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– EL DISEÑO DE DIOS PARA EL MATRIMONIO
Por el Hno. Gabriel.-
Introducción
Introducción
En nuestra primera
reunión nos interesaba mostrar la realidad de cómo hemos sido contaminados con
la cultura mundana al punto tal que hemos construido nuestro matrimonio (a pesar de ser llamados cristianos) basados
en ideas propias de dicha cultura mundana y muy lejos del diseño y propósito de
Dios, dicho de otro modo, no hemos tenido en cuenta a Dios al momento de pensar
en casarnos y construir una familia, no hemos indagado acerca de su propósito y
diseño matrimonial, solo nos intereso satisfacer nuestros propios deseos
profanos, egocéntricos, materialistas, apartados de Dios y conformados al ideal
del matrimonio mundano; es probable que en nuestra mente haya estado la idea de
una vida matrimonial de película o novela fusionada con una vida religiosa, romántica
desde lo carnal y materialista desde lo humano; una casa grande de dos pisos,
un buen trabajo y un gran sueldo, un auto confortable, algunos hijos, una vida sin
necesidad económica, cómoda y placentera, viajar por el mundo, etc., con la
idea oculta de que en caso de que todo éste romanticismo no funcione entonces opte
por el camino del divorcio como una alternativa viable para separarme de mi
pareja (cónyuge) y buscar otra
persona que nuevamente pueda revivir en mí todos estos conceptos de matrimonio
mundano, y aunque no nos guste reconocer esto, de todos modos es algo que esta
insertado en nuestros huesos (y es que fueron
años de bombardeo con este ideal de matrimonio mundano, nunca nadie nos dijo
que existía un diseño bíblico y espiritual para el matrimonio), y ésta es
la razón por la cual hablar del propósito de Dios en el matrimonio cristiano llega
a ser algo muy aburrido y desagradable para los mismos cristianos, porque escuchar
el propósito y diseño de Dios para el matrimonio luego que he construido mi
matrimonio fuera de su consejo hace que tenga que replantear todo mi matrimonio
de nuevo, porque el modelo de Dios se contrapone al modelo mundano, y es que existe
un gran abismo entre el uno y el otro, y el diseño de Dios atenta contra toda
nuestra cultura matrimonial mundana, la derriba, y es tan confrontante que aun
los mismos discípulos que estaban al lado de Jesús cuando le escucharon hablar
del matrimonio de acuerdo al diseño de Dios consideraron que no era nada fácil
y atractivo, y hasta concluyeron que mejor era no casarse:
Mateo
19:10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no
conviene casarse. 11 Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino
aquellos a quienes es dado.
Jesús les estaba
hablando del diseño y propósito de Dios para el matrimonio, y fue tan grande la
brecha que había entre el modelo de Dios y el modelo del hombre que los mismos
discípulos tuvieron que considerar hasta que punto era conveniente casarse y
ajustarse al modelo de Dios –es muy probable que ellos hayan concluido; Si hubiésemos sabido
esto antes directamente no nos casábamos, ¡porque no nos explicaron esto antes!–
Esto demuestra que en la mente de Dios existían un diseño y un propósito al
momento de unir a un hombre con una mujer, y ahora nos toca a nosotros redescubrir
ese diseño y conformarnos a ese diseño, porque esa será la única forma en que
nuestro matrimonio glorifique verdaderamente a Dios…
El modelo de Dios para el matrimonio
Efesios 5:22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su
Salvador. 24 Así que, como la
iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en
todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, 27 a fin de
presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga
ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28 Así también
los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su
propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la
iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y
de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a
su mujer, y los dos serán una sola carne. 32
Grande es este misterio; mas yo digo
esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame
también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
En virtud de lo
que encierra este pasaje bíblico, el cual va a ser la columna vertebral de lo
que venimos hablando, encontramos un alto valor espiritual y misterioso,
referido al matrimonio, que hemos pasado por alto un sinfín de veces (de generación en generación).
Aquí se nos habla
de que la figura del matrimonio cristiano es la figura del amor que existe
entre Cristo y la Iglesia, se nos habla de la unión entre en un hombre y una
mujer con el propósito de reflejar el amor con el cual Cristo amo a su Iglesia (ese es el objetivo principal del matrimonio
cristiano; mi matrimonio debe reflejar el amor de Cristo por su iglesia), nuestro
trabajo es descubrir cómo es ese amor entre Cristo y la Iglesia y como se lo
lleva a cabo ese amor en el sentido práctico. Estamos hablando de un amor que
no se basa en los sentimientos y emociones carnales, sino un amor espiritual
que escapa al conocimiento humano y que depende puramente de Cristo, al punto
tal que aquel que no tiene a Cristo en su vida jamás entenderá de lo que se
trata el amor matrimonial.
Sin dar muchos
rodeos, vamos a trillar este pasaje a fin de tener una mejor comprensión del
mismo. En esta cita el apóstol utiliza varias analogías para mostrar una figura
del matrimonio según el propósito y diseño de Dios:
1)
Las esposas sujetas a sus maridos así como la
iglesia está sujeta a Cristo
2) El marido es cabeza de la esposa como Cristo es cabeza de la Iglesia,
y así como la Iglesia es el cuerpo de Cristo así también la esposa es el cuerpo
del esposo que es la cabeza. Est requiere armonía funcional.
3) El marido ame a la mujer así como Cristo amó a su Iglesia y se entrego
así mismo por ella con un propósito especifico (santificarla para sí mismo)
4)
Los maridos amen a sus esposas como aman a sus
mismos cuerpos porque de este modo jamás la aborrecerán ya que nunca nadie
aborreció su propio cuerpo sino que no cuida y lo sustenta a diario
5) El hombre dejara a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y será
una sola carne con ella así como Cristo es una sola carne con la iglesia (grande es este misterio)
Para desarrollar
estos puntos voy a remontarme al primer matrimonio bíblico; el de Adán con Eva.
Primeramente Dios hizo al hombre y posteriormente le hizo ayuda idónea para él,
consideró que no era bueno que el hombre este solo y por lo tanto lo hizo caer
en sueño profundo y realizo una operación quirúrgica allí, abrió su carne y
saco una de sus costillas y cerro nuevamente su carne, y de esa costilla formo
la mujer (Gn 2:18-25), la diseño
específicamente para él, cuando Adán despertó y vio a Eva dijo; –esta mujer es parte de mí, salió de mí, es
carne de mi carne y huesos de mis huesos (¡y de verdad lo era!), y al margen de
que físicamente estamos separados ella es parte de mi cuerpo y yo necesito
estar unido a ella como una sola carne– ¡He aquí el precedente del
matrimonio diseñado por Dios para toda la humanidad! Sin embargo aunque el
génesis no nos muestra el sentido práctico de esta unión diseñada por Dios, si
la vemos reflejada por medio de Cristo y su iglesia; Cristo como el postrer
Adán y segundo hombre sobre la tierra (1°Co 15:45-47)
abandono a su Padre Celestial y vino a la tierra (Fil
2:5-11), fue sometido a una operación quirúrgica-celestial por medio de aquella cruenta cruz en el
calvario, y de su propio costado traspasado de donde salió agua y sangre Dios formo
la iglesia; hueso
de sus huesos, carne de su carne, sangre de su sangre, y se unió a ella
para ser uno con ella en el Espíritu, Él como Cabeza y la Iglesia como su
cuerpo, la amo de tal manera que dio su vida por ella, y hasta el día de la
fecha la sustenta y la cuida como su propio cuerpo… sencillamente amor incondicional,
amor de Pacto Eterno, y es el amor que Dios enseña a los matrimonios cristiano.
Cada matrimonio cristiano debe reflejar esa clase de amor incondicional de
pacto eterno.
Amor Incondicional de Pacto
Por un momento
considera (imagina) que la mujer que
tienes al lado tuyo (tu esposa) fue
tomada de ti mismo, imagina que en algún momento de tu vida Dios te puso en
sueño profundo y abrió tu carne y saco de ti una parte de tu cuerpo y de allí formo
a tu esposa, al punto tal que ella es parte de ti, parte de tu cuerpo, de tus
huesos, de tu carne; tienes que poder verlo de este modo porque será la única
forma en que entiendas que ella y tu son una sola carne, tu como la cabeza y
ella como tu cuerpo, de este modo jamás podrás
divorciarte de tu propio cuerpo porque es tu cuerpo, sea como sea vas a
amar y cuidar de tu cuerpo, de eso se trata el amor incondicional de pacto
eterno, de eso se trata el amor en el matrimonio cristiano.
Hablar de un amor
incondicional es hablar de un amor que no pone condiciones para amar, sino ama
en función de un pacto; –he pactado delante
de Dios amarte y así lo hare hasta la muerte– aunque sé que no es un
ejemplo apropiado de igual modo voy a citar “el
amor de los padres hacia los hijos” porque es una clase de amor
incondicional; una madre va a amar a su hijo indistintamente como sea él tanto
físicamente como mentalmente, los padres jamás van a abandonar a sus hijos
porque éstos de alguna manera no les gusten (ellos
no dicen cosas tales como; nos quedemos con este porque es lindo y desechemos
este porque es feo; dejemos este porque es inteligente y nos deshagamos de este
porque tiene problemas… ¡NO!), lo primero que quiero mostrar con este
ejemplo es que el amor en el matrimonio cristiano no debe estar basado en los
atributos y virtudes físicas de las partes; –amo a mi esposa porque es linda y cuando empieza a envejecer
y cambiar entonces la abandono…–, lo mismo para la esposa; –amo a mi esposo
porque es lindo y cuando este engorda y envejece entonces lo cambio…–.
De este modo debemos decir que permanecer casados no se trata de permanecer
enamorados sentimentalmente y platónicamente, sino es una cuestión de fidelidad
al pacto delante de Dios. Cristo jamás abandonara a su esposa (la Iglesia) y la dejara de amar, en
este sentido nosotros tenemos plena seguridad de que Él fielmente nos amará más
allá de nuestros atributos como esposa;
Romanos
8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada?
Nosotros como
esposa de Cristo (su Iglesia) no
tenemos ningún temor de que Él nos abandone y se busque otra esposa para
reemplazaros porque de alguna manera se haya cansado de nosotros (eso no pasará nunca), en este sentido
vivimos despreocupados de tal pensamiento porque sabemos que Él nos ama más allá
de nuestra condición, Él nos ama con amor incondicional de pacto eterno.
No se avergüenza uno del otro
El amor
incondicional nos lleva también a afirmar que no existirá la vergüenza en el
matrimonio cristiano, y para que se entienda daré el siguiente ejemplo;
Génesis
2:25 Y estaban ambos desnudos, Adán y
su mujer, y no se avergonzaban.
¿Por qué razón
Adán y Eva no se avergonzaban de estar desnudos uno frente al otro? ¿Será
porque eran perfectos? Es probable, pero considero que ese no es el punto aquí,
porque luego que hubieron pecado inmediatamente sintieron vergüenza y tuvieron
que cubrirse ¿Será que sus cuerpos se volvieron repentinamente imperfectos
físicamente? Dudo que esa sea la respuesta, antes considero que indistintamente
de sus virtudes físicas ellos no se avergonzaban el uno del otro porque su amor
no estaba condicionado a sus atributos sino se sustentaba en la fidelidad al
pacto que establecieron delante de Dios para amarse incondicionalmente y estar
juntos, estaban juntos por una cuestión de pacto, por ende, en cuanto rompieron el pacto delante
de Dios rompieron su compromiso de amarse incondicionalmente, e inmediatamente
sintieron vergüenza y tuvieron que cubrirse porque a partir de ese momento su
amor ya no pasaría por alto las imperfecciones, ya no era un amor incondicional,
ahora estaba supeditado a una cuestión de observar las virtudes y defectos del
uno y del otro, ahora sentían vergüenza el uno del otro y debían tapar sus
defectos y sostener su amor de manera condicional. Ahora había una constante
amenaza de que todo se disuelva.
El punto que
quiero destacar es que el amor incondicional de pacto cubre una multitud de
defectos, por lo tanto no me avergüenzo delante de mi esposa, porque sé que ella
no me ama por mis virtudes y me desprecia por mis defectos, sino simplemente me
ama por una cuestión de pacto delante de Dios, por tanto mi imperfección física
no será motivo de su rechazo, y puedo tranquilamente estar desnudo delante de
ella (y no solo me refiero al sentido
físico) y no estar avergonzado ni temeroso de que pueda dejar de amarme,
porque descanso en que me amará hasta el final por una cuestión de amor
incondicional de pacto delante de Dios, del mismo modo que Cristo ama a su Iglesia, la cual a pesar de estar llena de
imperfecciones de todos modos Él la ama y por esa razón paso por alto todas las
imperfecciones y la tomo para Él, y éste es el único y gran ejemplo que tenemos
de cómo un esposo debe amar a su esposa y viceversa.
Conclusión
Entonces, para concluir,
el diseño del matrimonio según Dios es mostrar el amor de pacto entre Cristo y
su Iglesia, amor incondicional entre el esposo y la esposa a fin de que Cristo
sea exaltado, por supuesto que no es fácil alcanzar esta clase de amor
incondicional de la noche a la mañana, ya hablaremos de esto en la próxima clase,
pero lo primero que nos proponemos mostrar en esta reunión es esa clase de amor
que debe existir en el matrimonio cristiano, un amor que no se apoya en el
sentimiento carnal, un amor que no está basado en permanecer sentimentalmente
enamorados sino un amor que busca y se esfuerza por mantener fiel el pacto de
amor delante de Dios.
Si es que nuestros
matrimonios fueron realmente diseñados por Dios entonces de una u otra manera
van a terminar inundados de esta clase de amor incondicional, y esto como
consecuencia de haber entendido el amor de Cristo en nosotros y haber vividos
bajo la influencia de ese amor, en definitiva será Cristo mismo reproduciéndose
en nosotros, mostrando por medio de nuestro matrimonio su amor incondicional.
La paz del Señor Jesucristo.-
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