para descargar este AUDIO click aquí
para descargar archivo PDF click aquí
MENSAJE
DOMINGO 03/02/2019
Por el Hno. Gabriel. -
Introducción
Quiero hablar de un
tema reiterativo en la Iglesia, pero reiterativo no por un capricho personal
sino por lo urgente y vital que es para la Iglesia abordar constantemente este
asunto, quiero hablar de lo que he titulado; “¿Esta Cristo dividido?” y por supuesto tiene que ver con el gran
tema de la Unidad Corporativa de la Iglesia. Sé que hablar de este asunto de
forma detenida nos llevará mucho más que una meditación, hasta podríamos hacer
una serie de predicaciones que abarquen detalladamente lo vital, importante y
urgente de este asunto, pero hoy voy a hacer un compacto y plantear este tema a
partir de cuatro subtítulos: “La Unidad
como objetivo de Cristo” “La triste realidad de la Iglesia” “El Tratamiento de
este problema” “La erradicación del conflicto”.
La Unidad como Objetivo de Cristo
Mateo 12:25
Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo, es asolado
[devastado, destruido], y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá.
Marcos 3:25 Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa
no puede permanecer.
Si una casa está
dividida contra si misma su destrucción es inminente, tarde o temprano esa
familia se desintegrará, los integrantes terminarán totalmente separados uno
del otro, y serán como presa fácil para cualquier enemigo que quiera destruirlos,
de este modo la división interna es
el principal factor de autodestrucción en cualquier familia. Si trasladamos esta
verdad al plano espiritual de la Iglesia, al plano de la familia de la fe
sucederá exactamente lo mismo, una Iglesia dividida no permanecerá, hagan lo
que hagan si no hay unidad entre los hermanos la Iglesia no prosperará, la
falta de integración de los miembros le dará a satanás la oportunidad de
destruirlos muy fácilmente, de este modo la
división interna es una de las armas más letales que satanás usa para arremeter
y destruir una Iglesia, y lo más peligroso de esto es que opera muy
sigilosamente, muchos cristianos sin saberlo cada vez que promueven el
partidismo y la división en la Iglesia están siendo instrumentos en manos de
satanás (de eso no cabe la menor duda),
y este adversario nuestro (satanás) no
se detendrá en su afanado trabajo por destruirnos, buscará sembrar su maligna
semilla de división en unos y en otros de muchas maneras, ya lo hizo en el
pasado, desde el huerto de Edén empezó a hacerlo, y lo sigue haciendo hasta la
fecha, es hábil en el arte de dividir, buscara incansablemente quebrar la
confianza en la familia de la fe.
Muchas familias
seculares permanecen unidas bajo el vínculo de la lealtad, esa fidelidad
natural de salvaguardar el vínculo sanguíneo o el apellido, son capaces de
hacer cualquier cosas por el hermano, pues bien, también debe existir el mismo
nivel de lealtad (o superior) en la
familia de la fe, aunque no llevamos la misma sangre o el mismo apellido nos
une algo mucho más valioso y eterno, la sangre preciosa de Cristo rociada sobre
nosotros y un Nombre sublime que es sobre cualquier apellido, el nombre del
Señor Jesús, por lo tanto nuestro sentido de lealtad entre unos y otros debería
ser inquebrantable, deberíamos defendernos automáticamente unos a otros y de
forma constante y hacer cualquier cosa para salvaguardar nuestra unidad e
integridad familiar, en otras palabras los cristianos como familia de la fe
deberíamos ser inseparables, pero cuando tristemente esa lealtad ha sido dañada
nos dividimos, sucede lo que expresa; Mateo 24:10 Muchos
tropezarán entonces, y se entregarán
unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Cuando no hay lealtad
somos como extraños conviviendo en una misma casa, dispuestos a maltratarnos y
dañarnos unos a otros… De este modo, la unidad entre hermanos viene siendo algo
de vital importancia para la Iglesia, si así no fuera el Señor Jesús no se lo
habría rogado al Padre en su última oración:
Juan 17:11 Y ya
no estoy en el mundo mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a
los que me has dado, guárdalos [consérvalos] en tu nombre, para que sean uno, así como
nosotros…
20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los
que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo
en ti, que también ellos sean uno en nosotros;
para que el mundo crea que tú me enviaste. 22
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean
uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y
tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado. 24 Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo
estoy, también ellos estén conmigo (eso es unidad y lealtad), para
que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la
fundación del mundo.
La perfección de la
Iglesia no está en su intelecto bíblico sino en su sincera unidad. Nuestra
unidad con Cristo y por consecuente entre nosotros como hermanos nunca debe ser
tomado como un objetivo lejano a ser perseguido, sino debe ser nuestra realidad
espiritual presente y eterna a la cual estamos abrazados, sosteniéndola
cuidadosamente y protegiéndola de cualquier posible amenaza.
Frente a cierto
problema de partidismo religioso y división que había en la Iglesia de Corinto
el apóstol Pablo los confronta con estas palabras;
1°Corintios 1:13 ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en
el nombre de Pablo?
Y la respuesta es un
rotundo ¡NO!, Cristo no está dividido, y de forma implícita Pablo les está
diciendo a los corintios; —dejen de hacer
partidismo dentro de las Iglesias, dejen de crear facciones y divisiones entre hombres
y mujeres, no fueron santificados por méritos propios sino por los méritos de
Cristo y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu (1°Co 12:13), por lo tanto, dejen de creerse que son mejores unos
que otros— nadie en la Iglesia ha sido bautizado en un grado diferente
al de otro hermano ni ha recibido un nivel diferente del Espíritu Santo, sino
que a todos en la Iglesia se nos dio a beber de la misma fuente, y todos por
medio del bautismo estamos revestidos de Cristo (Ga
3:27), por lo tanto no hay ni debe haber honores ni distinción entre
los hermanos sino que todos somos miembros del cuerpo de Cristo y miembros los
unos de los otros: Romanos 12:5 así
nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros
1°Corintios 12:12
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos,
son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque por un solo Espíritu fuimos
todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu (nadie en la Iglesia tiene un
espíritu superior). 14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos…
27 Ustedes, por lo
tanto, son el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en
particular.
Un cuerpo fuerte
pero desmembrado siempre será inútil, pero un cuerpo unido por más débil que
sea será eficaz en cualquier cosa que emprenda sencillamente porque está unido.
De este modo la unidad de la Iglesia viene siendo algo de vital importancia: —que sean
perfectos en unidad— fue la oración de nuestro Pastor al Padre
Celestial, si pudiéramos introducirnos al corazón de Cristo veríamos que su
deseo continuo para con nosotros es que permanezcamos unidos y que seamos
perfectos en esa unidad, porque una casa dividida contra sí misma no podrá
permanecer, por lo tanto la unidad entre los hermanos de la Iglesia (como ya lo he mencionado) no debe ser
tomado como un objetivo lejano a perseguir, sino debe ser nuestra realidad
presente y eterna en la cual estamos abrazados por el vínculo del Espíritu de
Cristo, de este modo cualquier trabajo que emprendamos juntos será hecho con
eficacia porque estamos unidos en una misma mente y un mismo Espíritu.
La triste realidad de la Iglesia
Parece ser, y hablo
desde la experiencia, que mientras más celosa busque ser una Iglesia más riesgo
corre de dividirse, mientras más sanos intenten ser en la doctrina más
fragilidad habrá en su unidad, y esto por culpa del sigiloso pecado de la
soberbia y el orgullo, son tan celosos que empiezan a atribuirle a sus
opiniones personales un carácter divino —lo
que yo pienso es lo que Dios quiere, y así como yo lo veo es lo correcto— y
así empiezan a crearse bandos internos y dividirse unos de otros por cuestiones
no esenciales, se creen superhéroes espirituales como si tal cosa existiera, alaban
unidos, pero con los pensamientos divididos.
Encumbran (elevan) tanto su opinión personal que
se convierten en su propio referente y llegan a pensar que solos o aislados estarán
mejor, se dicen a sí mismos —yo no sigo a
hombres, yo no tengo pastor— pero se siguen a sí mismos, se autoexcluyen
porque aman su opinión personal, se pastorean a sí mismos y se promueven a sí
mismos ¡claro que son seguidores de
hombre y más que cualquiera! y tal pensamiento es del diablo, Jesús dijo “que sean
perfectos en unidad”, no hablo de una
autonomía espiritual sino de dependencia entre unos de otros porque somos un
cuerpo, no existe el llanero solitario en
la Iglesia, Pablo escribe en su carta a los corintios que: nadie fue jamás
soldado a sus propia expensas (1°Co 9:7),
y luego más adelante en la misma carta escribe que ningún miembro puede decirle
a otro: ya no
te necesito (1°Co 12:121),
fuimos creados en relación de dependencia vertical en primer término para con
Dios y en dependencia horizontal para con los hermanos de la Iglesia, no
podemos estar solos, separados de Dios nada podremos hacer y separados del
cuerpo nada podremos lograr.
Entonces, dejen de
atribuirle a sus opiniones personales un valor divino, es propio del orgullo
atribuirnos una dignidad que no tenemos y darles a nuestras opiniones personales
un peso que no tienen. Es curioso ver que aquellos que buscan imponer su
opinión como una verdad absoluta son los que casi nada han hecho por la
Iglesia, no han entregado nada, no han dado nada de sí mismos, no han
arriesgado nada de lo que tienen por los hermanos, pero quieren sembrar su
opinión para que los demás le obedezcan. Hermanos, esto es una advertencia; Cualquiera,
sin excluir a ninguno puede ser un instrumento del diablo para destruir la Iglesia
sin darse cuenta, tenga mucho cuidado en como procede.
Ahora, las
divisiones y facciones en la Iglesia pueden darse en varios ámbitos, en el
ámbito social cultural como también en el doctrinal, el más grave siempre será
el doctrinal, ya que si no profesamos la misma doctrina y la misma fe de nada sirve
que estemos juntos, pero el otro menos grave es la división social, ya sea por
cuestión familiar o lazo sanguíneo (siempre
juntos los del mismo apellido), por cuestión de afinidad económica (siempre juntos de acuerdo al nivel de
gastos), o por costumbres prácticas (siempre
juntos los que le gusta la pesca u otras actividades). No es condenatorio
que grupos de hermanos se junten y tengan actividades conjuntas, eso no tiene
nada de malo, lo malo es cuando en esas juntadas un grupo empieza a hablar mal
del otro grupo, cuando la broma se transforma en chisme y el chisme en una murmuración
y la murmuración termina generando una división.
Debes saber que cada
vez que viertes tu opinión negativa de algún hermano que no está presente estás
haciendo una coraza en contra de ese hermano, y los que te oyen tienden a
desaprobar a ese hermano aun sin conocerlo, y no te das cuenta que con tu
opinión lo único que estás haciendo es matar a un hermano y mutilar el cuerpo
de Cristo porque lo estas dividiendo, y eso es algo diabólico;
1°Juan 3:15 Todo aquel que aborrece (desprecia, odia) a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en
él. 16 En esto hemos conocido el
amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner
nuestras vidas por los hermanos.
Hay hermanos que
vinieron a mi casa y después de conversar un buen tiempo me dijeron: “teníamos un concepto negativo de Usted, pero
ahora que lo conocemos nos damos cuenta que nos mintieron” … es triste,
pero es real. No digo esto para parecer una víctima, aborrezco la
victimización, porque eso hace que cada uno de acuerdo a su nivel de
susceptibilidad le dé lugar al rencor, y el rencor genera resentimiento lo cual
hace que las contiendas en la Iglesia nunca sanen: Proverbios 18:19 El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,
Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar… en otras
palabras las contiendas más difíciles de resolver son las de una misma familia.
Entonces no hay víctimas en este asunto, cada uno
aquí debemos sentirnos responsables de este gran problema en la Iglesia, se
habla a veces de desunión, pero ¿quién se hace responsable de esa desunión?... Nadie
está exento, porque cada uno se ha encargado de defraudar a su hermano. Si
sabíamos que íbamos a tratarnos así sería mejor trasladarnos al monte calvario
y decirle al Señor allí en la cruz; —mira Señor ¿sabes qué? no mueras por mí, no vale la pena, porque en el fututo soy
el encargado de estropearlo todo con los hermanos—
Filipenses 2:3 Nada hagan por contienda o por vanagloria antes bien con humildad, estimando cada
uno a los demás como superiores a él mismo
(que gran aporte de solución
haríamos si tan solo obedeceríamos a este pasaje) 4 no mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Cuenta una anécdota
que; un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban muy mal
entre sí y peleaban constantemente. Un día decidió juntarlos a todos y mando que
se les traiga unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un atado con
ellas, y les preguntó cuál de ellos se atrevía a romper aquel conjunto de varas.
Uno tras otro todos se esforzaron para lograr quebrar aquel atado de varas,
pero ninguno pudo conseguirlo ni siquiera hacerle un rasguño. Entonces el padre
desató el atado y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se
partían, y enseguida les dijo: —De esta manera, hijos míos, si están todos
unidos nadie podrá vencerlos; pero si están divididos y enemistados el primero
que quiera hacerles daño lo logrará fácilmente—
El tratamiento de este problema
Está claro entonces
que el partidismo dentro de la Iglesia, ese deseo de formar bandos y humillar a
otros es algo propio del diablo, ya que Cristo promueve la unidad mientras que
el diablo busca la división, y todo aquel que desprecia a un hermano se
convierte en un asesino (o fratricida)
y mutilador del cuerpo del cuerpo de Cristo. Las escrituras nos orientan
claramente en cómo resolver esta clase de conflictos en la Iglesia:
Tito 3:10 Al hombre que cause divisiones, después de una y
otra amonestación deséchalo, 11 sabiendo que el tal se ha
pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.
No importa cuanta
utilidad puedas tener para ayudar en las diferentes actividades de la Iglesia, si
eres un hombre o mujer que genera divisiones debes ser desechado, Jesús dijo: Mateo 12:30 El que no es conmigo, contra mí es y el que conmigo no recoge, desparrama… un hermano que no contribuye a la unidad está
desparramando, por lo tanto, debe ser desechado. En el sentido práctico, un
hermano o hermana que no está de acuerdo con alguna actividad que el
presbiterio haya trazado para el bien de la Iglesia, tal hermano debe
abstenerse de servir en cualquier área, incluso para limpiar o lavar una taza,
sino no está de acuerdo con el trabajo que se ha planteado no sirve que haga ni
la más mínima tarea en la Iglesia, y si tiene un desacuerdo con el trabajo
planteado por el presbiterio no debe andar sembrando por allí su desacuerdo,
sino debe exponerlo a los ministros, preguntar e indagar el porqué de ciertas
actividades para que se le explique el sentir de la Iglesia.
Deben entender que
las Iglesias bíblicas trabajan con un presbiterio, un cuerpo de hermanos
llamados por el Señor para servir a los demás, el objetivo de todo ministro y
servidor es trazar las actividades bíblicas con el fin único de perfeccionar a
los hermanos y presentar perfecto a todo hombre y mujer en Cristo (Col 1:28-29), por lo tanto ser servidor
en la Iglesia no es una cuestión jerárquica (lo
dijimos en reiteradas ocasiones), sino una inmensa responsabilidad de la
cual daremos cuenta el día que comparezcamos delante de Él, sepan que detrás de
cada trabajo trazado esta la intensión de servir a los hermanos hasta que todos
alcancen la estatura de la plenitud de Cristo (Ef
4:13), por lo tanto antes de calificar o criticar un trabajo o
cualquier actividad propuesta entienda que está oponiéndose al avance de toda la
Iglesia.
Hebreos 13:17
Obedezcan [sean persuadidos razonablemente] a sus guías [pastores], y sujétense a ellos porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta para que lo hagan con alegría,
y no quejándose, porque esto no les es provechoso.
Entonces no sirve
que un hermano o hermana que no esté de acuerdo con el sentir del presbiterio
sirva en cualquier actividad, porque al hacerlo piensa que su opinión
representa a la Iglesia y es contradictorio y confuso para otros hermanos, aquí
lo hemos experimentado, cuando se planteó en su momento la reunión de mujeres
algunas hermanas no estaban de acuerdo, y no hay nada malo en eso, lo malo fue
que nunca lo manifestaron al presbiterio sino que fueron sembrando su opinión de
forma negativa por allí y eso por supuesto causo cierto daño en otros hermanos.
Otra forma práctica
del tratamiento al problema de la división interna es dejar la habladuría:
Hablar de otro hermano sin que esté presente no es bueno, no importa quién sea
el que esté hablando, así sea el pastor o su esposa, los maestros o sus
esposas, los diáconos o sus esposas cada vez que hablen negativamente de un
hermano están siendo instrumentos en manos de satanás mordiéndose y consumiendo
unos a otros… Gálatas 5:15 Pero si se muerden y se comen unos a otros, vean que
también no se consuman unos a otros.
Tampoco hay que construir
círculos privados dentro de la Iglesia y dejar afuera a otros, eso es
perjudicial para la salud de la Iglesia. No estoy diciendo que no familias no
pueden juntarse y hacer algo juntos, sino círculos privados…
También hay que
evitar la susceptibilidad, hermanos que por cualquier cosa se sienten heridos y
se resienten con el hermano por cualquier cosa pequeña (no lo invito a una cena), aun si fuera una ofensa mayor de todos
modos la virtud del cristiano es pasar por alto la ofensa (Pr
19:11), y ser partidarios de la reconciliación antes que la
división, porque juntarnos para alabar a Cristo con una mente dividida no es
bueno, sentarme a orar con un hermano y estar ofendido con él no tendrá ningún
valor para Dios:
Mateo 5:23 Por
tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, 24 deja allí tu
ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
La erradicación del conflicto
Una cosa es tratar
este gran problema y corregir el daño causado, pero algo mucho mejor es
erradicar tal conducta partidista, y la gran pregunta es ¿Cómo hacemos para erradicar la división de la Iglesia? Pues bien,
las escrituras si nos dan la solución a este problema; Cristo es la solución,
una Iglesia llena de Cristo no tendrá este conflicto, porque su Espíritu Santo nos
llevará de forma constante a la unidad, pero a su vez ¿qué significa estar llenos de Cristo? significa tener su mente, su
modo de pensar, su modo de actuar, ¡pues bien! miren a Aquel que se despojó de
sí mismo y se humilló con el único fin de salvarnos:
Filipenses 2:1 Por
tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si
alguna comunión del Espíritu, si algún afecto
entrañable, si alguna misericordia, 2 completen mi gozo, sintiendo lo
mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagan por contienda o por
vanagloria antes bien con
humildad, estimando cada uno a los demás
como superiores a él mismo 4 no
mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los
otros. 5 Haya, por lo
tanto, en ustedes este sentir (mente, modo de pensar) que
hubo también en Cristo Jesús, 6 el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo (despójese de usted mismo, deje
de pensar en sí mismo), tomando forma de
esclavo, hecho semejante a los hombres 8
y estando en la condición de hombre, se humilló a
sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz.
1°Juan 2:6 El
que dice que permanece en él, debe andar como él
anduvo.
“La Humildad” es el sendero que nos llevará a
la unidad fraterna en la Iglesia, la humildad erradicará el conflicto de la división entre hermanos, la humildad
es la contracara de la soberbia y el egoísmo, y mientras sigamos siendo
soberbios y egoístas sobreestimaremos en demasía nuestras insignificantes vidas
y jamás serviremos a la vida del hermano, sin embargo es la humidad la que nos
llevara por el camino de la humillación, a despojarme de nosotros mismos con el
fin único de someternos a Dios para servir al prójimo Gálatas 5:14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Romanos 12:16 Unánimes entre ustedes no altivos, sino asociándose con los humildes. No sean sabios en su propia opinión.
Unanimidad, tiene
que ver con que todos como grupo tengamos un mismo pensamiento, una misma
mente, un mismo ánimo, un mismo espíritu, en otras palabras, unanimidad es
cuando la Iglesia actúa unida como un solo hombre, entonces si uno falla todos
fallamos, si uno vence todos vencemos, si alguien está enfermo todos nos
dolemos y si alguien se goza todos nos gozamos: 1°Corintios 12:26 De manera que si un miembro sufre [padece], todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
Tener la mente de
Cristo no tiene que ver con conocimientos bíblicos, sino tiene que ver con
humillación objetiva para ayudar al hermano, negarme a mí mismo para servir a
otros, eso es andar como el anduvo, eso es amar como Cristo ama… si decimos que
somos espirituales el primer fruto del Espíritu es el amor, amor incondicional,
es la virtud de amar al hermano aun cuando tales hermanos nos den razones suficientes
para dejar de amarlos pero que por el poder del Espíritu de Cristo que nos
constriñe lo amamos de todos modos. Cuando ese amor prime en la Iglesia la
unidad será un hecho concreto y visible.
Debemos amarnos
porque Cristo nos amó del mismo modo a cada uno de nosotros, él no tuvo un amor
preferencial por ti y un amor despectivo por mí, sino tuvo el mismo grado de
conmiseración por ti y por mí, nos amó del mismo modo, nos ama del mismo modo y
con un amor constante, nos trata con la misma paciencia y tolerancia, de modo
que nosotros debemos actuar del mismo modo, con un amor entrañable, un amor
profundo y sincero, un amor que proviene de nuestro interior.
1°Pedro 5:5
Igualmente, jóvenes, estén sujetos a los ancianos y todos,
sumisos unos a otros, revístanse de humildad
porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. 6 Humíllense,
por lo tanto, bajo la poderosa mano de Dios,
para que él les exalte cuando fuere tiempo
La paz del Señor Jesús el Cristo. –
0 comentarios:
Publicar un comentario