PÁGINAS DE INTERÉS

UNA ESPERANZA VIVA




MENSAJE DOMINGO 27/12/2015

Por el Hno. Gabriel.-

Nuevamente me ha tocado impartir el último mensaje del año, y aunque para muchos hablar del fin de año es hablar de una vuelta de hoja de calendario, lo cual es real, no obstante es inevitable no hacer un balance del año vivido en virtud de las cosas que nos han acontecido. Queramos o no el fin de año marca el fin de una etapa vivida para el inicio de otra por empezar a vivir. Y es mi intensión en este mensaje hacer un análisis de lo vivido durante este año para una proyección hacia lo que nos falta por vivir.

Siempre que un año concluye nos vemos en el trabajo de resolver cuestiones tales como: ¿He alcanzado el objetivo que me plantee al inicio del año? ¿He crecido espiritualmente este año tal como lo esperaba? ¿Hemos avanzado como iglesia o estamos estancados? ¿Creciendo o decreciendo? ¿Mejor o peor? ¿Satisfecho o decepcionado? ¿Triunfante o frustrado?

Es probable que encontremos un poco de cada una de estas cosas, y me atrevo a decir que vamos a hallar más cosas que nos decepcionan que aquellas que nos alegren. Puede que al inicio de este año (2015) tú hayas esperado grandes cambios para tu vida personal tales como; santidad, espiritualidad, sabiduría, cambio de carácter, nuevo corazón, etc. Sin embargo puede que no hayas llegado ni siquiera  la mitad de lo que esperabas para tu vida, también puede que hayas esperado grandes cambios en la vida de la iglesia tales como; crecimiento físico, mas hermanos, mejores predicas, expansión del ministerio, mas trabajos de evangelismo, mayor disposición y organización, etc. y puede que te hayas decepcionado con el escaso resultado que se logró este año.

Puede que ciertos factores de este resultado nos hayan causado tristeza, decepción, frustración, desanimo, y quizá en más de una oportunidad nos haya llevado a pensar en renunciar y abandonarlo todo, cambiar de ciudad, cambiar de iglesia y empezar de nuevo en otro lado… no obstante hemos llegado juntos al final de este año. Ahora, en virtud de los resultados, tanto de los aciertos como de los fracasos, pregunto: ¿Continuaremos juntos en esta senda? ¿Continuaremos siendo la iglesia de Cristo? ¿Qué cosas nos motivarían para seguir juntos? ¿Qué cosas nos impulsarían a continuar?

Hebreos 11
13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo (despidiéndose), y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

¿Qué debemos pensar de Abraham? o ¿que se propone el autor de esta carta con la expresión? murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y despidiéndose” No son palabras alentadoras para nosotros, antes hacen ver a Dios como el que falló en aquello que les había prometido a los patriarcas. Sin embargo el énfasis de este texto es que tenemos aquí a ciertas personas que por causa de una promesa dada por Dios cambiaron el curso de sus vidas, promesa que por cierto ellos nunca llegaron a palpar con sus manos sino que murieron sin poder ver el cumplimiento de la misma. ¿Es que acaso ellos fracasaron en su ministerio? ¿Cómo habrán sido sus balances anuales? ¿Se lo imaginan?, tal vez sería algo así como que Sara le dice a Abraham – esposo, me parece que aquella promesa de Dios de que serías padre de multitud no la vamos a alcanzar, llevamos ya veinticinco años de haber salido de nuestra parentela y aun yo no he tenido un hijo tuyo, y tu ya tienes casi cien años y yo noventa, me parece que fracasamos, me parece que es tiempo de abandonarlo todo y volver – sin embargo no fue así, sino que vemos claramente que había algo en estas personas que los impulsaba a seguir cada año detrás de dicha promesa sin renunciar a ella ¿Qué era? ¿Qué los motivaba? ¿Cuál era el motor que los impulsaba? La respuesta es; ellos tenían “una esperanza viva para continuar viviendo”, y era la certeza de que aquello que Dios le había prometido tendría cumplimiento, y por esta razón desarrollaron sus vidas en función a esta esperanza, por lo tanto Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos…

Romanos 4
18 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido;
22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia.
23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada,
24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro,
25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.

Puede que algunas situaciones vividas tanto en lo personal como en lo grupal, nos causen diferentes estados de ánimo en nuestra vida cristiana (tristeza, decepción, desanimo, frustración, etc.), pero como cristianos también nosotros, del mismo modo que estas personas, tenemos una esperanza viva, la cual es Cristo Jesús nuestra esperanza de gloria (Col 1:27). Porque también nosotros fuimos llamados por Dios para alcanzar sus promesas y heredar juntamente con Cristo una vida nueva en un reino celestial y glorioso, por lo cual también andamos en este mundo del mismo modo que los patriarcas, como extranjeros y peregrinos (1°Pe 2:11), viviendo en el mundo pero sin pertenecerle a él (Jn 17:15-17) y viviendo no según sus costumbres sino, tal como se lo escribe Pablo a Tito (Tit 2:12-13), de manera justa y piadosa,  aguardando “la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”

Por tanto la respuesta a las preguntas; ¿continuaremos juntos en esta senda? ¿Continuaremos siendo la iglesia? La respuesta debe ser ¡SÍ!, continuaremos juntos y continuaremos siendo la iglesia de Cristo en esta ciudad porque continuamos sujetos a la misma esperanza (Tit 1:2, 2:13-14 y 1°Pe 1:3), la cual es Cristo en nosotros la esperanza de gloria (Col 1:27), porque por fe andamos (2°Co 5:7) y no por obras. Podemos experimentar diferentes situaciones difíciles como iglesia y también en lo personal, pero de ningún modo abandonaremos nuestra esperanza, la cual está  viva dentro de nosotros, y nos impulsa a seguir hasta alcanzar el cumplimiento de las promesas de Dios.

1°Pedro 1
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,
4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,
5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.
6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
Somos llamados a vivir en este mundo en función a “una esperanza viva”, teniendo certeza y plena convicción de que recibiéremos de Dios la redención de nuestras almas y la herencia de una vida eterna en Cristo Jesús, a esto se refiere el apóstol Pedro cuando habla de “una esperanza viva”,  que no es más que tener la capacidad de vivir en el mundo atravesando los diferentes valles, pero poniendo toda nuestra atención y mirada en aquello que esta fuera de este mundo y que aun no vemos pero con paciencia lo aguardamos. Dicho de otro modo, debemos aprender a vivir en el mundo del mismo modo que hombres como Abraham y su esposa y también sus hijos lo hicieron, no midiendo sus vidas en función a los aciertos o fracasos temporales, sino esperando el cumplimiento de las promesas de Dios.

Efesios 1
18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

Tito 1
1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad,
2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos,

Tito 3
7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Cada vez que como cristianos hacemos un balance de nuestro año, no debemos mirar las cosas de manera tangible y superficial, sino considerando nuestra firmeza en la esperanza de nuestra vocación (Ef 4:4). Por tanto nuestro balance anual no debería consistir solo en saber si he logrado aquello que me he propuesto tanto en lo personal como en lo grupal, sino también en cuanto ha crecido aquella esperanza viva dentro de mí.

Somos propensos a desanimarnos cuando las cosas no salen como la esperábamos, sin embargo el motor de nuestra esperanza no debe estar puesto en lo que nosotros hacemos sino en lo que Dios hará. Nuestro mayor satisfacción debe provenir de lo que Él ya ha hecho en mi vida

Efesios 1
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Tenemos una esperanza viva, la cual es un hecho seguro y consumado por Dios dispensado en el tiempo según la administración de Dios. Por tanto nada debería desanimarnos bajo la idea de que no he alcanzado lo que prometí o lo que esperaba, sino continuar el curso de mi vida creyendo en esperanza contra esperanza de que Dios es Fiel y cumplirá lo que ha prometido.

Hebreos 10
23 Mantengamos firme, sin fluctuar (vacilar), la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Romanos 15
13 Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.

Puede que nuestro balance personal salga algo así como; Aun sigo siendo impaciente, gritón, malhumorado, ansioso, débil, pecador y no logro cambiar aquellos aspectos de mi vida que deben ser transformados. Y en lo que a la iglesia se refiere puede que el balance sea algo así como; aun no sucede lo que yo esperaba en esta iglesia, aun sigo viendo fallas y cosas que me desaniman. Debemos reconsideran cada una de las cosas que aún faltan por cambiar y trabajar para generar los cambios, pero nada de esto debe opacar la verdadera esperanza que nos mantiene vivos.

Efesios 4
3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;


La paz del Señor Jesucristo.-

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