PÁGINAS DE INTERÉS

SIRVIENDO A LOS SANTOS




MENSAJE DOMINGO 06/12/2015

Por el Hno. Gabriel.-

Esta es la octava parte de la serie “Evidencias de una genuina conversión”, y a su vez es la continuación directa de la ultima meditación que se titulaba “Preparados para servir” la cual tenía la intensión de generar en cada cristiano una conciencia de servicio sincero y puro a Dios, basada en la mentalidad de un verdadero siervo el cual jamás va en busca de sus propios intereses (porque sencillamente no los tiene, se ha despojado de sí mismo, no tiene voluntad propia) sino que trabaja pura y exclusivamente para satisfacer los intereses y la voluntad de su Amo y Señor Jesucristo.

Una vez que somos preparados, tanto en lo doctrinal como en lo práctico, en lo interior como en lo exterior, siendo consientes en todos los sentidos (tanto carnal como espiritual) de lo que es y de lo que implica servir a Dios, entonces según el designio de su voluntad Él nos llama y nos envía a servir. Y este es el tema que vamos a desarrollar en esta meditación la cual se titula “Sirviendo a los santos”

Las virtudes
Cuando se trata de servir a Dios lo primero que hacemos es pensar en cuantas virtudes humanas poseemos para poder ayudar a Dios en la expansión de su reino, eso es algo nato, algo que naturalmente esta inculcado en nosotros y que no podemos anular, y no es algo que los discípulos que estuvieron al lado de Jesús no hayan experimentado, en cierta ocasión Pedro le dijo al Señor, “Aunque todos estos se escandalicen y huyan despavoridos yo no me escandalizaré, sino que te seguiré hasta el final incluso hasta la muerte, mi vida pondré por ti” (Mt 26:33, Jn 13:37) y Jesús tomo esa virtud de Pedro, toda esa fuerza y valentía que emanaba de su condición humana, y la desarmó  por completo, todo lo que era Pedro quedo desecho después de que Jesús se encargó de mostrarle que todas sus virtudes humanas eran tan frágiles y sin provecho en su viña. También tenemos el ejemplo de Pablo el cual era considerado uno de los mejores hombres entre los fariseos en lo que al celo y cumplimiento de la ley se refería, quizá no había otro que se le compare en ese tiempo, sin embargo Dios tomo todo ese esfuerzo, inversión y sacrificio de Pablo, toda aquella virtud humana, y lo puso en un saco de basura (Fil 3:4-10). Tampoco nos olvidamos de Juan, quien en un momento consideró tener la capacidad o virtud humana de beber de la copa de Jesús y ser bautizado con el bautismo de Jesús y sentarte aún en la diestra del trono de Jesús, sin embargo Dios se encargo de deshacer a Juan deportándolo a una abandonada isla llamada Patmos, probablemente en una cárcel oscura, húmeda y maloliente. Y así cualquier acción y virtud que hubo en los hombres que vinieron a Dios, Él mismo se encargó de deshacerla por completo y ponerla en el lugar que debe ir, la basura.

Dios no se vale de la capacidad humana de ningún hombre para depender de ellos en el desarrollo de su trabajo dentro de la iglesia, sino que escoge hombre inútiles para vestirlos con la potencia de Cristo a fin que de todos los que servimos a Dios sirvamos bajo la influencia del Espíritu Santo, para que el trabajo sea perfecto y toda la gloria sea solo para Dios.

Colosenses 1 (2°Ti 1:9)
28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;
29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

Pensemos un momento en cuáles son las cosas que Dios tiene en cuenta al momento de escoger una persona para ponerla a servir, ¿en qué consiste su llamado? o dicho de otro modo ¿Cuánto contribuimos nosotros en la  elección que Dios hace para escoger sus siervos? La respuesta es nada
1°Corintios 1
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación (del griego es llamamiento, reclutamiento), que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;
28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
30 Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

La mente del Siervo
Dios toma hombres inútiles o capaces, poderosos o débiles, viles o nobles, sabios o insensatos, no hay diferencia en ello, porque no toma de sus virtudes sino que a ambos desarma por completo para volverlos a formar a la imagen de su Hijo Cristo, el cual es el sello y modelo del “Siervo Fiel”. Cualquier virtud humana o la más sobresaliente de todas ellas no ha de compararse jamás con la virtud de Cristo, el cual siendo Dios se despojó a sí mismo para tomar la posición de siervo fiel, a fin de venir al mundo tan solo a satisfacer la voluntad de Dios. Jesús jamás busco sus propios intereses, sino que se dedico hasta la muerte a cumplir solo la voluntad de Dios, ni siquiera prestaba atención a las demandas de su carne, ya que priorizó la voluntad de Padre por encima de todo. En una ocasión dijo “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn 4:34). Y eso es exactamente la mente que Dios busca inculcar en nosotros, y es lo que Pablo por medio del Espíritu Santo escribe a los filipenses diciendo (Fil 2:5-8), “Haya pues en ustedes, o mejor dicho, que se halle dentro de ustedes la forma de pensar de que hubo en Cristo, el cual siendo Dios se despojo de aquella gloria y de todo lo que Él era para venir a servir, y ser humillado sirviendo hasta la muerte y muerte deshonrosa”. Esa es exactamente la mentalidad que Dios quiere para nosotros. Mentes rendidas a su voluntad, para servirle únicamente a Él, renunciando a todo interés personal a fin de satisfacer solo su voluntad. Pero a su vez, que el hecho de hacer su voluntad sea nuestro verdadero deleite.

Salmo 40
7 Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí;
8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.

Juan 17
18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo (despojados).

El trabajo
Quienes fueron llamados a servir en la viña de Dios bajo la influencia de la mente de Cristo, se agradaron en hacer la voluntad de Dios, sus vidas se complacían en obedecer a Dios, y del mismo modo que Jesús se despojo de si mismo estos hombres fueron despojados de sí mismos para ser tal cual fue Cristo. Entregaron sus vidas a tal servicio, renunciando a todo lo que se interponía con ello, a fin de no enredarse absolutamente en nada que no sea la obra de Dios. Por causa de ello sufrieron y atravesaron todas las penalidades que surgían al medio (2°Ti 2:3-9), lucharon como los mejores atletas en medio de una reñida competencia, no se rindieron por más de haber caído alguna vez, sacaron fuerza de la debilidad (He 11:34) y continuaron con la comisión que les fue encomendada, porque estaban plenamente convencidos de que Fiel es Aquél que los llamó el cual también cumplirá lo que ha prometido (1°Ts 5:24). No había en ellos ningún vestigio de interés personal sino tan solo cumplir la comisión y que Cristo sea exaltado. Por esta causa sirvieron a tiempo y fuera de tiempo (2°Ti 4:2), trabajaron arduamente por amor al Nombre de Cristo (Ap 2:3), de día y de noche no cesaron de servir a Dios en lo que se les había encomendado (Hch 20:31) llenaron la tierra con el nombre de Cristo (Ro 15:19). Construyeron su obra con material solido a fin de que permanezca delante de Dios y no se queme como la hojarasca (1°Co 3:12). Comprobaron y degustaron la fortaleza y el poder de Dios siendo hombres débiles e insignificantes. Rindieron sus vidas, sus bienes, sus años a fin de servir a Dios como Él merece ser servido. Sirvieron bajo la influencia de la mente de Cristo. Sus cartas hoy son el sello de un servicio fiel al Dios santo.

2° Corintios 4
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,
8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
9 perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos;
10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.

2° Corintios 11
23 ¿Son ministros (servidores) de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.
24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;
26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

Dios nos envía a servir bajo la misma persuasión que tuvieron estos hombres, y a lo que me refiero es al servicio desinteresado de las comodidades, ya que Dios no nos garantiza confort o satisfacción durante el servicio, sino tan solo su gozo cumplido en nosotros (Jn 17:13). En cierta ocasión Jesús le respondió a un hombre que se ofreció a servirle “yo ni siquiera tengo un lugar fijo donde recostar mi cabeza” (Mt 8:20) como diciendo “yo no te garantizo ningún lugar seguro para pasar la noche, ni siquiera prometo una blanda almohada para que recuestes tu cabeza” Pero lo que si nos aseguro fue una vida gozosa, porque tendríamos su gozo cumplido en nosotros. Y aunque suene paradójico pensar en tener gozo en medio de la adversidad, sin embargo, todos sus apóstoles y demás servidores degustaron de ello y dejaron su testimonio escrito de que estas cosas son verdaderas.

La mayor satisfacción de todo siervo siempre fue satisfacer la voluntad de su Señor más allá de su propia humillación, y aunque esto hoy pudiera sonar anticuado, no obstante sigue siendo la correcta disposición para servir a Dios.

La solvencia
Otra cosa a tener en cuenta durante el servicio a los santos es que Dios mismo se encarga de suplir los recursos y necesarios para que su obra se ejecute correctamente. Jesús, como nuestro Señor, no es un tirano ni tampoco un Amo injusto y despiadado que no vela por sus siervos, antes por el contrario, se ocupa de cada detalle y provisión para su obra, un claro ejemplo de ello lo vemos en:  

Lucas 22
35 Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada.

Sin embargo encontramos paradójico leer las cartas de Pablo cuando dice que por causa de la obra de Cristo padeció hambre y sed, frio y desnudez, ¿hay acaso una contradicción aquí? De ninguna manera, porque aun durante su obra, Dios también tiene ciertas lecciones de enseñanza personal con cada uno de sus siervos, a fin de perfeccionarlos durante el servicio para hacerlos más parecidos a Cristo.

Desde el punto de vista humano servir a Dios no tiene ningún atractivo para la carne. Y por esta razón jamás vamos a poder servir a Dios desde nuestras virtudes humanas, porque el servicio a Dios  es espiritual, por tanto precisa de una naturaleza y mente espiritual. Y todo esto lo hayamos en la mente de Cristo.

Filipenses 4
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

El reconocimiento
En vista de todo lo mencionado hasta aquí, vemos que el servicio a Dios, para aquellos que verdaderamente le sirvieron, fue duro y humillante (cárceles, desprecio, apedreamientos, azotes, frio, desnudez, etc.) Ninguno de ellos fue llamado a contar laureles aquí en la tierra, sino antes a padecer por causa del servicio, a fin de probar también su fidelidad en aquello que se les había encargado. En lo que respecta a honra y gloria no tuvieron ningún reconocimiento más que el que deberían tener. El cual fue su propio halago luego de haber realizado la tarea que el Señor les encargó; “siervos inútiles somos, porque lo que teníamos que hacer lo hicimos”. Con esto vemos que el siervo ni siquiera sirve a Dios poniendo la recompensa como meta, sino que prima por encima de todo su amor, lealtad y fidelidad a Cristo, el cual nos amó primero y se entrego a sí mismo por nosotros. 

Lucas 17
7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa?
8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú?
9 ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no.
10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

La recompensa
Sin embargo, aunque Él no está obligado a hacerlo, de todos modos nos va a recompensar, haciéndonos coherederos con su Hijo Primogénito Cristo, nosotros, que somos inmerecedores de tal recompensa, porque de verdad no hicimos absolutamente nada digno de ella, sino tan solo con gran dificultad cumplimos con lo que se nos mando, sin embargo Él lo hará, para la alabanza de la gloria de su Nombre, por su grande amor y misericordia con que nos amo Él lo hará, por amor a su Nombre, al Nombre sobre todos los nombres, al Nombre de Jesucristo. No existe en el mundo historia más conmovedora e incomprendida que el amor de Cristo por los suyos, el cual excede todo conocimiento humano. Ese Dios glorioso es nuestro Dios, ese Dios justo es nuestro Dios, ese Dios que es amor es nuestro Dios, y a Él sea la gloria por los siglos de los siglos amen…

2° Timoteo 4
7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Romanos 8
16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Conclusión
Quizá muchos se resistan a esta forma de ver o analizar lo que representa “el servicio a Dios o el servicio a los santos”, pero no hallo en la biblia otra descripción del mismo. En este tiempo pensar en servir a los santos es pensar en tener edificios lujosos y multitud de congregantes, es pensar en tener un vestidor lleno de trajes y muchas corbatas, es pensar en viajar a diferentes conferencias donde no existe ninguna adversidad, antes por el contrario, cosechan halagos y laureles. Cuan distorsionado esta hoy el concepto de servir a los santos, no obstante, Dios se sigue reservando sus siervos aquí en la tierra, en su iglesia, los cuales no buscan satisfacer sus intereses personales sino tan solo la voluntad de su Señor. Aquellos que a pesar de la adversidad continúan firmes en la fidelidad, sin abandonar el servicio por más que este rodeado de debilidad.

2° Corintios 12
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte

Hebreos 13
13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio;
14  porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.


La paz del Señor Jesucristo.-

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