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–EL PERDÓN; UNO DE LOS VEHÍCULOS DEL AMOR
Por el Hno. Gabriel.-
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Introducción
En las
meditaciones anteriores abordamos de manera breve y concisa primeramente el
diseño bíblico de Dios para el matrimonio cristiano con el objetivo de ver a la
luz de esta verdad si nuestros matrimonios se conformaban a ese diseño divino o
a un diseño terrenal, animal diabólico. Luego de ello, en virtud del diseño de
Dios consideramos cuales eran las funciones prácticas y serviciales que Dios
trazo para los cónyuges a fin de que el matrimonio funcione en armonía así como
nuestro cuerpo funciona con nuestra cabeza, sin embargo, razonar estas verdades
no nos cuesta mucho, lo que se nos hace difícil es poder aplicarlas a nuestra vida
matrimonial. Razonar lo que es el amor incondicional no nos hace hacedor de él.
Tomando conciencia del estado de nuestro
matrimonio
Entonces, la cita
de Efesios (Ef 5:22-32), la cual se
ha tomado como columna para este estudio del matrimonio cristiano, se ha
encargado de prescribirnos cuál es la ruta que debe tomar nuestra vida
matrimonial para conformarse al diseño de Dios, dicho de otro modo, Dios nos
ordena que nuestra vida matrimonial alcance el mismo nivel de “unidad, amor y armonía” que existe
entre Cristo y su Iglesia, o sea; el esposo debe amar a su esposa así como
Cristo ama a su Iglesia, y la esposa debe sujetarse al esposo así como la Iglesia
está sujeta a Cristo, el esposo debe funcionar como cabeza de su esposa así
como Cristo es cabeza de la Iglesia, y la esposa debe corresponder al marido
así como la Iglesia es el cuerpo de Cristo.
Ahora, en virtud
de esta analogía que Pablo plantea en su carta a los Efesios (comparar a los matrimonios cristianos con
Cristo y la Iglesia) podríamos decir que la misma debe desencadenar en
nosotros una serie de impactos en nuestra vida matrimonial; el primer impacto
es “hacernos tomar conciencia” de
cuan equivocados y cuán lejos estábamos del verdadero propósito de Dios para la
vida matrimonial cristiana y cuan urgente necesitamos revertir ese estado.
Entonces, si lo
primero que causa este pasaje en nosotros es el despertar nuestras conciencias hacia el verdadero amor y funcionalidad en la
vida matrimonial cristiana podríamos decir que el primer objetivo esta logrado –he tomado conciencia de que necesitamos urgentemente a
Cristo en nuestros matrimonios, ahora sigue la segunda parte; alcanzar esa
virtud o ese fruto en mi matrimonio– Sin embargo, aunque el texto es
claro y revelador respecto de cómo amar y funcionar, el conflicto que se genera
detrás de esta verdad es que este pasaje no nos dice de manera práctica como
llegar a lograr tal virtud en nuestro matrimonio cristiano.
Conociendo la ruta hacia el cambio
Así como hemos
visto por medio de Cristo y su Iglesia la parte objetiva y funcional del matrimonio
según Dios, debemos continuar enfocándonos en Cristo y su Iglesia para ver la
parte práctica de cómo alcanzar ese misterioso amor incondicional en nuestros matrimonios.
Entonces debo preguntarme; ¿Cómo llego Cristo a ser Autor e Instructor de ese
amor incondicional por su Iglesia? ¿Qué hizo exactamente para que se diga de Él
que ama con amor incondicional?
Colosenses 2:13 Y a vosotros (la iglesia), estando muertos en pecados y en
la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14 anulando el acta de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria, quitándola
de en medio y clavándola en la cruz, 15
y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz.
Él
es Autor de tan sublime “amor
incondicional” porque nos perdonó sin pedir nada a cambio y sin ser nosotros merecedores de tal perdón, simplemente nos
perdonó, agarro todos nuestros pecados y ofensas que eran como la arena del mar
y las puso sobre sí mismo en aquella cruenta cruz, absorbiendo nuestra culpa y dejándonos
libre de ella, tratándonos como inocentes cuando éramos culpables, nos perdonó
cuando no éramos digno de Él; el ofendido perdona al ofensor a costa de ocupar
nuestro lugar en el castigo que merecíamos nosotros… ¡díganme si eso no es amor incondicional!
Tito 3:3 Porque nosotros también éramos en otro tiempo
insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites
diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a
otros. 4 Pero cuando se manifestó
la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo, 6
el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia,
viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
Efesios 4:31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con
otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Entonces; ¿Cómo
logro Cristo ser autor de tan grande y sublime amor incondicional? ¿Cuál fue la
ruta para ello? Fue por medio del perdón, su perdón puso en evidencia su amor
incondicional, su perdón trajo aparejado el verdadero amor, y su perdón sigue
siendo el medio o la ruta para que cada uno de nosotros amemos del mismo modo.
El paso por alto nuestras transgresiones a fin de exaltar su amor.
1°Juan 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11
Amados, si Dios nos ha amado así, debemos
también nosotros amarnos unos a otros.
Produciendo los cambios
En la carta a los
Colosenses (Col 3:13) Pablo escribe (en la segunda mitad del versículo) que
debemos perdonarnos unos a otros así como Cristo nos perdono, y ese va a ser
nuestro punto de partida para hablar de la aplicación y práctica del verdadero
amor matrimonial basado en el fruto del perdón entre el esposo y la esposa. El
perdón hará florecer los verdaderos sentimientos y glorificará a Dios.
Aunque la cita de Colosenses 3:5-25 se aplica a toda la
iglesia en general, hoy usaremos este pasaje pero solo en el sentido
matrimonial, y consideraremos cada expresión para aplicarla en el trato entre
el esposa y la esposa;
Colosenses 3:8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis los unos a los otros,
habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido
del nuevo, el cual conforme a la imagen del
que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,…
12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas
estas cosas vestíos de
amor, que es el vínculo perfecto…
18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como
conviene en el Señor. 19 Maridos,
amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
El contexto de
esta cita, desde el verso 5 en adelante, menciona una serie de horrendos
pecados en los cuales anduvimos “pero” en
otro tiempo, y a partir del verso 8 se refiere a pecados o defectos que aun
están en nosotros siendo creyentes; ira,
enojo, malicia, palabras deshonestas, mentiras entre unos y otros…
Ahora, lo curioso
de la cita es que nos enseña que para hacer morir estas malas conductas en
nosotros debemos “vestirnos” de; entrañable misericordia, benignidad,
humildad, mansedumbre, paciencia y perdón, y habla de estas virtudes como
un vestido que debemos tomar y ponernos encima, o sea, no como algo que debemos
esperar que algún día nos caiga del cielo, sino como la acción de abrir nuestro
placar espiritual y tomar la prenda espiritual del perdón, la paciencia, la
tolerancia, el buen trato, y vestirnos con ellas para desarrollar nuestra vida
cristiana día a día.
En virtud de esto
diremos que los vehículos que conducirán nuestros matrimonios hacia el amor
incondicional en la práctica van a ser la “paciencia”
y el “perdón”, virtudes que están tan
ausentes en nuestra vida diaria y a su vez nos cuesta muchísimo poder aplicar.
Sin embrago, me atrevo a decir, que tener paciencia y saber pedir perdón es la
única ruta angosta que nos conducirá al verdadero amor matrimonial.
Quiero enfatizar
el verso 12 y 13 del pasaje de Colosenses 3 como la llave de estos vehículos
que son el perdón y la paciencia para alcanzar el verdadero amor;
12 Vestíos,
pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
a) Entrañable misericordia y
bondad; la palabra “entrañable”
hace referencia a algo que proviene de nuestras entrañas, desde muy adentro, esto
significa que la misericordia debe ser algo que debemos forjar dese nuestro
interior y que fluye hacia afuera en forma de bondad, o sea; la misericordia es
un fruto que se forja en nuestro interior (desde
las entrañas, desde el corazón Fil 2:1) y
la bondad es lo que aflora hacia lo exterior. Pablo en más de una ocasión va a
usar estos dos vocablos unidos como si uno fuera consecuencia de otro: Efesios 4:32 Antes sed benignos
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo. Necesitamos vestirnos de Misericordia en
lo interior y de Bondad en lo exterior.
b) Humildad y mansedumbre; del mismo modo que el dúo de palabras anterior la humildad es un
fruto que se forja en nuestro interior y la mansedumbre es aquello que aflora
hacia lo exterior, no puede haber mansedumbre sin que haya humildad interior,
porque para ser manso en lo exterior se necesita haber derrotado en lo interior
el orgullo carnal y el egoísmo y haber revestido el corazón de verdadera
humildad (Fil 2:3). La humildad es
una conducta del alma, y la mansedumbre tiene que ver con nuestro carácter, con
nuestro temperamento. Pablo también va a emplear este dúo de palabras en su
carta a los Efesios con el mismo propósito; Efesios 4:2 con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia
los unos a los otros en amor. Jesús mismo va a decir de Él: Mateo 11:29 Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas;
Dios resiste a los
soberbios y da gracia a los humildes… Necesitamos vestirnos de Humildad en lo
interior y Mansedumbre en lo exterior.
c) Paciencia y Perdón; Nuevamente, la paciencia se forja desde lo interior y el perdón
aflora hacia lo exterior. La definición de paciencia es la capacidad del alma de
padecer, gramaticalmente paciencia es un compuesto de dos palabras que tiene
que ver con; “alejado de la ira” o “lento para la ira”… En virtud de esto
podríamos redefinir paciencia y decir que Dios nos pide de manera directa que “seamos lentos para la ira”, que no nos
enojemos con facilidad sino que controlemos ese sentimiento en nosotros. Seamos
lentos para enojarnos, pronto para escuchar y lentos para hablar. Perdón tiene
que ver con gracia, con algo que se da gratis, con algo que se da sin pedir
nada a cambio. Colosenses
3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros. Necesitamos vestirnos de Paciencia en lo interior
y Perdón en lo exterior.
Conclusión
Es hora de
quitarnos las prendas de la vieja naturaleza (ira, enojo, malicia, palabras deshonestas, mentiras entre unos y otros)
y vestirnos de las prendas de la naturaleza de Cristo (entrañable misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia
y perdón). Con esto nos damos cuenta que para amar incondicionalmente
tenemos que batallar primeramente contra nosotros mismos, es romper ese orgullo
tonto y egoísmo dañino que nos hace más duro, ásperos e intratables unos con
otros.
Jesús demostró su
amor incondicional mediante renunciar a su gloria sublime y morir por amor a su
esposa. Ahora nosotros del mismo modo debemos renunciar y morir a nosotros
mismos y vestirnos de aquellas virtudes espirituales que tienen que ver con la
paciencia y el perdón, a fin para aprender a amar de la manera que Él nos amo.
1°Juan
3:16 En esto hemos conocido el amor, en
que él puso su vida por nosotros; también
nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
Entonces, “paciencia
y perdonar” van a ser uno de los vehículos que nos conducirán hacia el amor
incondicional en el matrimonio; Esposos:
deben aprender a perdonar y tener paciencia con sus esposas, Esposas: deben aprender a perdonar y
tener paciencia a su esposo, pero perdonar así como Jesús nos perdonó y tener
paciencia como Él la tuvo…
Un
hijo le dijo a su padre - Papá, quiero casarme
El Padre respondió - Primero pide perdón
Hijo - ¿Pero qué hice?
Padre - Pide perdón, solo hazlo
El Padre respondió - Primero pide perdón
Hijo - ¿Pero qué hice?
Padre - Pide perdón, solo hazlo
Hijo -
¿Pero por qué?
Padre - Pide perdón, te digo
Hijo - Papá, dime ¿Qué hice?
Padre - Pide perdón
Hijo - ¿Para qué?
Padre - Ya te lo dije, discúlpate
Hijo - Bueno papá, Perdón, ¡Perdón!
Padre - Muy bien hijo, ahora estás preparado, porque si puedes pedir perdón sin siquiera saber por qué, estás preparado para casarte!...
Padre - Pide perdón, te digo
Hijo - Papá, dime ¿Qué hice?
Padre - Pide perdón
Hijo - ¿Para qué?
Padre - Ya te lo dije, discúlpate
Hijo - Bueno papá, Perdón, ¡Perdón!
Padre - Muy bien hijo, ahora estás preparado, porque si puedes pedir perdón sin siquiera saber por qué, estás preparado para casarte!...
Si reconocemos que
hemos fallado en nuestros matrimonios por mantener aquellos frutos de la vieja
naturaleza, debemos entonces de manera urgente renunciar a ella y vestirnos de
la nueva naturaleza, es un hecho que nuestra vieja naturaleza nunca podrá
ser mejor pareja cómo lo es la nueva naturaleza, debemos vestirnos del carácter
de Cristo.
Aunque aparentemente suene tan fácil como
ponerse un abrigo, les propongo que lean juntos Colosenses
3:8-18 y escuchen cuál es ese rastro pecaminoso que más les cuesta
trabajo quitarse y cuál es el que Dios quiere que vistan. Confiesen las formas
en que han fallado en ponerse el carácter divino y pidan perdón a su pareja.
Oren juntos para que Dios les de la determinación para ponerse SU traje una y
otra vez cada día.
La paz del Señor Jesucristo.-
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