostienen que la salvación del cristiano puede perderse se
apoyan en esta cita para justificar que el cristiano debe trabajar en sostener
su propia salvación a fin de no perderse asumiendo esa enorme responsabilidad
frente a Dios, dando por sentado que ya somos salvos desde el momento en que
creemos y por ende poseemos la salvación de forma inmediata, sin embargo ese
concepto doctrinal hace ver a la salvación como algo muy frágil que peligra
perderse en cualquier momento. Otra cita que se utiliza para esta confusa
enseñanza es:
Hebreos 2:1 Por
tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos
oído, no sea que nos deslicemos. 2
Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda
transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan
grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue
confirmada por los que oyeron,
Sin
embargo, el asunto está mal comprendido, primeramente porque la salvación no es un objeto que Dios nos
otorgó para que cuidemos de ella como un vaso frágil que no debemos dejar caer,
sino que la salvación es el trabajo que el Salvador empezó en cada uno de
nosotros aquí en la tierra desde el momento que creímos y concluye con la
posición de nuestras almas en Cristo fuera de este mundo allá en su reino de
gloria eterna (Fil 1:6),
o sea, la salvación es un proceso en el tiempo. Dios operó su salvación en
nosotros en tres dimensiones; la dimensión pasada, la dimensión presente y la
dimensión futura; la dimensión pasada es nuestra justificación la cual fue
tratada por Cristo en la cruz del calvario, la dimensión presente es nuestra regeneración
por medio del obrar del Espíritu Santo en nosotros para que caminemos en
santidad, y nuestra dimensión futura tiene que ver con nuestra glorificación final
cuando estemos con Cristo en los cielos para siempre. Desde lo práctico; en
primera instancia se nos libró del pecado que nos agobia, luego del entorno
maligno que nos rodea y finalmente seremos salvados de la condenación e ira de
Dios. O sea, que nuestra salvación concluye cuando estemos en Cristo, por ende,
podríamos
decir tranquilamente que estamos siendo salvados:
1°Pedro 1:5 que
son guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser
manifestada en el tiempo último [postrero].
Mientras
peregrinamos en este mundo estamos sujetos por medio de la fe a la esperanza de
la vida eterna que en Cristo vamos a heredar; Tito 1:2
en la
esperanza de la vida eterna, la cual
Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos… y
nuestra fe concluye con la salvación de nuestras almas;
1°Pedro 1:9 obteniendo el fin de su
[de ustedes] fe, que es la salvación de sus [de ustedes] almas.
Entonces no somos poseedores de una
salvación inmediata que debemos cuidar como vaso de cristal, sino que
aguardamos por medio de una esperanza viva nuestra segura y futura salvación.
Pasajes como el de Hebreos 2:1-3 donde
se expresa que “no
debemos descuidar una salvación tan grande”, no se refiere al
cuidado personal de la salvación, sino está hablando de los que rechazan el
evangelio de la salvación, porque aquí el vocablo “descuidar” tiene que ver con los que “no quieren hacer caso” a las demandas del evangelio, por esa razón
el versículo 1 expresa que “es necesario que con más diligencia atendamos a las
cosas que hemos oído”, lo cual es una exhortación a prestar atención
al evangelio y no rechazarlo.
Volviendo
a nuestra cita en cuestión, cuando se nos dice que debemos ocuparnos en nuestra salvación con
temor y temblor no se nos está pidiendo que nosotros seamos los
encargados de asegurar nuestra salvación, como si se tratase de hacer buenas
obras para obtener la salvación ¡NO!, porque somos salvados por gracia por medio de la fe y no
por obras para que nadie se gloríe (Ef
2:8-9), entonces, en este polémico
pasaje no se os pide que trabajemos en salvarnos, sino que trabajemos en la
salvación ya ejecutada —¿de qué
modo?— pues bien, si fuimos sujetos a la esperanza de una gloriosa
salvación debemos entonces trabajar en sostenernos en esa esperanza para que no
decaigamos en ella, y esto tiene que ver con caminar en santidad, en pureza,
perseverando en la doctrina de Cristo, haciendo crecer y fructificar nuestra
fe…
1°Juan 3:2
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado [dado a conocer]
lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro.
1°Corintios 15:1 Además
les declaro, hermanos, el evangelio que les he predicado, el cual también
recibieron, en el cual también perseveran 2
por el cual, asimismo, si retienen la palabra que les he predicado, son salvados, si no creyeron en vano.
2°Pedro 1:4 por
medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por
ellas llegasen a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de
la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia [deseo pasional desordenado] 5 ustedes también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadan a su [de ustedes] fe virtud a la virtud, conocimiento 6 al conocimiento, dominio propio al dominio propio, paciencia a la
paciencia, piedad [reverencia y respeto] 7
a la piedad, afecto fraternal y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en ustedes, y abundan, no les dejarán
estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesús, el
Cristo… 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procuren hacer firme su [de ustedes] vocación [llamamiento,
reclutamiento] y elección porque haciendo estas cosas, no caerán jamás. 11 Porque de esta manera les será otorgada amplia y generosa
entrada en el reino eterno de nuestro Señor
y Salvador Jesús, el Cristo.
Entonces,
si bien entendemos que la esperanza de nuestra salvación es segura en Cristo, eso no implica que debemos quedarnos de ociosos, sino
debemos trabajar para que esa esperanza que fue insertada en nuestro interior
se haga evidente y visible en nuestro exterior por medio de los frutos de una
vida regenerada, de una vida santificada, de una vida que da evidencias que
camina hacia la salvación. Jesús mismo dijo que nuestras vidas deben alumbrar a los
hombres para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios (Mt 5:16), por lo tanto, nuestras vidas
deben brillar, deben ser diferentes, y lograr esa diferencia representa un
trabajo de todo cristiano. A eso se refiere Pablo cuando expresa que debemos “ocuparnos en nuestra salvación”, el
vocablo griego “katergazome” que se
traduce “ocúpense” también se traduce
“produzcan”, o sea que hagamos
productiva nuestra salvación, que nuestro andar cristiano produzca frutos, sería
como decirnos “caminen dignamente por la
senda angosta de la salvación produciendo buenos frutos”, o en otras
palabras como se lo escribe a los colosenses: Colosenses 1:10 para que anden como es digno del Señor, agradándole en
todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios… así es como debemos ocuparnos
de nuestra salvación, caminando en obediencia y batallando con el pecado.
Pero
hay algo más, con “temor y temblor”,
y estas palabras tienen que ver con reverencia,
con respeto, y también con miedo hacia Dios, pero no un miedo posesivo
y violento, sino desde el sentido de la prudencia, sería como miedo a su
perfecta justicia, y ese sano temor y temblor a Dios de alguna manera nos
amenaza y nos mantiene sujetos a Él en obediencia.
Pero
también, sumado a todo esto, Pablo expresa que es Dios finalmente quien produce en
nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad… y a primera
impresión suena como si se tratase de un trabalenguas o un acertijo, ya que el
versículo anterior nos dice “ocúpense de
la salvación” y en este versículo se nos dice “Dios es el que produce el hacerlo”, sin embargo, sin perder de
vista todo el contexto del pasaje, vemos que el objetivo central aquí se trata
de alcanzar la mente de Cristo, ese modo de pensar que hubo en Cristo y que
está expuesto en los versículos 5 al 11, y es obvio que el hombre naturalmente no
tiene capacidad para lograr ser como Cristo, sino que necesita de la aptitud y
capacitación que nos otorga el Espíritu Santo para poder lograrlo. En otras palabras, solo Dios puede inclinarnos a buscar
su mente y alcanzarla, desde lo practico nuestro deseo ardiente debe ser imitar
a Cristo y buscarlo incansablemente, pero desde lo espiritual tal deseo no es
producido por el hombre sino por su Espíritu Santo obrando en nosotros.
Dios provoca el deseo en nosotros y el mismo nos capacita para alcanzarlo, se
trata de Cristo viviendo su vida en nosotros para satisfacer los propósitos de
Dios;
2°Corintios 3:5 no
que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros
mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios,
Colosenses 1:29 para
lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa
poderosamente en mí.
Entonces
por un lado debemos trabajar para que nuestras vidas fructifiquen y evidencien
una vida que camina en santidad hacia nuestra segura salvación, pero por otro
lado el ejecutor de todo esto en nosotros es Dios mismo, de modo que, la evidencia
más sobresaliente de que un cristiano camina hacia la salvación es que ha
renunciado a sí mismo y vive una vida abnegada solo para satisfacer los
propósitos de Dios, y eso no es otra cosa sino la mente de Cristo.
Una vida luminosa
14 Hagan todo sin
murmuraciones y contiendas, 15 para
que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecen
como luminares en el mundo 16 asidos de la
palabra de vida, para que en el día de Cristo yo
pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.
Un
andar sincero y sumido en la voluntad y propósito de Dios dará como resultado
una vida totalmente diferente a la del mundo, no es
simplemente un cambio moral sino un cambio de mente, un cambio de dirección,
mientras que el mundo tiene una corriente que arrastra a los hombres hacia los
deleites pecaminosos, hacia la egolatría y egoísmo, hacia la vanidad y
corrupción, el cristiano tiene una dirección totalmente opuesta, una dirección
enfocada en lo celestial (Col 3:2),
una vida pura y transparente, irreprensibles, o sea, sin ningún tipo de acusaciones,
sin machas y esto tiene que ver con una vida sin pecados, pues una vida de esta
naturaleza resplandecerá como una luz en medio de un mundo de tinieblas, y de hecho debemos resplandecer, uno de los efectos
naturales de todo cristianos es que resplandecemos en todo lugar, brillamos en
todo lugar.
Esto
hace que la vida cristiana sea notable, en otras palabras, la vida cristiana no
pasa desapercibida, la vida de Cristo no fue una vida irrelevante para la
sociedad, sino una vida notable, con esto no estoy diciendo que seamos
revolucionarios, pero debe notarse claramente que no perseguimos lo que esta
sociedad perversa persigue, no nos adaptamos a sus pervertidos y torcidos
modelos ideológicos de cambio de géneros y adoctrinamiento depravado, sino por
el contrario, lo denunciamos, lo exponemos, lo exhibimos, porque uno de los
trabajos de ser luz es que la luz pone al descubierto lo que está en la
oscuridad. Pues bien, debemos brillar con nuestra cultura y doctrina celestial,
debemos resplandecer, debemos reflejar la luz de Cristo para que otros también
puedan acercarse y creer en el Salvador Jesús. El mayor milagro que opera en la
Iglesia no es el poder para sanar enfermos y sacar demonios, sino vivir como
luz en medio de un mundo de tinieblas…
Llevar
esta forma de vida luminosa será el resultado de estar “asido de la palabra de vida”,
aferrados a la palabra de vida en sincera obediencia,
no como el pueblo hebreo en el desierto que recibió toda la ley de Dios para
que pudieran llevar una vida excelente y luminosa para el resto del mundo, pero
lo hicieron a regañadientes, murmurando en todo tiempo, contenciosos frente a
cada conflicto y tribulación, no aferrándose a los preceptos de Dios
sino renegando de sus palabras, pues bien, ya vimos como terminaron, y somos
exhortados a no seguir el mismo patrón de comportamiento, sino a hacer todas
las “sin
murmuraciones y contiendas”, en obediencia, en sujeción a la
voluntad de Dios. A los filipenses se les había concedido padecer por causa de
Cristo, para lo cual Pablo les escribe primeramente que busquen la mente de
Cristo, que se despojen de sí mismos, para atravesar aquel valle de humillación
sin murmuran ni contender, sino sujeto a obediencia para glorificar a Dios.
Un gozo en la adversidad
17 Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de su [de ustedes] fe, me gozo y regocijo con todos
ustedes. 18 Y asimismo gócense y
regocíjense también ustedes conmigo.
Nuevamente
Pablo expone aquí que el motor de su gozo y regocijo radicaba en la eficacia de
su trabajo, o sea, lo que realmente mantenía alegre a Pablo no era su
integridad física y demás cosas materiales, sino la eficacia del su trabajo, su
mayor satisfacción provenía del resultado de su trabajo, de poder ver que no ha
corrido en vano ni que en vano ha trabajado, sino que su entrega servicial dio
resultado en la vida de los cristianos, y por más
que toda su entrega sea tomada solo como una libación sobre el sacrificio de la
fe de ellos, de todos modos Pablo estaba gozoso, en otras palabras, una libación era el vino que se derramaba sobre el
sacrificio para que se evaporara, así veía Pablo su entrega y servicio por los
filipenses, no como el sacrificio principal e importante, sino tan solo como
aquel chorro de vino que es derramado sobre el servicio y fe de otros.
No buscan lo suyo propio, sino lo que es de Cristo
19 Espero en el
Señor Jesús enviarles pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo
al saber de su [de ustedes] estado 20
pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por
ustedes. 21 Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo
Jesús. 22 Pero ya conocen los méritos de él, que como hijo a padre ha
servido conmigo en el evangelio. 23
Así que a éste espero enviarles, luego que yo vea cómo van mis asuntos 24 y confío en el Señor que yo también iré pronto a ustedes. 25 Mas tuve por necesario enviarles a
Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, su [de ustedes]
mensajero, y ministrador de mis necesidades 26 porque él tenía gran deseo de verles a todos ustedes, y gravemente se angustió porque habían escuchado que
había enfermado. 27 Pues en verdad estuvo enfermo, a
punto de morir, pero Dios tuvo misericordia de él,
y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no
tuviese tristeza sobre tristeza. 28 Así que le envío con mayor
solicitud, para que al verle de nuevo, se gocen, y yo esté con menos tristeza. 29 Recíbanle, por lo tanto, en el
Señor, con todo gozo, y tengan en estima a los que son como él 30 porque por la obra de
Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en su [de ustedes] servicio por mí.
Esta
última parte del capítulo 2 de la carta nos aporta algunas enseñanzas que disipan
ciertas cuestiones insensatas que arrastramos como cristianos. La primera de
ellas es que en un servicio sincero al Señor no hay lugar para intereses
personales, un ministro o colaborador que detrás del trabajo ministerial está
buscando lo suyo propio no sirve para el Señor, si
estás buscando protagonismo no serás útil para Dios, si buscas fama,
popularidad, dinero y otras cosas vanas jamás serás usado por el Señor en su
Viña. Pablo destaca de Timoteo que como colaborador había servido
fielmente en el ministerio, nunca compitió con él ni fue en busca de lo suyo
propio sino fue un gran compañero de milicia, las metas de Timoteo eran las
mismas metas de Pablo, de ahí la expresión de Pablo al escribir “a ninguno tengo
del mismo ánimo”, y esto tiene que ver con tener una misma alma,
mismo pensamiento, y por ende mismo objetivo espiritual y una misma fe.
Pablo
deseaba enviar a Timoteo a la Iglesia en Filipo sin embargo quería resolver sus
problemas legales primero, no olvidemos que hasta aquí Pablo está detenido en
Roma esperando la resolución de su apelación a Cesar, de la cual estimaba que
pronto quedaría en libertad, por eso la promesa de ir personalmente a ver a los
filipenses.
Adicional:
Con
referencia al resultado de su apelación a César nada se dice
expresamente en el Nuevo Testamento, no obstante, hay referencias suficientes
para concluir que Pablo pasado dos años de su encarcelamiento en Roma fue
puesto en libertad (año 63 dC). La
evidencia que respalda esta conclusión se ve en los sucesos y viajes descritos
en las epístolas que luego Pablo escribiría a Timoteo y Tito, sucesos que por
supuesto no se reportan en el Libro de los Hechos ya que sucedieron posterior a
su encarcelamiento en Roma (años 64 y 67
dC). En estas cartas, denominadas también “cartas tardías”, se reporta lo que se conoce como el “Cuarto viaje Ministerial de Pablo”, en donde
se registra que nuevamente visito Éfeso y dejo allí a Timoteo y de allí paso
también por Macedonia (1°Ti 1:3), visito también Creta y dejo allí a
Tito (Ti 1:5), paso por Mileto y dejo enfermo allí a su amigo Trófimo (2°Ti
4:20), un invierno paso en Nicópolis (Tit 3:12) y también
hay referencia que paso por Troas y dejo allí documentos y ropa (2°Ti
4:13).
Volviendo
a nuestro pasaje en cuestión, se menciona luego a otro colaborador; “Epafrodito”, y la verdad es que poco se
conoce de Epafrodito, no sabemos si es el mismo de Epafras que se menciona en
otras cartas, probablemente oriundo de Filipo, su nombre es de origen griego,
cuyo significado es “favorito o devoto de
Afrodita” la diosa griega del amor. Éste fue enviado en primera instancia
de la Iglesia de Filipo a Roma, en un viaje de más de 1100 km con la misión de
ministrarle a Pablo ciertas dádivas que se habían recolectado para él, esto se
menciona claramente en el capítulo
4:17-18, y desde ese momento se quedó con Pablo también para
servirle como colaborador ministerial durante un tiempo. Pablo se dirige a
Epafrodito como “mi hermano, colaborador
y compañero de milicia” (verso 25)
lo cual hace notar que era un servidor de mucha utilidad y honor en la Iglesia
de Filipo, probablemente como un apóstol local de esa Iglesia ya que fue el
enviado a servir a Pablo.
No
obstante, enfermó gravemente al punto de estar próximo a la muerte, y este
suceso ha desatado ciertos cuestionamientos tales como: ¿Por qué Pablo no pudo sanar a Epafrodito? En el libro de hechos (Hch 19:11-12), se reporta que Dios
hacia grandes milagros por mano de Pablo e incluso su ropa era usada para sanar
a otros, sin embargo, aquí no pudo sanar a Epafrodito ¿Será que Epafrodito estaba en pecado?, pues bien, este suceso nos
enseña tres cosas;
1) La
enfermedad no es siempre es el resultado del pecado, pues el verso dice
claramente que por causa de la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte.
2) No
siempre es la voluntad de Dios sanar a sus servidores, no depende del hombre
sino de la voluntad soberana de Dios
3) La
sanidad es una misericordia departe de Dios hacia nosotros y no algo que
podemos demandar de Él como una obligación.
Sin
embargo, Epafrodito fue sanado solo por la voluntad y poder de Dios, y estando
sano Pablo decide enviarlo nuevamente a Filipo para que también los hermanos de
allá no estén angustiados por él ni él por ellos ya que la noticia de su
enfermedad había trascendido.
Aunque
este evento de Epafrodito es solo un relato al pasar, de todos modos, nos
aporta grandes enseñanzas, porque se nos muestra la entrega de un servidor que
estuvo dispuesto a sacrificarse a fin de acercarle a Pablo que lo que faltaba
de sus necesidades.
Conclusión
El
título que escogí para este mensaje es “Fructifiquen
su salvación”, lo cual tiene que ver con la responsabilidad de alumbrar, de
resplandecer por medio de vivir una vida en santidad, una vida notable, diferente
y opuesta a la corriente del mundo… Hermanos, se vienen tiempos difíciles, y es
ahora cuando debemos brillar como luminares en el mundo, debemos prepararnos
para lo que se viene, la moralidad se ha desplomado en esta era frente a
nuestras narices, los valores morales propios de la sociedad están siendo
destruidos y se están lanzando contra fieras salvajes sobre nuestros hijos, aun
no sé si Dios nos haya concedido atravesar persecución y padecimientos por
causa de Cristo, pero si así fuera debemos urgentemente vestirnos de la mente de
Cristo, necesitamos ser vestidos de su mismo modo de pensar, renunciar a
nosotros mismos, a nuestras pretensiones, a nuestros planes personales, a nuestro
estilo de vida, a lo que poseemos, a fin de servir solamente a los propósitos
de Dios en beneficio de otros… Jesús dijo; Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz cada día, y sígame (Lc 9:23),
luego también dijo, si alguno viene a mí y no aborrece su propia vida no
puede ser mi discípulo (Lc 14:26).
Alcanzar la mente de Cristo es condición necesaria para servir…
El
apóstol nos presenta a en esta carta a un Cristo humillado hasta lo más bajo
por causa de la obediencia, pero a su vez también nos presenta a un Cristo
exaltado hasta lo más sublime por causa de su obediencia ¿Qué gloria estas
buscando, temporal o eterna?, pues bien, es tiempo de prepararse…
Gracia y paz del Señor Jesús el Cristo. –
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